Las palabras /Víctor Villarreal Velasco

Las palabras son un mal ejemplo de los malos ejemplos.
En otras palabras, son ejemplares representantes de los buenos ejemplos.

Por ejemplo:

Las dobles negaciones no son otra cosa que simples afirmaciones, cuando están de mal humor.

Síncope sabe, y le duele, que una S lo obliga a tener sólo una P.

El casado está cansado de que lo confundan con el cazador.

Haya y hubiera no tienen ni idea de que haiga otra palabra haciéndoles competencia.

Yo sé que la H no es muda, sólo está pensando.

Los versos reinventan a las palabras, las firman y las patentan.
Las mezclan con esa sustancia de los sustantivos.
Las funden. Las cruzan. Las enamoran. Las vuelven suyas y del poeta, que es su mecenas.

Las palabras son también un buen ejemplo del buen trabajo.
Cáspita está ahora desempleada, pero Bolero es muy solicitado, y los gerundios trabajan a dobles turnos.

Los acentos, que son los sombreros de las letras, evitan que un sí mamá no diga otra cosa.

Y aquella pareja de enamorados que se abrasó con una S porque la Z dormía, murió achicharrada.

 

 

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