(Guadalajara, 1978). Es profesora de guion y dirección en Southern Methodist University, en Dallas, Texas. El largometraje Martínez se filmó en Guadalajara (2020-2021).
102 int. actividad planetario – día 102
Martínez, sentado en una silla demasiado pequeña para él, y como pez fuera del agua entre un grupo de niños, sigue las instrucciones de la guía y construye un cohete de papel.
Después, va a un simulador y lo lanza al techo.
103 int. sala de proyecciones planetario – día 103
Martínez mira atento una película en la sala de proyecciones.
En ella hablan de los planetas y de cómo el ser humano es solamente un grano de arena en la inmensidad del espacio.
También hablan de las lunas de Júpiter y de cómo funcionan los telescopios.
104 int. escritorio Pablo – día 104
Pablo juega solitario en su computadora.
Pablo
Martínez, ¿ya vamos a ir?
Martínez le responde con un gruñido. Pablo suspira y sigue jugando.
Martínez está ensimismado en su escritorio. Pablo se pone de pie.
Pablo
Voy a comprar unos dulces con Conchita. ¿Quieres algo?
Martínez lo ignora. Pablo mira de reojo y lo observa leyendo una agenda de flores.
105 int. escritorio Conchita – día 105
Pablo se acerca al escritorio de Conchita, quien lo saluda sonriente, mostrando su gran escote.
Pablo mira hacia donde está Martínez.
Pablo
Oye, Conchita, ¿y tú sabes si Martínez está casado?
Conchita mira a Martínez con despecho.
Conchita
¿Ése? ¿Cómo crees que va a estar casado? ¡Quién lo aguantaría!
Pablo busca entre los dulces de la cajita de Conchita: paletas de mango con chile, pulparindos, chicles de bola, etc.
Conchita habla en una voz más baja, como si le estuviera haciendo una confidencia a Pablo.
Conchita
Martínez y yo entramos a trabajar el mismo año y ahí donde lo ves, Martínez era un hombre muy guapo.
Pablo mira hacia Martínez, agazapado en su escritorio.
Conchita
Como era de fuera, me daba lástima y era bien linda con él. Le dejaba su cafecito, su panquecito en su escritorio, pero el hombre, vieras, ni las gracias me daba, qué las gracias, ni me volteaba a ver. Seguro se creía mucho para mí, viejo sangrón.
Pablo elige dos paletas de mango con chile.
Pablo
¿Entonces nunca le conociste una novia?
Conchita niega con la cabeza.
Conchita
Ese hombre nada más vive para trabajar, ni a una posada, ni a una fiesta de la oficina ha venido en treinta años.
Pablo le paga las paletas, abre una, se la mete a la boca y se aleja.
Conchita se queda mirando hacia Martínez.
Después se levanta los senos y se arregla el escote.
Conchita
Bueno, igual un día de éstos.
106 int. escritorio Martínez – día 106
Pablo regresa y va directamente al escritorio de Martínez. Le deja la paleta en la mesa. Martínez la mira extrañado.
Pablo
Te la traje.
Martínez
¿Por qué?
Pablo se carcajea.
Pablo
No se dice por qué, se dice gracias.
Martínez
Pero yo no te la pedí.
Pablo
Martínez, no te la estoy cobrando, es un regalo.
Martínez mira la paleta con recelo.
Martínez
Prefiero llevármela y comérmela en mi casa.
Martínez se agacha para meter la paleta en su portafolio y, cuando lo hace, Pablo aprovecha para tomar la agenda.
Despreocupado, comienza a ver el estampado de flores y cuando está hojeándola, Martínez se incorpora y se la arrebata.
Martínez
¡Parece ser que en la Costa no tienen educación!
Pablo sonríe.
Pablo
Es una libretita un poco femenina para ti, ¿no, Martínez?
Martínez
En primer lugar no es una libreta, es una agenda.
Pablo
Martínez, mira, yo soy muy abierto, muy «open». En la Costa conozco muchos así como tú, y les hablo igual.
Martínez
¿Así cómo yo? ¿Te refieres de Chile?
Pablo
Algo relacionado con Chile, sí.
Martínez se pone nervioso y mete la libreta en su portafolio.
Martínez
No sé de qué me hablas. Esta libreta no es mía.
Pablo
¿Entonces de quién es?
Martínez
Es de una vecina.
Pablo sonríe y camina hacia su lugar.
Pablo
Pues en la Costa no seremos muy educados, pero por lo menos no nos ponemos a leer agendas que no son nuestras.
Martínez se sonroja y aprieta los labios, mientras Pablo ahoga una risa en su escritorio.
107 int. autobús – día 107
Martínez come la paleta de mango con chile mientras observa la ciudad a través de la ventana del autobús.
108 int. sala Martínez – tarde 108
Martínez, sentado en el sillón de su sala, saca poco a poco los objetos que encuentra en las bolsas y en las cajas.
Se interesa en cada uno de los objetos que va descubriendo.
Con un trapo, limpia cuidadosamente unas figuritas baratas de animales, que coloca sobre el librero.
Martínez continúa sacando las viejas pertenencias de Amalia. Encuentra un casete sin nombre.
109 int. clóset – noche 109
Martínez saca una caja de la parte de arriba de un clóset. Le quita la gran cantidad de polvo acumulado, lo que lo hace toser. Abre la caja y saca una vieja grabadora.
110 int. sala Martínez – noche 110
Martínez pone el casete en la grabadora. Suena la música de Camilo Sesto con la canción «El amor de mi vida». Martínez frunce el ceño, pero la deja puesta y se queda muy atento escuchando la letra.
camilo sesto (v.o.)
«El amor de mi vida has sido tú. Mi mundo era ciego hasta encontrar tu luz. Hice míos tus gestos, tu risa y tu voz. Tus palabras, tu vida, y tu corazón. El amor de mi vida has sido tú. El amor de mi vida sigues siendo tú. Por lo que más quieras, no me arranques de ti. De rodillas te ruego, no me dejes así. ¿Por qué me das libertad para amar? Si yo prefiero estar preso de ti. Quizás no supe encontrar la forma de conocerte y hacerte feliz».
Mientras escucha la música comienza a hojear una revista de espectáculos.
De pronto, de la revista cae una fotografía.
En ella aparece una mujer de unos sesenta años, un poco gordita. La mujer posa frente a la alberca de un balneario popular.
Está sonriendo y viste un traje de baño rosa y un sombrero de palma. Martínez mira la fotografía con interés.
111 int. oficina de gobierno/pasillo – día 111
Martínez camina con Pablo por los pasillos de una dependencia de gobierno. Martínez camina rápidamente, con unas carpetas bajo el brazo. Pablo lo sigue.
112 int. oficina de gobierno/sillones – día 112
Mientras esperan sentados en unos sillones viejos, se escucha la música que sale del viejo radio de una de las secretarias.
Martínez, sin darse cuenta, comienza a silbar la melodía. Pablo lo mira extrañado.
Pablo
¿Te gusta Camilo Sesto?
Martínez
¿Quién?
Pablo
Camilo Sesto.
Martínez
No lo conozco.
Pablo
Pues si estás chiflando la canción.
Martínez parece sorprendido, como si no se hubiera dado cuenta de que lo estaba haciendo y responde rápidamente, sin pensar.
Martínez
Le gusta a Amalia.
Pablo lo mira intrigado.
113 int. oficina – día 113
Martínez y Pablo regresan a su oficina.
Pablo
Tú sigue, voy a comprarle unos dulces a Conchita. ¿Quieres algo?
Martínez
No.
Pablo
¿No te gustó la paleta?
Martínez
Sabe a chile. En este país todo sabe a chile.
Pablo
¿Y no te gusta?
Martínez
Más bien todo me sabe igual.
Martínez continúa caminando hacia su escritorio y continúa silbando la canción de Camilo Sesto.
Pablo lo observa alejarse.
114 int. escritorio Conchita – día 114
Conchita se pinta la boca frente a un espejito cuando Pablo se le acerca sonriendo.
Pablo
Sí tiene novia, se llama Amalia.
115 int. escritorio Martínez – día 115
Martínez teclea unas cantidades en su calculadora cuando una mano de uñas largas y rojas se posa en su escritorio.
Martínez sube la mirada y observa los grandes senos de Conchita, quien está parada frente a él, en actitud retadora.
Pablo viene detrás de ella, como persiguiéndola.
Conchita
Martínez, solamente quiero saber qué tiene esa mujer que no tenga yo.
Martínez la mira sorprendido. Pablo se acerca, agitado.
Conchita
No te hagas, Martínez, ya me dijo Pablo que tienes una novia que se llama Amalia.
Martínez se turba y hace un rayón en el cuaderno. Pablo mira a Martínez con cara de culpabilidad.
Conchita
Mira, no es que me importe. Yo superé «lo nuestro» hace mucho, simplemente tengo curiosidad de saber quién es la mujer que se atreve a aguantarte.
Martínez
No puedo estar perdiendo el tiempo en estas estupideces.
Pablo
Ya, Martínez, ya mejor dile a Conchita, si no, no nos va a dejar trabajar, ya la conoces.
Martínez mira a Conchita, quien está de pie frente a él, con los brazos cruzados.
Pablo está de pie también, nunca nadie había estado tan al pendiente de lo que él tuviera que decir.
Martínez se limpia el sudor de la frente y en ese momento, como si no fuera el mismo, las palabras empiezan a brotar de su boca, y comienza a contar una historia fantástica.
Martínez
Yo estaba en la azotea, viendo por mi telescopio, cuando escuché una voz.
Pablo lo mira, intrigado.
Pablo
¿Tienes un telescopio?
Conchita
Shhh, no lo interrumpas.
116 int. planetario – día 116
Martínez camina por el planetario.
Martínez (v.o.)
Como les decía, yo estaba viendo por mi telescopio, cuando escuché una voz.
117 int. departamento Martínez – día 117
Martínez revisa las cosas de Amalia y encuentra la fotografía donde viste un traje de baño.
Martínez (v.o.)
Era mi vecina, la había visto solamente unas cuantas veces en la escalera, pero de pronto, ahí estaba, junto a mí, en la azotea.
118 int. sala de proyecciones planetario – día 118
Martínez observa la proyección en el planetario.
Martínez (v.o.)
Amalia me preguntó lo que veía. Le dije que Júpiter.
119 int. escritorio Martínez – día 119
Martínez continúa contando la historia.
Conchita y Pablo lo miran, entretenidos.
Martínez (v.o.)
Le dije que, si veía detenidamente, era posible ver los cuatro satélites más grandes de los dieciséis que tiene Júpiter.
120 int. planetario – día 120
Unos niños corren por el planetario, Martínez mueve la cabeza de un lado a otro, en desaprobación.
Martínez (v.o.)
En un momento tuve que recodarle que los telescopios son aparatos muy caros y delicados. No son para estar jugando.
121 int. departamento Martínez – día 121
Martínez observa el folleto del planetario sentado en su sillón, rodeado por objetos personales de Amalia.
Martínez (v.o.)
Le dije que la luna más pequeña de Júpiter, Leda, fue descubierta por Kowal en 1974. Y que hay otras dos llamadas Himalia y Elara.
Martínez observa la fotografía de Amalia en sus manos, detenidamente.
Martínez (v.o.)
Ella pensó que dije Amalia, pero le repetí que se llamaba Himalia, no Amalia.
122 int. escritorio Martínez – día 122
Martínez habla con emoción.
Conchita y Pablo lo miran embelesados.
Martínez
Me dijo que no sabía que ella era una luna de Júpiter. Y que era lo más hermoso que le habían dicho en su vida.
Conchita tiene los codos apoyados sobre el escritorio de Martínez y la cara apoyada sobre sus palmas.
Tiene ojos de borrego enamorado y la boca medio abierta. Pablo tampoco puede salir de su estupor y lo mira sorprendido.
Conchita se incorpora, se arregla el vestido y habla en susurros.
Conchita
No tenía idea de que eras un hombre tan romántico, Martínez.
Conchita comienza a caminar por el pasillo, se aclara la garganta y se gira fingiendo una sonrisa.
Conchita
Mis saludos a Amalia, y felicidades, Martínez.
Martínez está quieto como una estatua.
Pablo
Híjoles, Martínez, ahora sí me sorprendiste.
123 int. baño oficina – día 123
Martínez se echa agua fría en la cara.
Después mira su reflejo en el espejo durante largo rato, como si no se reconociera a sí mismo.
124 int. pasillo oficina – día 124
Cuando sale del baño, Conchita le dirige una sonrisa coqueta desde su escritorio y lo llama con la mano.
Martínez duda, pero finalmente se acerca a su escritorio.
Conchita
Toma, Martínez, cortesía de la casa, para que se la lleves a Amalia.
Conchita le da una paleta de corazón a Martínez, pero al hacerlo, toca suavemente su mano. Martínez la toma y se va de ahí asustado.
125 int. escritorio Martínez – día 125
Martínez regresa a su escritorio sin siquiera mirar a Pablo.
Pablo se pone de pie y empieza a hablarle con mucha más familiaridad de la habitual.
Pablo
Tu historia me hizo recordar a mi novia.
Martínez ni siquiera lo mira y teclea números en la calculadora.
Pablo
Porque he estado pensando, ¿y así, a la distancia, cómo se puede tener una novia sin besarla, sin tocarla, sin verla? Se necesita la presencia física, ¿no crees?
Martínez intenta escribir en el cuaderno las cantidades de la calculadora, pero la mano le tiembla.
Pablo
¿Cómo dice el dicho? Amor de lejos, felices los cuatro. En fin, no sé que vaya a pasar con Magaly y conmigo.
Pablo se acerca y le toca el hombro.
Pablo
Gracias.
Martínez continúa sin moverse, con la mirada fija en el escritorio, completamente sonrojado.
126 int. habitación Martínez – noche 126
Martínez coloca la fotografía de Amalia en traje de baño y la pone en su buró, junto con el pájaro que le regaló.
127 int. escritorio Martínez – día 127
Martínez llega a su escritorio. Se sienta y saca a escondidas una bolsa con las pertenencias de Amalia y la guarda en el cajón de su escritorio.
Saca también de su portafolio la agenda de Amalia, y está a punto de abrirla cuando Pablo llega. Martínez esconde la agenda debajo de una carpeta.
Pablo
¡Buenos días! ¿Qué hacemos hoy, Martínez?
Martínez toma una carpeta y se la alcanza.
Martínez
Creo que ya puedes empezar a visitar las oficinas solo.
Pablo se encoge de brazos y toma la pesada carpeta.
Pablo
Nos vemos al rato, entonces.
Martínez da un bufido sin mirarlo y Pablo se aleja.
En cuanto lo hace, Martínez saca la agenda de debajo de la carpeta.
Durante un largo rato, Martínez se la pasa entretenido, cotejando cada uno de los tickets con la información escrita en las páginas, ordenando actividades con «evidencias»: tickets del súper sin importancia, recibos, recetas arrancadas de una revista, tarjetitas de santos con oraciones.
Martínez pone marcas en un mapa de la ciudad.
Martínez mira a su alrededor. El resto de los empleados está inmerso en su propio mundo.
La empleada flaca (30) pela una mandarina en su escritorio. El empleado gordo (45) lee el periódico, despreocupado. El empleado calvo (35) tiene los brazos cruzados y se está quedando dormido.
Martínez engrapa un boleto del cine en la esquina del mapa.
128 int. escritorio Conchita – día 128
Martínez, cargando su portafolio, pasa rápidamente frente al escritorio de Conchita y sale del edificio.
Su manera de caminar es tan sospechosa que Conchita se queda observándolo pensativa cuando se aleja.
129 ext/int. sala de cine – día 129
Martínez camina hasta llegar a una pequeña sala de cine.
En la marquesina se anuncia un clásico de cine americano. La taquilla está todavía cerrada.
Saca la libreta de su portafolio, lee una actividad y comienza a caminar.
130 int. mercado – día 130
Martínez entra a un gran mercado. Abre mucho los ojos al observar la gran cantidad de pasillos de gran colorido.
A la entrada, las mujeres a su lado le ofrecen sus productos colocados en pequeñas mesas: pomadas, verduras, frutas.
Martínez las ignora y continúa caminando.
Camina por los pasillos, observando los pollos muertos que cuelgan de las patas, los pescados de gran tamaño con la boca abierta, las cabezas de puerco sobre las barras de azulejo blanco. Martínez camina fascinado.
Llega al pasillo de la fruta, donde un hombre prácticamente lo obliga a tomar un pedazo de piña que lleva en la punta de un cuchillo.
Vendedor de fruta
¡Pruébela, está dulce!
Martínez se mete el pedazo de fruta a la boca.
Vendedor de fruta
¡Barata, llévese ésta, bien jugosa!
El hombre le pone una piña de tamaño pequeño en la cara, Martínez lo mira un poco asustado.
131 int. mercado/pasillos películas – día 131
Martínez camina con una bolsa de plástico con la piña en su interior. Llega a un pasillo donde hay puestos de películas y videojuegos a ambos lados.
Hay más ruido que en el resto del mercado, debido a las televisiones que muestran escenas de películas de acción a un volumen muy alto.
Martínez camina lentamente por el pasillo. Mira los diferentes títulos de cine hollywoodense.
De pronto llega a un puesto donde también hay películas para adultos.
[…]
Martínez
Directora y guionista: Lorena Padilla
Productora: Georgina González
Director de fotografia: Gerardo Guerra
México | Francia
Off-Hollywood Films | Mono Group | Luxbox
World Sales Luxbox
Reparto:
Francisco Reyes (Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio)
Humberto Busto (Oso polar)
Martha Claudia Moreno (Te prometo anarquía)