Madres e hijas

Violeta Barrientos Silva

(Lima, 1963). Una de sus últimas publicaciones es el libro de entrevistas a protagonistas del feminismo del siglo xx, Dos feministas del siglo pasado (Pesopluma, 2021).

1
Mi madre está en mí. Como una matrioska, una salió de la otra y otra saldrá de una. Sólo las mujeres pueden hacer eso. Sólo las mujeres juegan a las muñecas.


2
¿Nos conocimos? Me pregunté alguna vez. El tiempo fue corto, menos de veinte años no alcanzaron para hablar
«de mujer a mujer». El pan engaña y quita el hambre, pero mi madre no está.

Hoy está lejos la infancia. Está lejos la casa y el comedor familiar. No hay vuelta atrás y otra niña ocupa mi lugar de niña. Una niña que se dibuja junto a su madre. Esa madre que soy yo.


3
La Madre, ese ideal. Tan sólo somos simples niñas mujeres que jugaron de pequeñas a ser madres. Tan sólo cuerpos adolescentes y huérfanos dispuestos para ser madres.


4
La niña crece y crece una genealogía como un cuento de hadas en que ella no muere nunca. Yo, madre, no muero nunca. Los cuerpos celestes pueblan constelaciones.


5
La niña dibuja, dibuja admiración. Imita a su madre y es una con ella. La madre dibujará para la niña con los lápices de colores para enseñarle el mundo en un papel.

Más tarde habrá una fiesta. La niña partirá con un rostro distinto al de su madre, pero con un aire de familia. Será parte de ese mundo que alguna vez dibujaron juntas.


6
Algunas mujeres no salieron nunca de casa ni imaginaron el afuera. Desarrollaron oficios. Mi abuela cosía, su madre hacía postres. Una tuvo catorce hijos, once la otra. Todos ya están muertos y ocupan el suelo de un país del pasado. Yo cambié la historia, pude viajar y escribir.


7
Una hija extranjera, una madre extranjera para la hija también. Hablan lenguas distintas. Comunicadas por un cordón de carne y leche, como todas las madres y todas las hijas.
 
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