Los lobos [fragmento]

Samuel Isamu Kishi Leopo, Luis Briones Macías y Sofía Gómez Córdova

 

Ext. complejo de departamentos en Bishop —Día
Los numerosos y pequeños departamentos se concentran alrededor de un patio igual de solitario que la ciudad. Sólo el murmullo de los televisores, de las radios y del trajinar de los habitantes revela que alguien vive ahí.
Lucía, Max y Leo cruzan el patio.
Lucía comprueba la dirección en su cuaderno. Leo y Max observan todo con curiosidad atemorizada.
Caminan por un pasillo y llegan al departamento indicado. Lucía toca.
Se entreabre una puerta. Del departamento sale el sonido de una vieja balada ochentera vietnamita, algo así como la versión oriental de Amanda Miguel. De la puerta se asoma el Señor Pich (70), vietnamita de aspecto arisco.

Lucía
We… I… departamento.

El Señor Pich se le queda viendo y responde algo en vietnamita. Abre de lleno la puerta y lo descubrimos con un perrito pequeño en sus brazos. Lucía no sabe qué hacer e intenta darse a entender haciendo señas al papel con la dirección que apuntó. El Señor Pich los observa.

Lucía
Apartamento? Rent?

El Señor Pich extiende su mano y toma el papel. Lo observa con detenimiento y luego mira a Lucía y a los niños.

El Señor Pich sale de su casa, cierra la puerta y con señas indica que lo sigan. Lucía y los niños lo observan desconcertados. Lo siguen.

8 Ext/int. pasillo/departamento Bishop —Día
El manojo de llaves que carga el Señor Pich resuena con cada paso del anciano, mientras avanzan por un pasillo de la planta alta hasta llegar al último departamento.

corte a:
Un cuarto pequeño que podría ser la sala, un baño y una habitación aun más pequeña. No hay cocina. Tampoco cortinas, pero ni siquiera así entra suficiente luz.
Max y Leo lo examinan con desagrado. Lucía mira al Señor Pich con recelo.
El anciano hace la mecánica e indiferente rutina de «mostrar» el lugar. Entra, se dirige al baño y abre bien la puerta, señala hacia dentro pero no dice nada. Hace exactamente lo mismo con el cuartito. Lucía y los niños lo observan desde el mismo lugar en donde se pararon al entrar.
El Señor Pich regresa lentamente con ellos, se planta frente a Lucía y le extiende la mano. Le cobra en vietnamita.

Lucía
¿Cuánto?

El Señor Pich apunta en una libreta la cantidad: 400 para el depósito y otros 400 para la renta mensual. Le indica a Lucía el cuatro con los dedos de las manos.
Esa cifra no convence en absoluto a Lucía.

9 Ext. mini supermercado —Más tarde
El sol pega muy fuerte. En la fachada de un minisúper con decoraciones mexicanas, Lucía observa un muro plagado de anuncios improvisados de todo tipo: ofertas de trabajo, servicios, renta de departamentos y habitaciones, ventas de cochera, personas y perros extraviados. Algunos de los anuncios son apenas legibles escritos a mano en hojas de cuaderno.
Lucía anota en su libreta varios teléfonos. Max observa preocupado a su madre y Leo juega arriba de un pequeño y destartalado caballito mecánico. Leo simula que el caballo se mueve como si le hubieran puesto monedas.
Por la calle, uno que otro auto pasa a gran velocidad. El estacionamiento está vacío, salvo un par de vehículos.
Del brazo de Lucía cuelga una bolsa de plástico con algunas cosas que compró en el minisúper. Max se acerca a ella.

Max
¿Me das agua?

Lucía saca de la bolsa una botella de agua y se la da a Max, para después echar un último vistazo a los anuncios y cerrar su cuaderno.

10 Secuencia de montaje —Departamentos, cuartos, edificios
La familia acude a ver distintos lugares en renta.
A) Un departamento un poco más amplio. Lo recorren y encuentran que en cada habitación hay más de una familia, con espacios separados por cortinas.
B) Un cuarto diminuto con baño comunal, una fría luz parpadea. A lo lejos se escucha al vecino discutir con alguien.
C) Una casa que está ocupada en su mayoría por hombres. El lugar que rentan es un espacio junto al refrigerador.
El hombre que les da informes toma cerveza y mira de manera lujuriosa a Lucía, que apenas contiene su molestia.
D) Una sucia buhardilla de azotea rodeada de perros histéricos.

corte a:

11 Ext. estacionamiento restaurante hamburguesas —Día
La familia sentada en las mesas del exterior de un McDonald’s. Lucía está sumergida en sus pensamientos. Leo come una galleta. Max mira a su madre y tímidamente se dirige a ella.

Max
Ma… ¿Podemos comprar una hamburguesa?

Lucía no contesta. Max no insiste.

12 Ext. complejo de departamentos en Bishop —Tarde
La noche se aproxima. Nuevamente, Lucía y los niños cruzan el patio. Ahora se escucha más movimiento dentro de los departamentos. Un par de señores llegan de trabajar.
Lucía toca la puerta del Señor Pich.
Abre la Señora Maly (70), anciana vietnamita que viste un conjunto de pants color verde pistache. Observa a los chicos con un aire enternecido.

Lucía
Disculpe… We…

Sra. Maly
(interrumpe)
Apaltment, yes. One second, yes.

La Señora va por las llaves. Lucía desvía su mirada hacia la explanada. Una melodía ochentera vietnamita se escucha desde el fondo del departamento.
La Señora Maly regresa con el manojo de llaves.

Sra. Maly
Pich said you be back!

Apresurada, les indica que la sigan. Su energía contrasta con la del Señor PichLos tres caminan tras ella.

13 Int/ext. departamento Bishop/explanada —Tarde
La puerta del diminuto departamento se abre.
En comparación con los lugares que acaban de ver, éste hasta parece acogedor ahora.
Maly hace el mismo ritual de muestra que el Señor Pich, en versión entusiasta y hablada.

Sra. Maly
Batlom, batlom!

Lucía se acerca para verlo, pero la Señora Maly cierra la puerta enseguida y abre la del cuartito.

Sra. Maly
Betlom, betlom!

La Señora Maly cierra la puerta y voltea hacia Lucía.

Sra. Maly
Money! Fol hundled!

Max se asoma al baño y escucha con atención algo que parece provenir de las cañerías, aún más sucias que el resto del baño.
Lucía saca el bote de papas Pringles y cuenta el dinero. La Señora Maly inspecciona el aspecto de ella y de los chicos mientras los billetes pasan entre los dedos de Lucía.
La pequeña recámara es todavía más oscura que la sala. Max abre la puerta y la observa con disgusto.

Sra. Maly
One hundled!

Lucía la observa intentando descifrar el acento de Maly.

Sra. Maly
One hundled! One hundled!

Contrariada, Lucía le pide el dinero de vuelta y cuenta de nuevo.
Max y Leo observan el patio del complejo a través de la ventana. Todo se ve tan calmado, tan silencioso, que les incomoda.
Lucía saca otro billete más del bote y entrega el dinero. La Señora Maly se va.
Lucía y los niños se quedan contemplando el espacio, Lucía mira a los chicos y trata de dibujar para ellos una sonrisa.
Max se sienta en medio del cuarto. Toca el suelo. Está frío. Leo se quita también de la ventana y se sienta junto a su hermano, imitando su posición.

14 Int. departamento Bishop —Noche
Max y Lucía desempacan sus cosas en la sala. Ella saca un viejo libro de Inglés sin esfuerzo. Leo toca al azar las teclas de un piano de juguete. Las desafinadas notas rompen el silencio del apartamento.

Max
¿Aquí vas a seguir estudiando para enfermera?

Lucía mira a Max, sonríe forzadamente y se levanta.
Lucía
No sé, ya que estemos instalados voy a ver.

Max asiente. Saca un par de luchadores con ring incluido, unas tortugas ninja, una daga de plástico y una cartera café. Saca también una vieja grabadora de voz para cassette que sobrevive desde la década de los 90. Acomoda todo en hilera. Señala cosa por cosa.

Max
(a Leo)
Tuyos, tuyas, mía, mía.

Leo toma la cartera. En el interior, una credencial en la que se ve un joven con uniforme de policía municipal.

Max
¡¡Déjala!!

Max le arrebata la cartera bruscamente. Leo lo observa con disgusto y regresa a tocar su piano.

Leo
¿Dónde vamos a dormir?

Max juzga a Leo con la mirada.

Max
Pues en el piso, ¿no ves?

Lucía levanta la mirada y observa a sus hijos. Pensativa, continúa desempacando. Saca una bolsa donde guarda algunas fotos y audiocassettes. Toma uno que tiene rotulado «Abuelito».

Lucía
¿Quieren escuchar a su abuelito?

Leo asiente y Lucía pone el cassettes en la grabadora. Presiona play. Los cabezales avanzan lentamente. Se escucha el rasgueo de una guitarra acústica y una melodía que parece ser un son jarocho.

Lucía
 (o.s.)
¿Se saben la historia de los lobos que no tenían miedo?

Leo niega con la cabeza y se dispone a escuchar. Max se hace tonto con su mochila. Desempaca cosas, las vuelve a guardar, las acomoda, fingiendo que no escucha, pero para la oreja disimuladamente.

Lucía
Había una vez una familia de lobos compuesta por la mamá loba y sus
dos cachorros. Los tres vivían muy felices en el bosque. Les encantaba
jugar, correr y ladrar. A veces la mamá loba tenía que salir para
conseguir comida y los cachorros se tenían que quedar solos y les daba
mucho miedo. Cualquier cosa los asustaba: cuando las ranas croaban,
cuando los grillos cantaban y cuando escuchaban los ruidos de otros
animales salvajes. La mamá loba se dio cuenta de esto y se preocupó
mucho porque sabía que tenían que ser feroces para sobrevivir.

Silencio…

Leo
¿Y luego?

Lucía mira a Leo y luego a Max.

Lucía
Ella se acordó que su papá le dijo que para que un lobo creciera sin
miedo tenía que aullarle a la luna y la luna los haría fuertes y valientes, siempre y cuando le aullaran con todas sus fuerzas.

Max
¿Lo estás inventando?

Lucía
No… Le dijo que lo mejor es aullarle a la luna cuando esté llena…
Como la luna de esta noche, ¿ya la vieron?
Max y Leo
No…

Lucía
A ver. Hay que asomarnos.

Se dirigen a la ventana. Miran hacia el cielo. Una gran luna llena ilumina el barrio.

Max y Leo
¡Oh!

Lucía
 (como lobo)
¡Auuuuuu!

Leo
¡Auuuuuu!

Max mira a su madre y su hermano aullar. Lucía hace un gesto invitándolo a aullar. Max accede y se acerca lentamente. Lanza un fuerte aullido.

Lucía, Leo Y Max
¡Auuuuuuuu!

15 Ext. barrio Bishop —Mañana
Una mañana tranquila en la explanada de los departamentos.

16 Int. baño departamento Bishop —Mañana
Lucía está sentada en la taza del baño con la mirada perdida, después de unos segundos se levanta y se acomoda la ropa. Abre la llave del lavabo, se lava las manos, se moja la cara. Observa en el espejo su rostro cansado, melancólico.

17 Int. departamento Bishop —Más tarde
La luz de la ventana se cuela débilmente al rincón del departamento donde duermen Max y Leo. Un momento de tranquilo silencio. Lucía observa por un momento a los chicos, hasta que toma fuerzas y se acerca lentamente, se agacha junto a ellos y los sacude.
Lucía
 (hablando bajito)
Leo… Max…

Los chicos tienen el sueño pesado. Lucía insiste.

Lucía
Leo… Max…

Max se mueve aletargado, bosteza, contempla el techo y luego a su madre.

Lucía
Ya me voy…

Amodorrado, Max se talla los ojos y se incorpora.

Max
¿A dónde?

Lucía
A ver lo del trabajo.

Max
Vamos contigo.

Lucía
No se puede…

Max
Nos cambiamos y vamos.

Leo se incorpora, se talla los ojos y se queda mirando fijamente su tenis. Lucía saca de su mochila un par de bolsas de plástico y de una de ellas toma una botella de agua y un paquete de galletas, abre el paquete, come una y le ofrece a Max. Max toma una galleta pero no la mastica, se queda esperando la respuesta de su mamá. Lucía mira seriamente a Max.
Lucía
Ya lo habíamos hablado.

Decepcionado, Max le da una pequeña mordida a la galleta.

Lucía
Tengo que juntar dinero para que estemos bien.

Leo
Y para ir a Disney.

Lucía asiente sin convicción. El apartamento vacío. Los sweaters de los chicos usados como almohadas. Sus chamarras como cobijas.

Leo
¡Síííí! ¡Disney, Disney, Disney!

Max
¡Ya cállate!

Lucía se limita a dirigirle una mirada severa a Max y éste agacha la cabeza, molesto. Lucía les muestra la grabadora de voz. Saca el cassette del «Abuelito» y mete otro sin rotular.

Lucía
Necesitamos reglas.

Ella aprieta el botón de rec.

Lucía
(a la grabadora)
Regla número uno: No salir nunca del departamento.

Max
¿Y si se está quemando?

Lucía
Bueno, si se está quemando sí. Dos: Tener limpio el departamento.
Tres: Cuidarse entre hermanos. Número cuatro: Abrazarse después
de una pelea. Cinco: No llorar.

Lucía voltea a ver a Leo y a Max. Los niños la miran con profunda atención y asienten.

Lucía
Seis: No decir mentiras.

Lucía se dirige a Leo.

Lucía
¿Cuál es la regla número uno?

Leo indica con una sonrisa que ya se le olvidó.

Lucía
Para eso se las voy a dejar aquí grabadas. Escúchenlas para
que no se les olviden. Si queremos, luego podemos grabar más reglas
que se nos ocurran.

Lucía les sonríe y ellos la ven con desconcierto y temor. Leo asiente con optimismo. Max se queda cabizbajo y comienza a jugar con un hilo que se desprendió de su pantalón. Lucía mira fijamente a Max hasta que éste la voltea a ver.

Lucía
Max… Ahora estás a cargo y debes cuidar la casa cuando no esté.

Max la observa con seriedad y luego baja la mirada. Se hace un silencio.

Lucía
¿Me oíste?

Max rompe el hilo con el que jugaba y asiente, abrumado.

Lucía saca de su maleta un pequeño reloj electrónico y lo muestra a los chicos.

Lucía
Cuando el reloj marque las 7 voy a estar de regreso.
Les dejo comida y agua. Si me
extrañan, prendan la grabadora.

Lucía abraza y besa con fuerza a los niños. Inmediatamente se levanta y se marcha sin mirar atrás.
Los chicos ven a su madre salir y la puerta cerrarse. Escuchan sus pasos alejarse…
…Se quedan quietos, atentos al sonido cada vez más débil de los pasos.
Cuando dejan de escucharse, se levantan y se dirigen a la ventana.
Los dos niños se asoman. Miran a Lucía atravesar la explanada.

18 Ext. departamento Bishop —mañana
Lucía camina con prisa. Una ambulancia suena a lo lejos. Su rostro expresa preocupación.
Se detiene. Mira hacia el departamento. Ahí están Max y Leo mirándola desde la ventana.
Lucía cambia su expresión. Sonríe y les saca la lengua. Los chicos le responden con gestos, lenguas, bizcos. Lucía agita su mano, se da la media vuelta y su expresión vuelve a ensombrecerse. Sigue caminando.

19 Int. departamento Bishop —Día
Max y Leo ven el reloj que marca las 11 am. Max se pone los auriculares del estetoscopio en los oídos y coloca el diafragma en el pecho de Leo.

corte a:
Leo grita y corre como loco en círculos. Una vuelta, otra, otra, otra. Max lo sigue con la mirada casi hipnotizado, hasta que Leo se detiene frente a él y Max le pone el estetoscopio para escuchar los latidos acelerados de Leo, seguido le da los auriculares a Leo para que escuche sus propios latidos.
Leo escucha. Los latidos suenan como un poderoso y acelerado tambor.

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