Él me dijo:
Todo nacimiento es el triunfo de la voluntad de nacer
Yo escuchaba
Él me dijo:
No hay nada muerto
Todo lo muerto es una forma de vida
Yo escuchaba
Nos quedamos un momento después
¿Dónde vamos a despertar?
Yo evitaba la respuesta
Venía a visitarme al país donde cada habitación es un bosque
de pequeños pozos húmedos trenzados sobre sí
Empollábamos insectos y huevos de ñandú
Sin embargo
nuestra cama era una goma caliente y el corazón se lavaba en aguarrás
la excitación del plexo ovacionado en un batir de regla
una flor ardiente y voraz queriendo derramar su leche en ganglios
Esa fuerza anónima y oscura
que hace parir mil monstruos después de coger
¿Por qué no soy todo?, decía
¿Por qué no somos libres?
Yo adelgazaba de tanto sudar
Parecía un fantasma con dolor de pecho
Le hablaba de semillas y hojas y bichos
De la mezcla de todas las frutas y jugos
De la danza orgiástica y elemental
Él escuchaba
Nos travestíamos
Él quería ser hombre y ser mujer
Yo no quería ser mujer ni hombre
Él me decía hembra
Yo le decía bruja
Nos borrábamos del mundo por dos días
Dos días sin dejar de coger
Deseábamos con mucha intensidad
Creamos las fuerzas, luego se imponen
Necesitábamos sentir
Pero a la mañana el sol me irritaba los ojos
Entonces volvía a mis doce cuartos
bajo tierra
Y cerraba todos mis orificios
Él anotaba la cifra
de mis desapariciones
en un cuadernito que escondía tras la almohada
Ponía una cruz cada vez que me veía con otro hombre
Yo ponía una sábana sobre otra sábana
Así cubría mi delgadez
e intentaba tapar el olor de los cuerpos
Tenía mal aliento
y culpa y rencor
Las férulas son ángeles petrificados
Yo era mi propia gárgola
Escribía mis faltas en el cuadernito de escribir
La columna lumbar
Pensaba en Kant
Si pudiera olvidar a Kant…
Ahora necesito salir
Necesito irme lejos
Donde ya no seas más mi Hijo