I
Soy buena porque abro las piernas.
Yo crié las ovejas,
yo degollé las ovejas,
y zampé sus cabecitas blancas en estacas alrededor
/de mi casa.
La gente sabía que yo era buena
porque cerraba mis piernas únicamente el día
/que destazaba las ovejas.
Yo era tan buena,
la falda subida, las piernas abiertas,
que las gentes pensaban que las cabezas de las ovejas
/eran mis muñecas,
cosidas con mis manos,
pegadas con mi saliva,
bellos labios rojos pintados,
con la sangre que brotaba de entre mis piernas.
Si cierro las piernas, ya no seré buena.
De mi sangre brotarán los hombres más infelices
y usted me dejará
con el hociquito listo,
la falda rasgada,
y mis ovejas perdidas
balando,
aullando.
Lejos.
II
Parí
cuantas veces pude
los hombres de la nueva raza.
Pero sólo lo terrible se desprende de mí.
Cuánto coágulo,
cuánto plasma,
cuántos hombres que se degüellan como yo degollaba
/a mis ovejas.
Habría sido mejor parir piedras.
III
Piedra no engendra piedra.
IV
No pude parir con la fuerza con que se pare el mármol
/y los bellos cuerpos de las estatuas.
Mis hijos
sin ojos,
mis hijos tuertos
mis hijos sin piernas,
mis hijos
brotan
como brota la mala hierba
y se pudren
como el fruto caído.
V
Me anudé un cinturón de piedras
para golpearme el vientre en cada paso.
Yo habría querido aplastar
a aquellos hijos sin brazos,
aplastarles la cabeza con la piedra que destroza
/los sesos de la oveja.