(Ciudad de México, 1984). Es periodista cultural, crítico de cine y traductor literario. Actualmente trabaja en la traducción de una obra de la cineasta Chantal Akerman, producto de una residencia en Seneffe, Bélgica.
En La séptima cruz (1942) se menciona el nombre de Greta Garbo. De minucioso detallismo visual, el ensamblaje de la novela de Anna Seghers da cuenta de una narrativa paralela que ya remite al cine. Aunque al principio no es evidente, la escritora alemana cuenta de manera simultánea las aventuras e infortunios que, durante siete días, viven siete prisioneros que escaparon de un campo de concentración en Westhofen, municipio en el estado alemán de Renania, en 1936. Uno de los pasajes más emocionantes es en el que Franz Marnet cita en una sala de cine a Elli, la chica que lo dejó para casarse con su antiguo amigo Georg, uno de los fugitivos. Instalada en la oscuridad, ella ignora por qué la amiga que supuestamente la invitó no llega. Seghers no lo dice, pero se deduce por un pasaje anterior, en apariencia sin importancia, que aunque están separados en la sala, ambos están viendo La reina Cristina (1933) de Rouben Mamoulian. Uno se puede imaginar la emoción de ver a Garbo cabalgando en un paisaje nevado, y también la turbación de Franz de volver a estar cerca de la mujer que no ha podido olvidar, vigilada por la policía secreta. Igual que la divina Greta, que jamás volvió a los sets después de la guerra. La séptima cruz apunta y previene: la Segunda Guerra va a modificarlo todo. Eso es irrebatible ahora, lo curioso es que Seghers escribió la novela durante el viaje que finalmente la trajo a México en 1941, según cuenta su bisnieta, es decir, casi en tiempo real. En la novela, Seghers narra lo que ocurre antes de que se hiciera evidente la cruel y brutal maquinaria de la Alemania nazi.
Sueños de un seductor
Dice Paul Virilio que los artistas son víctimas porque anuncian lo que viene, una especie de videntes destinados al sacrificio, personas que con su talento se exponen y ofrecen a un grave riesgo en obsequio de otras. La séptima cruz es menos biográfica que Tránsito (1944), novela en la que Seghers reflexiona y ficcionaliza su experiencia y la de tantos otros en Marsella para conseguir los visados y abandonar Europa antes de tiempo. Gilberto Bosques, cónsul mexicano en Francia, emitió cuarenta mil visas que permitieron la fértil experiencia de los exilios español y alemán en México. En La séptima cruz, que publicó en su día El Libro Libre —importante esfuerzo editorial que convirtió a México en el centro del exilio alemán antifascista—, Seghers toma prestadas historias que probablemente escuchó o le contaron, vivencias de quienes ya eran objeto de persecución por diversos motivos. Comenta Claudia Cabrera, la traductora a cargo del proyecto de traducción que recupera las novelas de Seghers relacionadas con su exilio en México, que lo que desembocó en la guerra comenzó a gestarse mucho tiempo antes. A diferencia de otras obras literarias sobre el tema, La séptima cruz no se enfoca en la persecución de los judíos sino de los comunistas. La misma Seghers, criada como judía, renunció a la religión por su afinidad ideológica con el comunismo. El protagonista de su novela es Georg Heisler, un seductor que gracias a su amigo Franz desarrolla ideales de justicia laboral y social. Como les sucede a muy pocos, el compromiso y la conciencia para reconocer los problemas y hacer lo posible para cambiar la realidad sobreviven en Georg aun pasada la rebeldía natural de la juventud; a diferencia de él, la actitud combatiente y justiciera se añeja en Franz.
Delirios y pesadillas
Seghers se empeñó en crear múltiples narrativas que dan cuenta de un clima barrial y vecinal en el que hay sospechas, rumores, chismes, cuchicheos, frases sotto voce, alertas sobre personas que están siendo investigadas por sus convicciones políticas. Se trata, por supuesto, de una atmósfera ambigua que pone a prueba la bondad, la camaradería y que descubre el miedo de quienes niegan o delatan, y también la valentía de los que protegen y apoyan a los que son motivo de especulaciones. Hay ecos de La séptima cruz en obras contemporáneas, por ejemplo, el filme de Michael Haneke La cinta blanca (2009), que hace una lectura a contrapelo del clima social de rabia, murmuraciones, envidias, mentiras y ocultamientos en un pueblo alemán en el período anterior inmediato a la Primera Guerra, que se enfoca en los niños que van a ser adultos en la Alemania nazi. En Seghers aparecen las juventudes hitlerianas que celebran la humillación de los traidores, y también niños, como se lee en este pasaje: «casi sin su participación, Georg se vio rodeado por la manada de niños. Ni siquiera había tenido que tocar una flauta, como el de Hamelin. Toda la manada presentía, con una sagacidad inquebrantable, que este hombre llevaba algo dentro de sí, una aventura o una desgracia singular o un destino. Aunque todo eso, por supuesto, les resultaba nebuloso. Sólo se acercaron mucho a Georg y platicaron y le echaron miradas de reojo a su mano vendada».
La traducción: un sueño posible
Poco atendido, el exilio alemán en México tuvo una veta cultural de altos vuelos. No sólo Seghers, también destacan el fotógrafo y cineasta Walter Reuter, la escritora Mariana Frenk, que tradujo al alemán a Rulfo, y su segundo esposo, el crítico e historiador Paul Westheim, pionero en el estudio del arte mesoamericano. De igual manera las actrices Steffie Spira y Brigitte Alexander y las escritoras Alice Rühle-Gerstel y Lenka Reinerova, que llegaron por intermediación del cónsul Bosques. Gracias a su investigación para traducir El hacha de Wandsbek (2019) de Arnold Zweig, Claudia Cabrera estudió la terminología nazi que abunda en La séptima cruz, cuya portada original, con diseño del grabador Leopoldo Méndez, muestra a un oficial nazi con uniforme militar detrás de un árbol cortado a la mitad, tal como se alude al inicio de la novela. Coeditada por La Cifra y Elefanta, la nueva edición incluye un anexo con múltiples referencias a hechos, conmemoraciones y usos y costumbres que ayuda a entender a cabalidad la obra; la decisión de incluir el apéndice responde a palabras o frases que remiten a un lenguaje y periodo que poco o nada le dice al lector de hoy. Por ejemplo, el «domingo de guisado único», una campaña de propaganda introducida por el régimen nazi en la que de octubre a marzo, una vez al mes, se debía comer un único guisado en todos los hogares alemanes; el dinero que se ahorraban las familias era recaudado puerta a puerta y destinado a personas de escasos recursos.
La traducción de Cabrera de La séptima cruz es un trabajo colosal al verter en español una novela capital de la literatura sobre la Segunda Guerra y la angustia colectiva en la Alemania nazi. Es también una obra importante de la literatura mexicana del exilio alemán. Para la traductora es imprescindible que las obras de Seghers producto de su exilio en México —ya sea inspiradas o gestadas desde aquí— se lean en español mexicano. De manera feliz se puede anticipar que el plan de Cabrera continúa. Pronto La séptima cruz tendrá una versión en formato de novela gráfica. Además Cabrera ya trabaja en la traducción del libro La excursión de las niñas muertas, así como en la de los relatos «Crisanta» y «El verdadero azul» (inédito en español), que Seghers escribió al volver a Alemania. Se trata de un proyecto muy importante que va tras las huellas del exilio alemán y que intenta pagar la deuda con los escritores y artistas que encontraron libertad creativa en México y que hoy siguen olvidados de manera injusta. La apuesta de la traductora ha abierto la puerta para redescubrir el exilio y sus frutos dorados