Atormentados y finales como un desahuciado reciente
que apenas balbucea y maldice con ruda palabra su suerte
así tú y yo amándonos y odiándonos
cada uno en su esquina en su pequeño espacio de verdades
levantando su precario edificio de naipes
Y entonces
un roce un gesto una torpeza inevitable
hacía caer la risa sobre nuestras cabezas
como un paracaídas de colores que abre todos sus pliegues
y se tensa
y deja que entre el aire y lo conduzca
caprichoso y seguro hasta la tierra
La risa hacía que los cuerpos se buscaran
dóciles ahora y alegres
perdonando
Tu risa vuelve a veces con sus ecos
hasta la noche altísima donde te has instalado como un silencio nuevo
y yo río contigo te celebro
y mi risa es mi llanto.