(Buenos Aires, 1971). Su última publicación es Tensión y sentido. Una introducción a la poesía contemporánea (Taurus, 2020).
Cada una de sus cartas aviva lo que somos y las posibilidades del sueño y la demora, muestra un espejo donde aparecen siglos de infancia condensados en la imagen de unos niños enamorados tirándose del pelo. No tiene nada que ver con mis lecturas sobre Giordano Bruno ni con la sorprendente humedad de esta estación saturada de burbujas, recuerdos tibios que van de un lado a otro imitando a las luces de los coches de una ciudad desértica. En otra época se habría dicho que las clarinetistas saltaban desde los tejados de las casas donde apenas ardía un poco de leña cada noche y volaban un rato en los sueños ajenos antes de hacerse polvo contra las piedras, recuperando para los demás ese trozo de vida que nos falta, y se elevaban de nuevo, polvo secreto sobre los bosques cercanos, y su música sonaba para siempre, en los desvanes y en los nietos, sigilosa y alegre, cogidos de la mano. Nada que ver con las excavaciones submarinas ni con el falso mito de los bombones envenenados, pero ahora es así, pongo la radio y oigo lo que habría querido decir antes, las oscuras motivaciones de la hierba son las nuestras.