La manzana / Sara Paulina Ordóñez Padilla

Prepartoria 13 / 2015 B

Cuando Blancanieves mordió la manzana, ésta cayó al suelo. Pero la manzana no se detuvo, continuó rodando colina abajo hasta llegar a un río.
     La corriente llevó la manzana hasta un pequeño pueblo. En la orilla de aquel río se encontraba una jovencita que lavaba ropas, cuando vio la manzana dirigirse  hacia ella.
     Emocionada, tomó la manzana y regresó a casa para hacer con ella una tarta. Pasó toda la tarde cocinando, pues quería que su tarta fuera la más deliciosa, ya que la compartiría con todo el pueblo.
     Una vez lista, se dirigió al centro del poblado, donde reunió a todos para compartir su postre. Una vez ahí, todos disfrutaron de la tarta de la jovencita, al tiempo que comentaban lo deliciosa que estaba. Sin embargo, la jovencita no pudo disfrutar su tarta. Al llegar la noche, la gente del pueblo seguía reunida en el centro,  pero la jovencita se retiró a casa. Todas las personas agradecieron y felicitaron a la jovencita por su tarta.
     A la mañana siguiente, al pasar por el centro del pueblo, la jovencita contempló horrorizada cómo decenas de cadáveres con los ojos blancos, espuma en la boca y sangre en la nariz, yacían inertes por las calles, los cadáveres de quienes habían comido de la tarta la noche anterior. Todo el pueblo había muerto.
     La jovencita, sin saber qué hacer, corrió de vuelta a su casa y al entrar a la cocina observó los restos de la manzana.
     Una rebanada que había quedado se había ennegrecido a causa del veneno que contenía.
     La jovencita tomó la rebanada de manzana, cerró los ojos y se la  metió a la boca.

 

Comparte este texto: