3
No me reconozcas,
No me encuentres, te ruego,
No vengas,
No llames, te suplico.
No seas el perfume en todas las cosas,
la huella del pulgar, la firma,
No me marques como tuya,
No te quedes a la puerta de mis ojos
mirando hacia el mundo,
No seas el nacimiento de mi respiración,
No seas la pantalla de mi mente,
La tinta de mi pluma,
No seas bondadoso.
No seas un puesto de avanzada en mi corazón,
No entres,
No ocupes esta casa,
No me tomes de la mano,
No me tengas cerca,
No seas el presente
o el pasado,
No te vuelvas mi futuro.
No seas los poros de esta piel,
No seas esta soledad,
No seas el espacio entre mis palabras,
No seas la esencia de todas las enseñanzas,
No vayas al mundo,
No regreses a mí,
No busques a través del tiempo,
No me seques las lágrimas,
ni mantengas mi angustia temblando como un ciervo en una cerca,
Y luego te desvanezcas en el éter como voluta de incienso.
No seas el oro de mi alma.
No seas las horas del día,
No seas los latidos de mi corazón,
No seas las estaciones que cambian,
No seas el polvo en mis suelas.
No sonrías,
No seas gentil,
No seas el cielo nocturno bajo el que yazgo,
No seas la promesa de las estrellas
Ni los juegos de la luna,
No vengas muy tarde, no vengas muy pronto.
No seas el sol naciente
y sus ropajes de calor,
No seas el sol poniente
y sus ropajes de sueño,
No seas la incandescencia de mis sueños.
No seas la simplicidad del niño,
No seas la risa en el viento
y el fuego que arde en mí,
No seas el abrazo contra las mareas de la vida,
No seas el sol que me da luz,
No des nombres
como puentes para encontrarte,
No dejes tus huellas como claves,
No marques el universo con tus signos,
No me llames «mía » .
No me bendigas
y quites tu mano de mi cabeza,
No dejes mi corazón vulnerable
como un becerro recién nacido,
No me dejes viviendo,
No me dejes muerta.
No seas las ramas
precipitándose hacia el cielo,
No seas el tronco plantado en la tierra,
No seas la entrega de las flores,
No seas el gusano volteando la tierra
o la mariposa desafiando al aire,
No seas la bendición de las hojas que caen,
o el aceite en el que ardo,
No seas la hierba hollada bajo mis pies,
No, no seas la semilla en mi corazón
ni el río en mis venas,
No seas mi placer ni mi dolor,
las cosas que pierdo, las cosas que gano.
No seas el camino por el que viajo,
ni el incienso de los días,
No seas la paciencia entre los encuentros,
No seas las cosas que no dice este poema,
No seas mi espera,
No seas mi obediencia,
No me enseñes entrega,
No seas la humildad que rechaza este poema,
No seas el silencio escudándonos del mundo,
No me enseñes control,
No seas gentil mi Maestro,
No me derritas en fuegos ocultos,
No tires de las cuerdas como un titiritero.
Me estoy quebrando quebrando quebrando.
4
Esta espera:
como una serpiente enroscada
en el vientre,
como un lago congelado,
como un nido de pájaros que no vuelan,
que nacen ciegos picos abiertos,
como una bestia salvaje
desgarrándome en dos,
como ortigas, zarzas, espinas
como una mimosa,
como un reloj que se ha detenido,
un espejo en llamas.
Y los ojos, húmedos
como trapos mojados en aceite.
16
En toda esta escritura
oigo tu risa:
Cayó sobre mi mano, marcó una letra.
Juro que ardía, cantaba, bruñía y se desvaneció
como una linterna en la noche negra
frente a mis ojos atónitos,
se fundió, destelló, se desvaneció,
fue un acto sobre mi corazón gregario,
¿o era mi piel respirando tu nombre?
20
Había hojas cayendo esta mañana
una por una,
como sílabas sin acento muy apartadas en una frase,
Y ahora
un poco
más rápido,
hacia
la
tierra
como deshechos de mariposas caramelo
invirtiendo
la dirección.
Hay en esto una metáfora que sé,
Porque todo fulgura de poesía,
Como: Voy cayendo hacia ti.
Como: Todo termina en la tierra,
Como: Mi estación está cambiando.
O
¿Me atrevo a caer hacia ti ?
¿Me atrevo a terminar en la tierra ?
¿Me atrevo a cambiar con la estación ?
¿Te atreves tú?
26
Has retirado tu color,
Como una aguja que se desenhebra,
tinte que se va de una tela,
la marea retirándose de la orilla,
lluvia de una nube, calor del fuego, humedad del agua,
negro del carbón, rareza de una orquídea, fragancia del sándalo.
Yo: un pájaro cayendo abajo, abajo, abajo ,
una rueda que se va deteniendo,
o una rueda que gira otra vez.
Tres pasos,
¡y estoy de regreso!
una mariposa en un capullo.
Una conocida voz pequeña, pequeña, contrariada,
la voz que condiciona, no perdona, necesita esto o aquello
viene a estrecharme la mano.
¿Qué fue todo eso?
¿A qué regresé yo? ¿A dónde me llevaste?
¿Eras real?
¿Cuándo ascenderemos otra vez?
¿Quién lleva a quién?
Versión del inglés de Elsa Cross.