Octavio Paz y la India / Minni Sawhney

Octavio Paz ha sido el intelectual latinoamericano más famoso que se ha relacionado con la India. Fungiendo como agregado cultural en 1952 y embajador de 1962 a 1968 en Nueva Delhi, la obra de Paz es un punto de referencia acerca de ese país desde el academicismo occidental. En sus escritos, que a menudo han generado reñidos debates tanto en la India como en México, ha sostenido que pretende ofrecer un criticismo trascendente o explicaciones globales de los fenómenos, y que no desea inmiscuirse en políticas partidistas. Dado que no clasificó los temas de la India con base en la marginalidad y la carencia, los académicos indios se han visto tentados a verlo desde la lente del orientalismo (como a Edward Said) y no del postcolonialismo. Por otro lado, se debe mencionar que el orientalismo hispánico tiene una tradición de pluralidad y apertura, así como un pasado inclusivo con raíces en las culturas árabes del norte de África, y muchos escritores latinoamericanos como Paz se han impregnado de dicha tradición. Su propio continente y su modernidad han sido objeto de las interpretaciones racistas de los pensadores europeos durante el medio siglo previo a las independencias y por ello se han vuelto sensibles a las disyunciones de otro tipo de modernidades. Su inspiración y su metodología han consistido en comparaciones, analogías, fusiones y repeticiones rescatadas del movimiento europeo del surrealismo; en este sentido, han tratado de levantar puentes entre la modernidad india y la de sus propios países, encontrando en esta última puntos de referencia viables para la vida contemporánea. He intentado describir la metodología que usó Paz en su análisis de la India, así como en su imaginería, para mostrar su conexión personal con el país. El análisis de América Latina no forma parte de mi discurso. Las culturas milenarias se atraen entre sí porque, contrario al orientalismo, encuentran similaridades entre ellas en lugar de dicotomías (1).

      Las categorías de análisis de Paz difieren considerablemente de la rúbrica orientalista que estudiaron autores como Edward Said o Ronald Inden. Contrario a los indólogos, no se enfocó solamente en la antigua India, y al estudiarla no lo hizo con idealización apresurada; no se concentró únicamente en el hinduismo, sino también en el budismo, y cuando observó a la India moderna, la cosmopolita cara exterior no lo distrajo. Paz nunca posicionó a Oriente como opuesto a Occidente, y tampoco lo miraba como una masa homogénea: su interés en diversas culturas como la japonesa es bien conocido. No hizo una cosificación del carácter nacional de México o la India; siempre enfatizó que el carácter mexicano era el resultado de su historia y sus circunstancias. La India lo sedujo porque inmediatamente pudo ver su singularidad, una característica que también México tiene. En sus propias palabras:

el hecho de ser mexicano me ayudó a ver las diferencias de la India [… desde mis diferencias de mexicano. […] puedo comprender, hasta cierto punto, qué significa ser indio porque soy mexicano (2).

En El laberinto de la soledad (1950) aborda la personalidad reservada y disimulada del mexicano y las máscaras que usa para esconder su verdadero yo. Atribuye estas características a la alienación distintiva de una sociedad que ha entrado a la modernidad con demasiada prisa. El remedio que propone es el diálogo con el mundo para recuperar el pasado.
      En Vislumbres de la India (1995) dibuja una analogía con la reticencia y el sistema de castas como mecanismo de defensa para mantener fuera el mundo exterior. Según Paz, la India ha diseñado un ingenioso método propio basado en la naturaleza, el cual giraba en torno a la pureza y los hábitos alimentarios. La palabra en hindi es jati: especies que se originaron en el mundo natural, cada una de las cuales tiene su lugar en la estructura, y el trabajo está dividido consecuentemente. Lo que se pretende no es un punto de fusión de razas como en Estados Unidos, sino la integración de cada especie en un sistema más grande. Sin embargo, una de las consecuencias negativas fue la superioridad de unos sobre otros. Asimismo ha sido una manera de encajar el flujo de la vida en una estructura atemporal. En el sistema de castas indio, Paz hizo una reflexión acerca del mito de Edipo, dado que la necesidad de encontrar una diferenciación con el mundo exterior ha sido anulada: no fue necesaria la diversidad porque todo ha quedado en familia. El sistema de castas ofrece protección contra el cambio como el útero de una madre. En contraparte, las sociedades occidentales contemporáneas valoran el cambio y la individualidad. Sin embargo, a pesar de este contexto, Paz añadió que estaba lejos de ser un defensor del sistema de castas, pero era hipócrita que las sociedades capitalistas juzgaran el sistema cuando ellas habían creado uniformidad pero no equidad: él reprochaba a las sociedades modernas y al capitalismo por la falta de equidad (pp. 57-66). Las ideas de Paz sobre castas y nacionalismo en India y su aseveración de que la estratificación de castas no conducía al nacionalismo causaron molestias en algunos círculos. Su apreciación, no obstante, se basaba en el presupuesto de que la ideología nacionalista, al menos en su homóloga europea, era exclusiva, mientras que el hinduismo incluye comunidades y tribus (3).

Tendencias surrealistas en los textos de Octavio Paz
      sobre la India

Varios estudiosos de Latinoamérica consideran el surrealismo, con énfasis en su automatismo, el privilegio de la anarquía, la valorización de imágenes oníricas y, por supuesto, su antiimperialismo en la literatura y las artes, como un movimiento que va en pos de su propia alma. Técnicas de desplazamiento metonímico y collage son endémicas del arte y la literatura latinoamericanos. Los surrealistas se dejaron guiar por motivos inconscientes más allá de la razón. Si estas tendencias son características de la escritura de Paz, podemos ver que las críticas del orientalismo que le atañen poseen las mismas técnicas de condensación y desplazamiento que Freud identificaba en los sueños.
      Hugo J. Verani apunta que el compromiso de Paz con el surrealismo es una forma de conectar con otros tiempos y circunstancias y para mejorar percepciones de la otredad. Paz fue poeta, un flâneur, un observador andante de la modernidad, desencantado del capitalismo y su consiguiente avaricia, quien conectó a través de sus viajes varios grados de conciencia. Él nunca renunció a su compromiso con la historia y la política al escribir poesía; el surrealismo fue uno de los pilares en los que se apoyó para sustentar su tesis de que no encontraba ninguna contradicción entre sus creencias y la poesía. Como él mismo escribe:

La diferencia con las otras tendencias o, más bien, la superioridad del surrealismo sobre ellas, es de orden espiritual […] el surrealismo guardó intactos sus poderes de indignación moral. Fue un foco secreto de pasión poética en nuestra época vil (4).

La influencia del surrealismo es evidente en los escritos de Paz: curiosas yuxtaposiciones, imágenes inusuales y combinaciones artísticas que utilizó para ilustrar fenómenos en México y la India, o en el hinduismo y el cristianismo (5). Paz tenía en mente «una sintaxis universal de civilizaciones». Las paridades que hizo en la India las estructuró en cuerpo y no cuerpo; fue entonces que comenzó una serie de comparaciones. En el budismo tántrico y en el protestantismo encontró similaridades, ya que ambos eran movimientos reformistas, pero mientras que el budismo estaba comprometido con el hinduismo, el protestantismo era una ruptura dentro de la cristiandad. Mientras el budismo tántrico significa fusión, el protestantismo es una ruptura y significa una separación, y esto es especialmente claro en los hábitos alimenticios. El banquete tántrico está marcado por el exceso; en cambio, el plato protestante es frugal. En Figuras y figuraciones, una compilación de poemas, bocetos y fotografía de Paz y su esposa Marie-José, nos encontramos con el poema «India», en el que se versa: «donde arden y brillan las millares de velas / que, cada noche, los devotos / lanzan a navegar por lagos y por ríos» (6).
      Para aquellos familiarizados con el imaginario de la India, las velas en el río sugieren la ciudad sagrada de Varanasi. En El mono gramático, un libro de veintinueve capítulos a menudo considerado un poema largo, la aldea de Galta es su sitio de trabajo, pero la narración gira de Churchill Collage, Cambridge, a los mercadillos aztecas en la histórica Ciudad de México y nuevamente a las ruinas de un antiguo fuerte de un pueblo de carretera secundaria a medio camino de Agra a Jaipur.
      En un poema como «Himachal Pradesh» coexisten varios periodos históricos, lugares y situaciones. El tono es ligeramente crítico en el orden de palabras:

el barrister de Nagpur pesca al extranjero y en un inglés esmerado le ofrece un trago, un cesto de ciruelas de su huerta, un mapa, un almuerzo de curri, noticias verídicas del país, el balcón de su casa con una vista única […]  Su mujer lo observa, oblicua, mascullando injurias en hindustaní (7).

La meta principal de Paz siempre fue la investigación de la identidad mexicana y dirigía la mirada hacia la India buscando ideas para entenderla mejor. Como se puede ver en obras como El ogro filantrópico (1979) y Postdata (1970), Paz estaba decepcionado y receloso del estado de la burocracia, tanto en México como en la Unión Soviética; pero notablemente también lamentó la abdicación de los poderes europeos durante la Guerra Fría, cuando dejaron a Estados Unidos tomar todas las decisiones relacionadas con la seguridad.
      En sus escritos acerca de México, comenzando con El laberinto de la soledad (1950), Paz se remontaba a la época precolombina para buscar respuestas a las interrogantes del México moderno. En su encuentro con la modernidad de la India siguió la misma metodología.
      Su interés en el hinduismo y el budismo lo llevaron a escribir Corriente alterna (1967), El mono gramático (1974), Conjunciones y disyunciones (1969) y Vislumbres de la India (1995). Usó la comparación para encontrar pistas en el hinduismo antiguo y relacionarlas con las civilizaciones ibérica y azteca. Su trabajo sociológico y literario se apoyaba fuertemente en la antropología francesa, el Tristes tropiques (1955), de Claude Lévi-Strauss, fue la base del estudio de Paz Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo (1967). En este libro, Paz establece las bases de la metodología que usó para hacer las transferencias y analogías entre culturas. Así como su mentor Lévi-Strauss, Paz utiliza los mitos de culturas diversas y, aplicando teorías antropológicas, forma un corpus de ideas, una red interpretativa por la cual cada verdad se vuelve convertible de una civilización a otra para así detectar una estructura universal.
      El mediador entre civilizaciones puede ser un antropólogo, un diplomático o hasta un flâneur, el escritor andante y observador, una figura emblemática de la modernidad. Éstos fueron los representantes de una cultura particular que convirtieron oposición en reconciliación mediante el recurso de permutar y combinar. Como Lévi-Strauss, Paz usaría también las analogías para comparar civilizaciones, y sus poemas y ensayos abundan en referencias a la India.
      Las paradojas y metáforas fueron herramientas que Paz usó al unísono en sus comparaciones de diferentes civilizaciones. En Conjunciones y disyunciones (1969) expone conceptos ordenados en pares contrastantes: lo represivo y lo explosivo, el erotismo y la indiferencia que se manifestaban en diferentes épocas y culturas. En sus propias palabras:

Otra vía de absorción, transformación y sublimación: el tiempo cíclico. La fecha que regresa es de veras una vuelta del tiempo anterior, una inmersión en un pasado que es, simultáneamente, el de cada uno y el del grupo. La rueda del tiempo, al girar, permite a la sociedad la recuperación de las estructuras psíquicas sepultadas o reprimidas para reintegrarlas en un presente que es también un pasado (8).
      En la misma obra deja claro que no establece ningún desfase temporal de Oriente respecto a su progreso y su evolución:

Por el momento no nos queda sino repetir que alma y cuerpo, cara y sexo, muerte y vida son realidades distintas que tienen nombres distintos en cada civilización y, por tanto, distintos significados. No es esto todo: es imposible traducir cabalmente de un área cultural a otra los términos centrales de cada cultura: ni mukti es realmente liberación ni nirvana extinción. […] Apenas se examina con detenimiento esta dificultad, se advierte que nos enfrentamos no tanto a una diversidad de realidades como a una pluralidad de significados (9).

Como se puede observar, las categorías de análisis de Paz no fueron orientalistas: él no pensaba que la India estuviera en un estado temprano de desarrollo, sino que el pasado afectaba el presente, tanto de México como de la India. Es significativo que él siempre buscara analogías entre cristianismo, hinduismo y budismo, y que formulara profundas comparaciones entre el hinduismo y el islam.
      En un estudio reciente, Julia Kushigian diferencia el orientalismo descrito por Said y el del escritor cubano Severo Sarduy. Paz se fraternaliza con la India y otros lugares por adherirse al segundo tipo, «elige orientalizase mediante una autorreflexión crítica». Como ella dice, «mi teoría sobre la propia orientalización no es, en primer lugar, un hacedor de diferencias o esencias, sino una reflexión de sí mismo a la luz del otro» (10). En su mirada a los orientalistas hispánicos como Paz y Sarduy, ellos han abierto un espacio liberador desde el que se debate con el marco discursivo estático de Occidente.
      Me he visto obligada a exponer aquí los motivos por los cuales descarto nociones de prejuicios orientalistas en Paz y Sarduy. Sus técnicas surrealistas de condensación y desplazamiento han sido usadas eventualmente por orientalistas; no obstante, he intentado demostrar que un acercamiento surrealista es irrelevante, espontáneo e irónico. El surrealismo privilegia lo recóndito sobre lo común y utiliza al mundo entero como su escenario, y ha sido acusado en Europa por valorar a los enemigos de Occidente. Lo que Lévi-Strauss y Paz trataron de hacer fue abrir un espacio para nuevas ideas y actores dentro del esquema occidental. «Soñar singularidades alternativas de pensamiento, un modo distinto de sueño global, mas no una alternativa a éste», sólo microdiscursos que reten las homogeneidades.
      Esto se debió a que investigaron las realidades alternativas tan ampliamente representadas en el imaginario europeo u occidental y la mirada de los escritores no pudo ser inocente, lo cual fue socialmente interpelado, pasando por las jerarquías y los conflictos de la cultura del objeto representado; pero en la India el objetivo de los escritores latinoamericanos fue el deseo de trascender el círculos hermenéuticos de sus propias culturas imbricadas con el Estado nacional, así como ampliar su espacio discursivo. El intercambio transcultural se dio porque dos sistemas de pensamiento se acercaron, posibilitando el surgimiento de un nuevo mutante surgido de este encuentro.
      Paz y otros escritores latinoamericanos como Severo Sarduy, que también visitaron y escribieron acerca de la India, entendieron que sus incursiones en la modernidad india mostraban la perspectiva hegemónica de su propio espacio. Han salido del latinoamericanismo tradicional en el que se sentían incómodos porque, aunque su visión nació de las diferencias, las ha homogeneizado. Arraigados en la modernidad latinoamericana al igual que sus antepasados continentales, han diversificado en la India las dificultades de su propia modernidad multifacética. Con su acercamiento surrealista incongruente iluminan aspectos ocultos de la cultura, la historia y la arqueología indias. Las imágenes de Varanasi, Galta, Madurai, y la tumba de Humayun en sus poemas y ensayos crean nuevos mitos de sitios de la India, de igual forma que pasa con París, Francia. En efecto, mediante comparaciones inusuales (budismo tántrico y protestantismo, Eva y Prajnaparamita, la madre del budismo), Paz elevó rituales arcanos al estatus de universales al compararlos con otros en Europa y América. Estos escritores perforaron el discurso orientalista al desestimar dicotomías y buscar puntos de coincidencia. La modernidad india los atrajo porque Paz supo ver una historia milenaria y la reconciliación de binas que tanto echa de menos Occidente.

Traducción del inglés de Carlos Ponce Velasco.

1    Julia Kushigian, «The Politics of Orientalism and Self-Orientalism in a South-South Dialogue: Revisiting Hispanic Orientalism from Said to Sarduy », Sur South, Poetics and Politics of Thinking Latin America/Indian, ed. de Susanne Klengel, Iberoamericana / Vervuert, Madrid, Fráncfort, 2016, p 100.

2    El original en español se obtuvo de Vislumbres de la India, de Octavio Paz, Círculo de Lectores, Barcelona, 1995. (N. del T.).

3   n palabras de Paz: «La oposición entre historia y casta se convierte en enemistad moral cuando la historia asume la forma del progreso y la modernidad. Al hablar de modernidad no me refiero solamente al liberalismo democrático y al socialismo, sino a su rival: el nacionalismo. Las castas constituyen una realidad indiferente a la idea de nación. El moderno nacionalismo hindú, según se verá más adelante, amenaza a la casta porque sustituye la diferencia específica que constituye a cada casta por su realidad ideológica que las engloba a todas. El nacionalismo erosiona las diferencias entre las castas que son una razón de ser, como la democracia erosiona el concepto jerárquico que las sustenta. La modernidad en sus dos direcciones es incompatible con el sistema de castas» (Paz, op. cit., pp. 67-68).

4   Hugo J. Verani, «Octavio Paz: El poeta como caminata», Octavio Paz entre poética y política, ed. de Anthony Stanton,  El Colegio de México, México, 2009, pp. 38-64.

5   El poeta y crítico mexicano Adolfo Castañón ha comparado en este sentido un pasaje sobre mujeres en Sundarakunda, del Ramayana (traducido al español por Juan B. Bergua), con un pasaje de El mono gramático de Paz. El objetivo de Castañón es ilustrar el trabajo de recreación poética que Paz llevó a cabo en sus lecturas de la vida en la India y de la literatura clásica. Adolfo Castañon, «El mono gramático: cima y testamento», Letras Libres, núm. 183, pp. 42-45 .

6   Extraído del original en español de Figuras y figuraciones, de Octavio Paz y Marie-José Paz, versión digital. (N. del T.).

7   El original en español se obtuvo de Obra poética de Octavio Paz, vol.i, Fondo de Cultura Económica, México, 1997, p. 375. (N. del T.).

8   Fragmento del original en español obtenido de «Conjunciones y disyunciones », de Octavio Paz , en Cahiers du monde hispanique et luso-brésilien, núm.12, 1969, p. 204. (N. del T.).

9   Fragmento del original en español obtenido de Conjunciones y disyunciones, de Octavio Paz, Seix Barral, Barcelona, 1969, pp. 41-43. (N. del T.).

10   Julia Kushigian, op. cit., pp. 99-100.

 

 

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