La destrucción creativa / Marcelo Guajardo Thomas

1.— La introducción de un nuevo bien

Como mueven los aparejos aquellos que saben
Y aseguran la carga cuando de un lugar lejano
Se levanta una tormenta.

Cada detalle es almacenado en grandes numerales de alabastro
Y las fechas de emisión y caducidad son atesoradas como gemas.

Están más allá del bien y del mal. Cuentan hombres como guijarros
Animales como maletas de viajero, niños como borregos.

Pero ellos saben qué se sostendrá luego de toda la debacle
Qué se repondrá al hambre y a la sed y qué organismo simplemente perecerá.
Ellos saben y sostienen las bases de la corriente
Los Pronósticos del clima, cartapacios,
las únicas brújulas del reino.

Un bien como un sol nuevo
Despuntado majestuoso.

Es un mecanismo, una máquina maravillosa
Un prodigio, un albatros inalcanzable.

¿Qué energía mueve a las libélulas sobre el agua calma?
¿Qué desprende el esqueleto de los zorros y propicia
el movimiento de los cardúmenes?
El espacio magnético hacia la colmena.
¿Qué alerta al ratón antes de la muerte?
Aquel sonido preso en el vuelo de los rapaces.

Un prodigio es un prodigio.
Un majestuoso sol nuevo.
Deslumbrante como el ataque de un puma.

 

2.— La introducción de un nuevo método de producción
o comercialización de bienes existentes

Como una página en blanco quemándose en la nieve
En aquella tormenta que vino tras el fuego.

Como el largo anhelo de los prisioneros
encadenados a un enorme caballo.

Un pensamiento atraviesa la oscuridad
como un puma en llamas.

El prodigio debe dar paso al método.
El fuego al hielo que lo antecedió.
Las creaturas se alinean en la fábrica.
El bien es concebido una y otra vez.

Y esa mano que da forma, aquella que decide
Los mecanismos en que aquello se edifica
Se levanta, adquiere su estatura
Aquella mano invisible que dispone de todo
Que divisa el peligro y toma recaudos
Que almacena y clasifica, que impone
Un ritmo a la producción.

Los mártires que están allí, estáticos
Como gárgolas aglutinadas en las cornisas
En los dinteles de las fábricas
En las líneas de producción.

El prodigio debe dar paso al método.
El nuevo bien debe ser concebido.
Reproducido como la marea.

 

3.— La apertura de nuevos mercados

El arte de la negociación es un talento escaso
Volver a las palabras adecuadas para dar con aquella que
Presiona suavemente y coloca una piedra imperceptible
En el torrente para llevar agua a tu molino.
El interlocutor cae sin notarlo en incongruencias
Que lo llevarán al abismo de la desaparición. El negociador
hábil sabe en qué momento atacar y conseguir.
Usa la fábula de la gacela y el león
La usa como un mantra.
Y así se abren los mercados como flores al amanecer
el bien es depositado en una urna de oro
Y llevado como un redentor hasta los confines.

 

4.— La conquista de una nueva fuente de materias primas

Y está la fuente, el recurso que corre como ríos en el alma
De la piedra o el mar. En el corazón de la montaña, en el fondo
cenagoso de los ríos turgentes de la tierra. Y está el negociador
Y su palabra como quilla en el torrente. Y está la ambición
Como la mandíbula de una hiena. Como todas las mandíbulas de las hienas.
Y está el tránsito de los bienes, los antiguos y los nuevos
Por los mares y a través de los continentes, hollando praderas
Desaguando exclusas.

 

5.— La creación de un nuevo monopolio o la destrucción de uno existente

La ola disuelve en su insistencia cada roca, cada guijarro
Y regresa a su matriz donde descansa y se purifica. Un movimiento
avanza como el alma noble de los animales, la naturaleza
encuentra la forma de su destrucción y nacimiento.

Pero se nos hace invisible este ir y venir. Nuestra carne
Se queja de ira, deseo, la prematura añoranza mientras
las estaciones y las estrellas se persiguen y se desintegran.

Los poetas chocan como rocas en un alud
como marejadas de verano contra los refugios.
En ciudades que los deslumbran y los desangran,

Organizamos los anaqueles día tras día. Los numerales de alabastro
Gráficos, índices como gemas. Un viento se aproxima.
Una manada emerge del mar, los árboles caen desde sus cuencas
marejadas arrasan la tierra, gansos salvajes recorren los pedregales.

Un extenso campo de trigo se me aparece en sueños
La brisa lo mece con suavidad
grandes y luminosas nubes
avanzan tranquilamente.
Una deliciosa música se oye en la lejanía.
La flauta dulce que alguien sopla oculto en el follaje.

Comparte este texto: