Guiño / Eduardo Padilla

Todo objeto contiene a otro objeto
en su virtualidad.
R. Magritte

El abuso de la metáfora lleva
a la bancarrota del sentido.
Swankipants the Banker

 Un epígrafe bien empleado
 es la mejor sirvienta de todas.
E. Padilla

 

En cada escena del crimen una catedral azul
ultraligera
superior a los ríos calinosos desde la boca
de la pipa
de la conjetura que a tientas el detective,
asaltado por una visión que ni siquiera coagula del todo antes de ser archivada.

En cada catedral azul, con paso terso,
gatuno,
con desdén y
finísima desidia,
una burbuja de jabón hace plop.

En cada ciudad como ésta
siglos de infamia y tibia misericordia se afanan,
como la proverbial telaraña,
de los párpados de algún dios paleolítico
mientras la burbuja es traspasada por todo aquello nacido de ingle o salido de fábrica,
una enciclopedia de bólidos, centellas, efectos punzocortantes,
rayos que asesinan abierta o discretamente, que orbitan sienes olímpicas,
que espían revueltas celulares y venden la información al bisturí más  artero…
una vida de alfiletero la nuestra.
La física cuántica así lo dice: por todos lados los bárbaros,
cómo pararlos si son más pequeños que un cabrón pigmeo y tanto más negros,
la luz la usan de hilo dental, y los hoyos negros, me mortifican,
sobre todo los que tengo en el cuerpo: porteros corruptos,
por una tapioca le entregarían el reino al invasor.
Y la Anti-Materia: ubicua, necia, musulmana, cercándonos con superioridad numérica,
y no hay forma de afrancesarse y limpiar las botas del enemigo,
así que uno comienza a entrar en pánico,
y a sudar frío bajo el espectro de una repugnancia tanto espiritual como física,
como la que uno siente por aquella tía abuela que se mantiene ignota
pues vive en el Norte pero amenaza con venir a restregar su odioso anecdotario
en nuestra conciencia, tan asediada por narizotas
y masas épicas de pelo pubiano, articuladas en supercarreteras de Comercio y Misterio.

Y así hasta llegar a los astringentes cuartetos del maestro húngaro—
te quiero mucho Bela,
gracias por el bello jardín de crecimiento y decrecimiento instantáneo
hecho a partir de alfileteros humanos
y perros nudosos persiguiendo al camión de la basura.

Buena música al menos. Mi favorito es el quinto.

La burbuja, entonces, traspasada como santo de estampita, pero que no expira,
aún.

In the blink of an eye, decían los ingleses, antes de prenderle fuego a las chozas.

 

Si algo me conmueve hasta la piedad religiosa
es ver a una mujer poniéndose pestañas postizas.
Entre más fea mejor.
Filip, en la calle Hoza (Polonia)

 

 

Comparte este texto: