a Pablo Martínez Lanz
Se me acerca la tórtola adonde estoy sentado. Picotea mi sombra con fruición, con desespero. ¿Qué será lo que diga, cuando se ponga a cantar después de irse?
Entre rascacielos, la casa antigua, con su viejo balcón y su catarata de flores.
El agua que acabo de beber no viene de ningún manantial.
todo parece estar en contra: la bicicleta añeja, el sol imperativo del trópico, la cuesta apenas perceptible pero infinita, la endeblez de mis piernas hechas a la molicie, la fuerza de la gravedad, el movimiento imperceptible de la tierra que nunca parece favorecer a uno, los perros anticiclistas siempre irritables en su miseria eterna... y sin embargo... me muevo.
Lo leo en el periódico: están desapareciendo las abejas en todo el mundo. ¿seguirán después las flores? ¿seguirá el poema que alberga las flores? nadie podrá responder con miel.