Escenas de las vidas de algunas escritoras / Markéta Hejkalová

1. Dubrovnik, 1933

      Božena, una escritora checa, da un paso tentativo para salir a un espacioso patio de hotel. Las mujeres sentadas bajo las palmeras tienen puestos vestidos de verano finos y ligeros, tal como Božena.
      En el programa de la Convención Internacional de Escritores, la tarde de escritoras próxima a empezar es el único evento al que Božena tiene valor de asistir. No es miembro de pen International, aunque puede que tenga más lectores que algunos importantes escritores hombres. Los que salen en los periódicos, los que ganan premios y los que desprecian a Božena y a las mujeres que leen sus libros. Božena se detiene en la puerta. Las mujeres la notan y una de ellas viene rápido a saludarla.
      «¡Bienvenida!», dice la mujer amistosa. «Soy una autora de Finlandia, Anni Swan Manninen».
      «Yo soy…», Božena duda. Tiene también dos nombres. Es la respetable señora ÄŒížek, esposa de un doctor que justo ahora está de vacaciones aquí junto al mar Adriático, pero en el mundo literario ella es…«Fringilla», se presenta sólo por su pseudónimo latino, «una autora de Checoslovaquia, y éste es…», el hijo de Božena, Karel, que ha acompañado caballerosamente a su madre aquí, ahora hace una cortés caravana. Hace a Anni acordarse de Mauno, su hijo menor. Es una desgracia que no viniera con nosotros, piensa. Mauno es un poeta talentoso, después de todo. «Qué coincidencia tan graciosa, que ambas tenemos nombres de pájaro», dice Anni.
      «Sabes que fringilla significa jilguero», dice Božena, sorprendida.
      «Sí, y yo misma soy un cisne». Anni sonríe y después regresa a su lugar como moderadora.
      «¡Damas, mujeres escritoras, hermanas! El mundo se ha recién recuperado de los horrores de la Gran Guerra, y es nuestro deber como escritoras restaurar la armonía y balance… », comienza su discurso.

2. Praga, 1943
      «¿Inocente de todos los cargos?». Lina escucha al juez, incrédula. El conductor que está siendo juzgado mató a su hijo, y debieron fusilarlo ahí mismo, a él y a todos, todos los que estaban en el carro: la esposa del conductor, y esos futbolistas de Jungfer BÅ™ežan. Y ahora el juez se atreve a decirles que fue su amado Klaus el que andaba en bicicleta enfrente del carro y se hizo atropellar. Los checos asesinaron a Reynhard, que sólo quería el bien para ellos, pero no era suficiente, ¡no! ¡Ahora, un año y medio después, se desquitan con un niño inocente!
      «¿Quién es ese juez?», Lina le pregunta a su secretaria.
      «Nadie famoso», responde la mujer. «Se llama Karel ÄŒížek».
      El juez, un hombre como de su edad, se ve un poco judío. Y ella, Lina Heydrich, es una mujer alemana, la viuda del Protector asesinado… ¿quién la protegería a ella?
      De repente Lina quiere que todo sea un sueño, una pesadilla. Pronto se despertará en casa, en la mansión de Jungfer BÅ™ežanin, segura con su esposo y sus hijos.

3. Praga, 1952
      Božena ÄŒížek le dio a su hijo una taza de café… ersatz, por supuesto. Pobre chico, trabajando día y noche. Karel es el fiscal del Estado. Es un trabajo difícil, una gran responsabilidad. Y aun así, Karel encuentra el tiempo de visitarla casi a diario. Karel es tan buen chico, y ella realmente no puede quejarse. Pero ¿por qué Karel insiste tanto en no ir a la corte y ver este caso en particular?
      «Karel, seguro podrías conseguirme un boleto, si quisieras. Son escritores como yo». Aunque siempre estaban en los periódicos. ¡Y todavía están! Enemigos del pueblo…
      «Madre, no puedo. Es completamente imposible, ¡créeme!». Karel terminó su café rápidamente y se fue.
      ¿No puede mamá entender lo fácilmente que ella también podría recibir cargos criminales, o una sentencia de prisión? ¡La hija de un gran terrateniente, y escritora además!
      ¡Lo más importante es no llamar la atención, puesto que la atención puede ser fatal!
      «¿Escribes qué? ¿Novelas, dices? ¡Ridículo! ¡Basura que hizo que la gente pobre del campo se desviara del camino a la revolución! ¡Nadie las ha leído nunca, nadie excepto alguna mujer campesina ignorante acá o allá, no eres nadie, no tienes talento como escritor, no eres nada!», Karel grita en el juzgado al autor, un hombre flaco y cobarde que viste un uniforme de prisión que le queda grande. František KÅ™elina. Tenían novelas de KÅ™elina en casa, Karel recuerda, pero nunca las leyó.
      Magda se muerde el labio para evitar llorar, aullando. No debe. Debe mantenerse en silencio y escuchar mientras el fiscal insulta a su padre, un hombre que nunca hizo daño a nadie. Esto no es verdad, no puede ser verdad, Magda se dice a sí misma con la esperanza de despertar de esta pesadilla. Pero la pesadilla seguirá por otros doce años.

4. El mar Báltico, 1965
      Magda abrió la puerta del camerino. Todavía no podía creer que no estaba soñando. Que representará a su padre en una reunión internacional de escritores en Finlandia, tras haber escrito sólo un libro. Su padre no pudo obtener una visa de salida —acababa de salir de prisión—, pero Magda sí. No podía creer que apenas ayer había dicho adiós a su esposo y a su pequeña, Ilona, ni que ahora estaba viajando por su cuenta en este barco magnífico. El mar, las gaviotas blancas, el sol a las diez de la noche.
      Alguien tocó a la puerta.
      «Pase», dijo Magda en alemán.
      Entró una anciana con dos maletas.
      «¡Buenas tardes! ¡Escucho que habla usted alemán!», dijo la señora, encantada.
      «Sólo un poco. Tuvimos que aprender, durante la guerra…».
      «¿De dónde viene?», interrumpió la dama.
      «Checoslovaquia».
      «¡Qué país tan maravilloso!». La dama estaba encantada de nuevo. «Viví ahí por un par de años. ¿Va a Finlandia de vacaciones?», cambió de tema.
      «No, voy a una reunión de escritores», respondió Magda con orgullo. «¿Y usted?».
      «Voy a Finlandia a casarme. Es mi segundo matrimonio. ¿Puede imaginarse eso? Tengo cincuenta y cuatro años y empiezo una nueva vida. Lina Manninen», se presentó, usando ya el nombre de su futuro esposo. «Mi prometido es el director del teatro nacional de Finlandia, y también un gran poeta. Mauno Manninen. ¿No será que lo conoces? ¿No? ¿Qué tal su madre, Anni Swan? Es una gran autora también. ¿Tampoco la conoce a ella?».
      Magda negó con la cabeza y Lina la miró con sospecha.

5. HavlíCkÚv Brod, un pueblo checo, 1985
      «Amaba a mi primer esposo y amaba Bohemia, era feliz ahí, y regresaría ahora, si pudiera, descalza si tuviera que hacerlo…», dijo una voz de mujer en la televisión. La televisión estaba en una esquina del cuarto, así que Ilona no veía la pantalla. No veía a la anciana de pelo blanco que decía estas palabras en alemán, no veía al presentador que las repetía en checo, no veía los títulos que afirmaban que la televisión checa transmitiría la repetición de una entrevista de Lina Manninen, muerta hoy, la viuda de Reinhard Heydrich.
      Ilona veía la cara sudorosa de Karel sobre la suya. Hicieron el amor en el piso, para no dejar rastro, y eso entristeció a Ilona. No tenía un esposo, y en este departamento prestado tenía como su amante al hombre de otra mujer.
      «¡Publicaron mi cuento!», Ilona le pasó la revista.
      «¡Qué sabes tú, una mujer escritora!», se preguntó Karel, ausente, vistiéndose rápido. «Como mi abuela».
      «¿En serio? ¿Quién era?». Ilona estaba sorprendida.
      «Se llamaba ÄŒížek, como yo, pero escribía bajo el seudónimo de “Fringilla”… pero, mira, realmente tengo que irme»,
      Karel le regresó la revista a Ilona y se fue antes de que Ilona pudiera decirle que lo que tenían en común iba bastante más allá de hacer el amor en un departamento prestado.
      El abuelo de Ilona había sido un autor también. Quizá se habían conocido. Un día escribiré sobre eso, y entonces él lo leerá, se dijo Ilona a sí misma con una pequeña sonrisa l

Traducción del inglés de Héctor Ortiz Partida

            La autora utiliza la palabra ersatz para referirse al café descafeinado. (N. del T.).
 
 

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