Alfredo Sánchez
Álvaro Uribe, prolífico narrador, ha escrito El taller del tiempo, La lotería de San Jorge, Por su nombre, Morir más de una vez y Expediente del atentado,por citar algunas de sus novelas. Ha incursionado también en el ensayo —Leo a Biorges, por ejemplo—, la semblanza biográfica —Recordatorio de Federico Gamboa—, y ha sido traducido al inglés, al francés y al alemán.
La más reciente de sus obras —Autorretrato de familia con perro (Tusquets, México, 2014)— fue merecedora de uno de los reconocimientos literarios más importantes que se entregan en el país, el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2014. Se trata de una obra aventurada en su estructura y que constituyó un verdadero reto, según reconoce el propio autor. A propósito de esta novela, la siguiente charla con Álvaro Uribe.
Autorretrato de familia con perro parece ser una auténtica novela polifónica, pues en ella se cuenta su historia desde varios puntos de vista, tantos como los personajes que aparecen.
La novela trata básicamente de un personaje central, una personaja, en realidad, que se llama Malú. Es una mujer ya de cierta edad, que tiene dos hijos gemelos no idénticos, gemelos de distinto huevo, mellizos. Uno de ellos historiador, y el segundo, novelista. Además de estos tres personajes hay en la novela otros trece, de modo que hay en total dieciséis. Todos ellos intervienen para hablar de Malú, que, curiosamente, es el único personaje del que no sabemos por su propia voz lo que piensa, lo que siente, lo que ha experimentado. La novela se puede llamar polifónica en el sentido en que tiene treinta y seis capítulos en total, y cada uno de esos capítulos está narrado en la primera persona de alguno de esos personajes. Los dos hermanos van contrapunteándose: cada vez que aparece un testimonio de alguien que haya conocido a Malú —digamos, por ejemplo, su sirvienta, su mejor amiga, la peinadora de un salón de belleza que ella funda, un amante que tiene, el contador, un médico—, uno de los dos hermanos lee ese capítulo y lo comenta, generalmente para decir que no es exacto lo que se acaba de decir. De modo que la novela se forma en ese contrapunto de voces, que invita al lector a que vaya completando la historia, porque no hay un narrador omnisciente. Cada uno de los narradores tiene un punto de vista muy personal que no necesariamente coincide con el de los demás. Entonces el lector tiene que juntar estos puntos de vista y formarse él mismo una imagen de Malú y de lo que pasó con ella.
Al final de la novela tendremos, entonces, una aproximación al personaje central a partir de muchos testimonios diferentes. ¿Por qué entonces la decisión de nombrarla «autorretrato»?
La novela se pudo haber llamado Retrato de una señora o Retrato de Malú, pero se llama Autorretrato de familia con perro porque la idea es que cuando hablamos de otra persona también decimos mucho de nosotros mismos. Cada uno de estos personajes, particularmente los hijos, dicen mucho de lo que ellos son a partir de lo que expresan acerca de Malú. Incluso cuando callan algo. Pero el título es naturalmente paradójico; en general los autorretratos no son colectivos, pero en este caso sí: es un colectivo de personajes que se están retratando a sí mismos al retratar a Malú.
Me imagino que hay una serie de dificultades técnicas para hacer una novela con estas características. Es decir, tantos personajes que hablan por sí mismos y cada uno lo hace a su modo. Eso te habrá obligado a escribir cada personaje de una forma distinta.
Para que la novela sea susceptible de entretener y de parecerle atractiva a los lectores, primero tiene que parecerte divertida y atractiva a ti como autor. Yo para esto me pongo retos, intento que las novelas sucesivas que he escrito sean distintas y, de ser posible, cada vez más difíciles. En ésta hice una especie de travestismo literario. Tuve que meterme en la piel de todos esos personajes, convertirme en ellos. Los personajes varones —como los dos hermanos— me fueron más fáciles, pero el verdadero reto fue meterme en los zapatos de las mujeres. Cada una de ellas habla conforme a su propia idiosincrasia, su propia clase social, su propio lugar en el mundo. Mientras estaba escribiendo la novela yo tenía que ser, literalmente, otras personas, tenía que fingirme otro, hablar desde su propia voz, y eso fue al mismo tiempo un agasajo para compensar la dificultad del trabajo. Fue todo un reto, pero al mismo tiempo fue muy divertido, y espero haber tenido éxito.
¿Dónde se desarrolla en sí la novela? ¿De dónde es esta familia? ¿Es una familia como tantas otras en México?
Malú es una mujer que nace en 1929 en la Ciudad de México y muere en 2008. Aunque se mencionan su niñez y su juventud, la acción transcurre básicamente entre los años setenta del siglo pasado y el año 2008, cuando muere Malú. Ella vive en la Condesa, en la calle de Tula, es una mujer pequeñoburguesa que, sin ser exageradamente rica, tampoco pasa apuros. A esta época pertenecen todos los personajes, incluyendo sus hijos, que también nacen con cierta comodidad y por eso pueden estudiar lo que les interesa: uno la historia, el otro la literatura, y en principio su mundo está confinado a la Ciudad de México. Es una historia de la clase media acomodada en la Ciudad de México en los últimos treinta años, aunque el escritor, que es también diplomático, en un momento de su juventud vive en París.
Lo cual no te es ajeno, ya que también fuiste diplomático en alguna época y viviste en París. ¿Qué tanto hay de proyección autobiográfica en la novela?
Yo me proyecto en ese personaje del novelista. Basta con leer el pequeño currículum que aparece en la cuarta de forros del libro para saber que ese personaje tiene muchas características biográficas en común conmigo: el hecho de haber vivido en París, el hecho de haber sido diplomático y, bueno, el hecho de escribir novelas, naturalmente.
Si bien es una familia más o menos acomodada, no es ajena al conflicto, lo cual es uno de los motores de la novela, especialmente el que se da entre los hermanos mellizos que están en pugna permanente.
Desde que nacen sus gemelos, Malú provoca la rivalidad entre ellos. Es una mujer que tiene muchas virtudes, que puede ser divertida, muy atractiva, pero tiene un defecto central que va a afectar la vida de todos los demás: tiende a ser manipuladora y a mostrar sus preferencias excesivamente, a jugar con la gente y a enfrentar a la gente que más quiere. Obviamente los gemelos nacen el mismo día, pero Malú decide que el que salió sólo siete minutos antes será el hermano mayor, y decide que el otro será el menor. Y así los ve y los obliga a verse. Los pone en continuo conflicto, en continua competencia. Ellos compiten a lo largo de toda su vida, incluso de su vida adulta, primero por la pensión de Malú y luego por el amor de Malú. Al final acaban compitiendo hasta por el dinero, por la herencia. Siempre están en una continua guerra y el campo de batalla es la propia madre: Malú.
Otro ingrediente interesante y que ya se anuncia desde el título es la inclusión del perro Canuto, cuya opinión también está dentro de la novela.
Se llama Autorretrato de familia con perro porque a Malú le pasa lo que desafortunadamente les ocurre a muchos viejitos y viejitas, que pese a tener hijos —incluso, habría que decir: porque tienen hijos—, terminan quedándose solos. Los hijos se dedican a sus propias vidas. Malú enviuda y se queda realmente sola los últimos años de su vida, ve muy poco a sus hijos o a otras personas. El único cariño fiel, permanente, inquebrantable que tiene Malú es el de su perro, como tristemente suele ocurrir. Este perro llamado Canuto aparece cada vez más en la historia porque va apareciendo cada vez más en la vida de Malú. Y fíjate que lo más difícil y al mismo tiempo lo más gozoso de todo el libro fue meterme en la piel de Canuto. Hay un capítulo que está narrado desde su punto de vista; escribirlo fue todo un tour de force muy divertido.
Dices que escribir la novela resultó divertido para ti, pero ¿también buscabas concientemente que fuera una novela divertida, en cierto modo humorística?
Es la historia de la rivalidad de dos hermanos que acaban casi matándose y retirándose la palabra, todo por el cariño y luego por las propiedades de su madre. Desde el inicio sabemos que Malú está muerta, pero en el penúltimo capítulo se escenifica la muerte de Malú. Es realmente una historia muy triste que incluso puede ser hasta melodramática. Las historias de familia tienen este elemento casi telenovelesco. Pero hay maneras de evitar que sean un mero melodrama. Yo decidí hacerlo mediante una estructura literaria muy peculiar, muy elaborada, pero también utilizando la distancia irónica, un sentido del humor agridulce. Esto, contado en serio, hubiera sido una cosa lacrimógena. Tenía que haber un contraste para que el lector llegara hasta el final sin estar pensando «Bueno, pero qué dramón estoy leyendo». Es un drama, pero al mismo tiempo es una tragedia y también es una tragicomedia. Los personajes hablan mal de los demás, se burlan unos de otros. Sí hay un humor, por supuesto deliberado, que tiene mucho que ver con la naturaleza misma de los personajes y también con mi punto de vista como narrador: yo creo que tomar demasiado en serio lo que ya es muy serio lo conduce a uno a la solemnidad. Y lo último que hubiera querido es hacer una novela solemne.