Entrada, recorrido, salida y vuelta a la infancia

Chiara Carrer

Le altre Cenerentole

En el arte de Chiara Carrer la infancia es un lugar al que se entra, es un camino que se recorre, es un espacio encantado del que se sale y al que siempre se vuelve.

Vassilissa

Los dibujos de Chiara Carrer crean un mundo que antes no existía, pero que se presentía, hecho con el paso de los años, con las palpitaciones del recuerdo, con la práctica cotidiana del oficio, con la mirada que capta objetos y personajes que son nuevos, pero que tienen raíces en la vieja memoria.

Antes no había nada

«Antes no había nada, después comencé a imaginar mi propio jardín». Esta declaración de Chiara sirve como título de uno de sus libros, y también podría ser la consigna de su arte: en ella se incluyen el surgimiento de las ideas para crear en la mente y también esa página en blanco en la que pronto aparecerán el primer punto, la primera línea, el primer trazo, la primera cosa, el primer personaje, la primera niña, el primer niño.

Pero esa «nada» no es un lugar vacío, en realidad está lleno de historia y tradición artística. La palabra jardín desvela los antecedentes del arte de Chiara: las pinturas rupestres, las vanguardias artísticas del siglo xx, los libros ilustrados, el arte popular y el arte contemporáneo. Si Chiara ha cultivado su propio jardín, su propio arte, es porque ha olido, ha disfrutado, ha sentido las flores de esos jardines creativos que se han mantenido verdes y coloridos, llenos de vida, a lo largo de los siglos.

Lápiz, lápices de colores, crayones, plumas atómicas, plumones y pinceles; grafito, tintas y diferentes tipos de pintura sobre toda clase de papeles, entre ellos los reciclados, antiguos, con sus rayas y logotipos originales que mucho aportan a los escenarios en los que Chiara sitúa sus historias y sus personajes dibujados dentro de collages expresivos, donde niñas, niños y otros seres, objetos, tipografías y textos conviven y crean un original mundo.

Chiara acepta las emociones, y ese hecho hace que en su arte haya una pátina en la que se mezclan la nostalgia y la alegría. Ese original recubrimiento de su obra pone en evidencia una gran profundidad de pensamiento, una constante indagación en el interior del ser humano. En sus imágenes conviven el miedo y el amor, la tristeza y la curiosidad, la melancolía y la felicidad.

Como en todo arte verdadero, en las piezas de Chiara siempre hay zonas oscuras en las que es difícil sumergirse, lugares opacos rodeados de color, áreas inaccesibles llenas de luz, regiones que disparan la imaginación, que hacen que junto con la artista el espectador se impulse aún más allá de lo que ve, ya que en ellas no existe una clara resolución, una conclusión rotunda.

El rapto de Eloísa

Los años infantiles, ese tiempo durante el cual se decide casi todo en la vida de mujeres y hombres, son el campo en el que Chiara Carrer comienza su mágica aventura; por él caminan la propia artista y el lector —y hay múltiples senderos para elegir— hasta llegar adonde se desee, aunque la meta no es definitiva, siempre se puede regresar al principio y recomenzar un viaje que seguirá lleno de asombros.

Víctor Ortiz Partida

A cada quien su casa

Chiara Carrer (Venecia, 1958) lleva más de 20 años creando libros para primeros lectores. Estudió pintura en la Academia de Bellas Artes y la Escuela de Artes Aplicadas, en Roma. Desde 1990, han aparecido más de cien títulos suyos en Europa y en México. Un día…, A cada quien su casa, Antes no había nada y Pensar el espacio son algunos de sus libros publicados por la editorial tapatía Petra Ediciones. Ha ganado premios como el unicef, el Hans Christian Andersen y la Manzana de Oro de Bratislava. Ha expuesto su obra en Brasil, Francia, Italia y Japón, entre otros países. Ha sido profesora en el Instituto Superior de Industrias Artísticas de Urbino y en la Academia de Bellas Artes de Bolonia.

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