Ensoñación / Demetrio Navarro

Centro Universitario de Ciencias Económico-Administrativas (UdeG)

Tu cuerpo se me hizo humo entre las manos,
que querían poseerte y no soltarte jamás;
con un adiós silente te marchaste…
me quedé solo en la arena
escribiendo tu nombre, allí donde las inquietas olas
se empeñaban en borrarlo y yo insistía en escribirlo…
me quedé tan sólo con tus labios tatuados,
con tu lánguida mirada fija en mis neuronas,
con el beso fugaz de tus caderas incitantes que se balancean
sobre mi cuerpo,
con un cristal efímero de jabón donde puedo verte y mantenerte un segundo;
mis palpitantes manos te extrañan y mis brazos exánimes en trance
desembocan en tus filos que yo empuño.

Mis salobres labios recuerdan
la humedad de tu cuerpo yuxtapuesto,
y maleables nos fundimos por completo;
en el fogón soldificas este barro…
me estremezco en la blandura nativa de tus rizos,
con un martilleo nos moldeamos en la mustia nervadura de un contorno;
la aleación de tu aliento respiramos en tropel tras la batalla,
y convidamos a la cómplice convexa que se agita,
en la práctica nocturna que adivina.

Me sonríes coquetamente;
cierro los ojos y adivino tus labios; pero me rehúyen
porque la alborada te llama
y te vuelves rocío,
suave escarcha marina que se desvanece,
que me deja en la solitaria penumbra
¿Acaso fue tan sólo delirio taciturno?
¿Un sopor afrodisíaco de Morfeo?
Me lo sigo preguntando
mas no logro responderme,
elevo las manos hacia tu etérea silueta…
y sólo un vaho percibo,
un tenue humo que se disipa,
el néctar de tu cuerpo indiscreto me tortura,
me embriaga, y mantengo esta resaca placentera,
y me quedo así… esperando… esperando…
el ritual precipitado,
que da forma al deseo
que se envanece,
y en divino castigo
me acrisola a través de tu cuerpo inexistente.

 

 

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