Eli Tolaretxipi

San Sebastián, País Vasco, 1962. Su libro más reciente es Ojo suelto (Gato Encerrado, 2023).

Desde este ángulo
la mata de bambú frondosa,
le pido que se coloque delante
recordar lo que golpea contra las
ventanas de su casa; lo siento
como una emergencia, aquí
pero lejana, allí donde no se
consigue esto, multiplicados al vacío
los deseos que chocan contra el
hueco que deja lo que no ha sido
reemplazado, ha sido descontinuado, agua de
coco habrá que verter en los vasos
de alcohol imaginario, paisaje con torrente
sanguíneo, agua de coco en su abrupta
ausencia; corte, tajo, con palabras brutas
lo arcaico del dogma, la idea de
piedra fosilizada, no lleva a lavar
ninguna herida
ni las manos.
El coco verde
abandonado sobre la mesa
coja, el pitillo de plástico gotea,
se mecen como en un baile
pitillo y coco sin ritmo, desconcierto triste.

*

Sostén, sujeta
no de la mano
manotazos al aire
al agua, rasgar la guitarra hasta
que se arrancan los dedos que
ya no son suyos, agarrar una
manzana y comérsela, la violencia es veloz, voraz
sin respiración; atragantarse
con los trozos, por eso la tos la necesita,
tos de perra
como dormirse a su lado,
ver el vello que sobresale del bañador sobre las ingles
no tocarlo, pelos que se vuelven hebras
de tabaco enrollado que se manosea y no se consume.

*

Él se hace el loco
y yo lanzo botes de cristal
desde la ventana del cuarto.
Hoy le he llevado la burla
—por lo de él— digo y me equivoco,
al espacio del cuadro
donde las jóvenes juegan y bailan; pero
es otra la que sube con voz de hombre
desde el fondo del jardín de la hierba
larga, descolorida, raquítica; y es otra más
la autoridad, la autora, la artista
que se ha tragado a la anterior y hace mirar dentro,
desempolvar archivos y documentos.
Cuando cree que no sabemos
intuimos otra mentira, algún derrumbe,
no esperamos; nos empeñamos en otros asuntos
o nos damos golpes en la cabeza contra la pared
y seguimos inventando.
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