Guadalajara, Jalisco, 1998. Ha colaborado en compilaciones de literatura joven y revistas como 404, Enchiridion y el fanzine Maremoto.
Tiempo aproximado de lectura: 4’33».
Primer movimiento: 30″.
«El silencio», estas dos palabras son el primer verso del libro Monk. «lo primero, luego el piano, el sax / el bajo y la batería. Un lugar oscuro, Five Spot, la brisa / en Harlem, la brisa inédita, una lluvia ligera en New York». Este ambiente, sus sonidos siempre inéditos, rompen la primera línea. ¿Quién toca? ¿De dónde viene la música? Nos preguntamos en la puerta del club viendo el programa de hoy. ¿Quién es Thelonious Monk?
Segundo movimiento: 2’23».
El libro se divide en seis secciones tituladas como tracks. Un EP de seis canciones, Monk es una colección de composiciones, un archivo, un canto, una biografía.
La primera sección, compuesta por diez poemas, presenta a Monk a través de los lugares y veranos en los que tocó; a través de su familia, de su pareja Nellie o de su hija; a través de oraciones, canciones, álbumes; a través de críticos o mecenas del jazz como Pannonica de Koenigswarter.
Conocer a Monk de verlo desayunar, de leer su diario, de leer de él en el periódico, de tomarse un whisky, pero principalmente conocer a Monk escuchándolo.
«Sus disonancias no son un viaje esotérico ni un síntoma, sino deliberadas y metódicas demoliciones y reconstrucciones de las estructuras tradicionales con las que había aprendido a tocar». Son las palabras de Emilio de Gorgot que sirven de epígrafe de la segunda sección.
En la segunda página del poema «Lado B», en la segunda sección, aparecen algunos consejos que Monk dio a sus compañeros de banda: «Siempre debe ser de noche», «Lo que no tocas puede ser tan importante como lo que tocas», «Algo de la música debe ser imaginada».
Silencio. El último poema de la segunda sección se titula «Luces residuales» e incluye una foto de Thelonious Monk. Yo nunca lo había visto antes, esta imagen fue mi primer encuentro con el rostro del jazzista. «La primera vez que escuché a Monk estaba bajo la luz tenue de un viaje ácido. No tenía idea de lo que era eso que oía. Fue como si me arrojaran por las escaleras. Quise traducir ese sonido, esos ligeros golpes al piano. Parecía un galope de caballo encima de una nube. Parecían cien centuriones en batalla».
En la presentación del libro en Guadalajara, Plascencia Ñol mencionó cómo conoció la música de Monk: a unas cuadras de donde estábamos desde la acera afuera de un club. «Escuchar a Monk ahora es recordar el joven que fui».
La siguiente y tercera sección es más corta que las anteriores, compuesta por seis poemas y abre con las palabras del baterista Albert Tootie Heath: «Toqué durante una semana con Monk. […] Entraba en el club con el sombrero y el abrigo puestos, se sentaba en el piano y no nos decía nada. ¡Nada! No sabíamos ni lo que estábamos tocando».
¿Quién es Monk? Ya lo escuchamos, ya lo vimos. Pero no lo conocemos. Queremos acercarnos, pero no nos dice nada. Sus objetos, las personas de su alrededor nos hablan de él. ¿Pero él qué dice?
El último poema de la tercera sección se titula «Thelonious Monk visita el frenopático». Una disonancia rompe el silencio.
La cuarta sección está compuesta por cuatro textos, cada uno subtitulado como «(Paráfrasis a un poema de…)». Los cuatro son interpretaciones de textos de otros autores, intercambiando los objetos del poema por otros que graviten alrededor de Monk. Como si se deseara estudiarlo no por las personas y objetos que lo rodean, sino reemplazando el objeto de estudio de otras ciencias por Monk. La sociología, antropología, filosofía, matemáticas, lingüística, psicología de Monk.
Así como yo intenté escuchar a Monk en las palabras de Plascencia Ñol en la presentación de este libro, mi escucha funciona como una paráfrasis de su escucha. Así como Plascencia Ñol mencionó al contestar una pregunta del público que Cortázar lo acercó al jazz. Así como un epígrafe nos acerca al cuerpo del texto. No terminamos de conocer a Monk en sus palabras. Queda escuchar sus notas, sus disonancias, su improvisación, su reinterpretación de sí mismo.
Tercer movimiento: 1’40».
La quinta sección rompe la estructura de la melodía que veníamos escuchando. Esperamos un orden, esperamos ciertos sonidos, una recompensa al final del camino, una luz al final del túnel. Sin embargo, se quiebra el túnel, se abren huecos en el techo. Como semblantes de estrellas que rompen el camino. Notas a pie de página. No son suficientes las palabras. Distorsión visual. Variaciones del mismo motivo. Algo escapa, huye. Tangente, neutro. Fuera. Esquizofrenia. Hebefrénica. Apuntes de una biografía.
«Monk se consideraba una persona escogida por Dios», dijo Plascencia Ñol en la presentación. Decirlo no le hace justicia, como hablar de una buena canción nunca le hace justicia. Cómo comparas los primeros veintisiete segundos de la canción «Everything Happens To Me» a las palabras los primeros veintisiete segundos…
Sexta sección: segunda parte de los apuntes autobiográficos.
Monk vivió en un encierro voluntario los últimos años de su vida. Actuó por última vez en 1975 acompañado de sus hijos. Según el texto «Ficha innecesaria»: «e) Monk, en 1975, decidió quedarse en silencio y observar las líneas blancas de su memoria. f) Al refugiarse en la casa de Pannonica en New Jersey, dejó de tocar el piano, emergió solo para caminatas en el vecindario. g) El 5 de febrero de 1982 sufrió un derrame cerebral que sería fatal, y murió, doce días después, en brazos de Nellie. Siempre es de noche o no necesitaríamos luz». Obituario del sumo sacerdote del bebop.
Lo que mi paráfrasis, mi interpretación, pueda contar de Monk no le hace justicia a Monk. Como cuatro minutos y treinta tres segundos de silencio de uno solo en su habitación —sin contar el tiempo ni percatarse que no existe el silencio— no le hace justicia a cuatro minutos y treinta y tres segundos de silencio en una sala llena frente a John Cage.
Monk, de León Plascencia Ñol. Universidad Autónoma de Nuevo León, 2023.