La visitante. ¿Qué es eso que no te deja dormir?: Alberto Chimal

D. P. Snyder

Filadelfia, Estados Unidos, 1960.  Entre sus últimas traducciones está Arrhytmias, de Angelina Muñiz -Huberman (Literal Publishing / Hablemos, escritoras, 2022).

El escritor mexicano Alberto Chimal experimenta con la forma, su obra resalta la porosidad entre la llamada «realidad» y lo fantástico, y expande los límites de la ficción literaria. Estas cualidades están a la vista en su más reciente novela La visitante. Producto de un escritor maduro, parte de un pequeño contingente de narradores masculinos que están creando personajes femeninos convincentes, mujeres ordinarias que se vuelven extraordinarias al enfrentarse a la rapacidad y la violencia de los hombres, armadas sólo con lo que el novelista nicaragüense y Premio Cervantes Sergio Ramírez llama «el esplendor moral».

Ambientada en Ciudad de México durante el clima de censura gubernamental, protestas estudiantiles y masacres infames de principios de los setenta del siglo XX, La visitante es una historia vertiginosa que plantea dos cuestiones: ¿Qué tan permeable es la frontera entre los reinos de los vivos y los muertos? y ¿cuánto de ti misma sacrificarías para salvar a una desconocida?

Gabriela es una toluqueña sensible y «cuadrada», acosada por pesadillas en las que su difunta abuela le ofrece consejos tan crípticos como urgentes: «Sientes mucho y sientes fuerte. Y a la gente que siente así le puede ir muy mal en la vida… Va a parecer que te la debes llevar. Di que no. Di que no».  Sin entender a qué se refiere la abuela, en  lo profundo de su corazón,  Gabriela quiere decir «sí » a una identidad que sea la suya.

Al llegar a la capital para estudiar contabilidad, comparte piso con su prima más atrevida, Marisol, quién dice que «sí» a todo. Pero los valores burgueses de Gabriela la mantienen a raya hasta que conoce al apuesto y carismático Teodoro en una de las bulliciosas fiestas de Marisol, no mucho después del Halconazo, la masacre de estudiantes de la que esta apenas escapa. Ahora, como integrante del taller de teatro, Gabriela, junto con sus compañeros, aprende de Teo las técnicas experimentales del famoso director polaco Jerzy Grotowski con quien el joven afirma haber estudiado. Al describir el método de Grotowksi, dice: «y cuando actúa, se transforma. Ya no está actuando… fingiendo. Se convierte. Se vuelve otra persona». Al escuchar esto, «Gabriela se estremeció. O algo se estremeció en ella». Ese algo es el tema central de la novela, aquella presencia inquietante que la ocupa y resulta más aterradora que cualquier casa de los horrores hitchcockiana. «La muerta» se abre camino en Gabriela a través de la magia liberadora del teatro y esta debe decidir el destino de la visitante ensangrentada que le exige socorro desde las tinieblas.

La visitante presenta múltiples porosidades: los vivos y los muertos, la «chaviza» y la «momiza», el campo y la ciudad, la clase obrera y la élite intelectual, la verdad y la mentira. Las notas de Gabriela empeoran a medida que crece su entusiasmo por el teatro y su valor.

El hincapié en el diálogo, plasmado por Chimal con absoluta naturalidad, y la atención a los detalles históricos de la Ciudad de México de la década de los setenta dan a la novela frescura y un marcado aire cinematográfico que recuerda a las películas de Kelvin Tong (La doncella) e Hideo Nakata (El aro).  El subtítulo de la novela plantea una pregunta que podríamos encontrar en un cartel en el cine: «¿Qué es eso que no te deja dormir? ». Se trata de una cuestión seria, porque en México muchas realidades cotidianas pueden impedir que uno concilie el sueño.

Al igual que en Asia Oriental, donde durante el último siglo se incineraron ciudades enteras y hubo crímenes de guerra incalificables contra la población civil, la historia moderna de México está repleta de violencia perpetrada por los ricos contra los pobres y, significativamente, por hombres contra mujeres. Chimal hace bien en recordarnos la realidad en la que vivimos, la cual ahora se basa en un pasado reciente de barbarie.

«La muerta» se aparece con frecuencia en los sueños de Gabriela y pronto empieza a invadir también sus horas de vigilia. Pero, ¿quién es ella? ¿Una estudiante asesinada en el Halconazo? ¿La exnovia desaparecida de Teo? ¿Alguien más? ¿Y cómo puede una humilde estudiante de contabilidad ayudar a este fantasma hambriento? Es más, ¿por qué lo haría?

En ese aspecto, La visitante se convierte en una obra feminista: la solidaridad que se construye entre Gabriela y Marisol y la conexión espiritual que surge entre Gabriela y «La muerta» son las relaciones centrales de la novela. La sororidad, como la que México ha visto en la Revolución Púrpura, se convierte por fin en materia de alta literatura escrita por hombres; las heroínas de la clase trabajadora que luchan contra el machismo y la violencia, pero también contra la opresión socioeconómica, son las protagonistas más interesantes de la ficción contemporánea: Melva Lucy, la mesera bogateña que reclama justicia para su hermano asesinado por los paramilitares en Cada oscura tumba (Planeta, 2022) de Octavio Escobar Giraldo; y la valiente limpiadora-detective, doña Sofía, en las novelas negras de Sergio Ramírez son hermanas de Gabriela.

Las mujeres valientes de la clase trabajadora son las guardianas de la cultura y la sociedad. A pesar de su humilde posición social, o quizá debido a ella, se mantienen firmes ante el peligro mortal y moral, convirtiéndose en heroínas al decir «sí» cuando la justicia se los exige.

La visitante. ¿Qué es eso que no te deja dormir?, de Alberto Chimal. Planeta, 2022.

Comparte este texto: