El secreto de la enfermedad de los secretos / Héctor Hernández Montecinos

Mamá te he mentido.
Te he ocultado estas palabras.
Las tenía entre mis manos.
Y mis manos esta noche sangran como esos volcanes.
Tú sabes que mi sangre es tonta.
Huele feo y su color está muerto.
Como las palabras estas que te he ocultado mamá.
No les cuentes a los niños.
Muerde tu boca.
Comprime tu lengua azul del color de los pantanos.
Esto es un secreto.
No me gustan los secretos.
En la noche cuando duermo se suben a mi cama.
Me muerden la entrepierna.
Hurguetean en el calorcito que vive entre mis dedos.
Los secretos me hicieron llorar mamá.
No puedo aguantar más.
Se metieron por mis oídos y los hicieron sangrar.
Entraban de a poco.
Como si quisieran devolverse para vengarse.
Luego agrandaron el paso y el pelo se levantaba.
Los secretos mamá hacen daño.
Si quieren subirse a tu cama patéalos en la cara.
Arañarán tus recuerdos bonitos.
Picarán la linda mirada que tienes al dormir.
Mi secreto mamá es sobre los niños.
Uno de ellos se ha tendido junto a mí.
Esperó a que me durmiera y tomó mi mano.
Yo tenía miedo pero a mis dedos le gustaba.
Quería soltarme y esconderme en una de las nubes.
Pasaban de a dos sobre nosotros.
Comenzó a respirar más y más más fuerte.
Mi corazón también respiró como él.
Es un secreto muy grande mamá.
Llevo tres noches sin dormir.
Y los días no alcanzan al sol que huye de su rabo.
Ese niño de los niños balbuceaba algo.
Se acercaba a mi boca y mis dientes temblaban.
Yo pensaba que se caerían por el cuello.
Pero en el cuello sus dedos iban subiendo.
Quería huir de ahí mamá.
Pero también me quería quedar.
Me dijo que me daría un secreto.
Me lo dio en los labios.
El secreto entró poco a poco.
Se hizo paso y quería dormir en mi pecho.
Atravesó entre los nidos de las ratas.
Atravesó entre las madrigueras de arañas llenas de leche.
El secreto de ese niño era dulce.
Pero también me hacía arder todo el cuerpo.
Mamá yo no sabía lo que eran los secretos.
Ahora lo sé y te lo cuenta esta noche.
Esta noche en que he decidido morirme.
No me mates tú esta vez.
Tomaré el secreto y yo mismo desapareceré.
El niño ése me acompañará para que no dudes de mí.
Me iré con él y se lo devolveré bajo estas mismas constelaciones.
Te lo juro mamá.
Verás que lo hago y tu lengua sanará de los pantanos.
Estarás orgullosa de mí.
Cuando vaya al río yo lo seguiré.
Esconderé su ropa en las copas de los árboles.
Y el frío calará su piel entre las hojas de colores.
Le daré las manzanas más grandes.
Y sus manos se cansarán antes que las mías.
En la noche lo asfixiaré con mi vaho.
Para robarle el poco aire de aquellas montañas.
Pasaré años junto a él.
Sólo para reírme cuando le duelan los huesos.
Y cuando ya no oiga nada le diré cosas bonitas al oído.
No sabes cuánto odio a ese niño mamá.
Lo odio por haberme dado su secreto.
Te he escondido estas palabras hasta hoy.
No quise decírtelas mientras volabas.
Éste es mi secreto.
El que ese niño malvado puso en mi corazón.
Perdóname mamá.
Ya no soy un niño.
No te pertenezco.
Mi vida es la ruina que nos queda.
Todo ha desaparecido entre tú y yo.
Perdóname mamá por dejarte para siempre.
Esta noche es la última noche que soñaremos bajo una misma noche.
Éste era mi secreto.
Nunca lo olvidarás.
Nunca lo olvidarás mamá.

 

 

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