Un libro es una especie de espejo,
cuando un mono se mira en él
no descubre la imagen de un apóstol.
Georg Christoph Lichtenberg
Lo vi un lunes por la mañana en la rueda de prensa: vestía saco negro, camisa azul cielo y una corbata color naranja. Saludaba a todos con una amable sonrisa. Su actitud me tomó por sorpresa. Estoy tan acostumbrado a los filósofos amargos, cejijuntos y ritualmente en disgusto… Pero pronto me di cuenta: él no pertenecía a ese clan.
Lo escuché hablar sin perder el hilo de la argumentación: iba de la filosofía a las neuronas, de la política a las consecuencias del amor en los tiempos virtuales. Alrededor de la mesa, algunos periodistas tomaban a toda prisa anotaciones; otros, grabadora en mano, lo miraban desde lejos. «¿Quién se anima a escribir un libro de filosofía conmigo?», dijo, y ahora los sorprendidos éramos todos, incluso un mesero dejó de servir por un instante para mirar a un José Antonio Marina sonriente, sentado justo en la cabecera.
Unos entusiastas levantamos la mano, aceptando el reto, y escuchamos su propuesta: «Voy a aprovechar las nuevas tecnologías para hacer un ensayo de filosofía compartida. Cada semana publicaré en mi página web (joseantoniomarina.net) una de las tesis, comprometiéndome a estudiar las críticas que me lleguen y a contemplar la posibilidad de tener que cambiar de ideas». Tal como aparece en su más reciente libro, El bucle prodigioso.
*
Tal vez la cualidad fundamental de la inteligencia sea su capacidad para dudar de sí misma. La dubitación presupone la existencia de múltiples opciones. De esta forma, la otredad se manifiesta paralela a la búsqueda de la verdad. La inteligencia es posible gracias a la diversidad, y esta última sólo adquiere sentido a través de la primera.
A diferencia de los demás órganos del cuerpo, el cerebro humano es el único capaz de nombrarse a sí mismo. Ha inventado el lenguaje y, a partir de éste, catalogado al mundo hasta etiquetarse dentro de él. Esto es un ejemplo del llamado bucle prodigioso,según José Antonio Marina (Toledo, España, 1939), quien, en compañía de la investigadora y licenciada en Derecho María Teresa Rodríguez de Castro, escribió El bucle prodigioso mediante una serie de entrevistas —veinte años después de Elogio y refutación del ingenio, también publicado por Anagrama.
El filósofo y la investigadora trazan treinta y nueve tesis fundamentales para entender la obra del primero, logrando así un valioso compendio bibliográfico de la obra de Marina, la cual supera los cuarenta títulos, con temas que van desde la neurología hasta la ética, pasando por la sexualidad, la religión y la pedagogía moderna. Desde principios de los años noventa, la aspiración del autor fue crear «una teoría de la inteligencia que comenzara en la neurología y terminara en la ética».
Y vaya si se la tomó en serio. Elogio y refutación del ingenio, aparecido en 1992, ganó el Premio Anagrama de Ensayo y, como bien apunta el subtítulo de este nuevo libro, hay una estrecha
—prodigiosa— relación entre ambos. Desde entonces, la editorial dio seguimiento a la labor de Marina publicando, entre otros, Teoría de la inteligencia creadora (1993), Ética para náufragos (1996), El laberinto sentimental (1998), La selva del lenguaje (1998), Crónicas de la ultramodernidad (2000), La lucha por la dignidad: teoría de la felicidad política —con María de la Válgoma— (2000), Dictamen sobre Dios (2001), El rompecabezas de la sexualidad (2002), La inteligencia fracasada: teoría y práctica de la estupidez (2004), Anatomía del miedo: un tratado sobre la valentía (2006), Las arquitecturas del deseo. Una investigación sobre los placeres del espíritu (2007), La conspiración de las lectoras —con María Teresa Rodríguez de Castro— (2009) y los más recientes: Las culturas fracasadas. El talento y la estupidez de las sociedades (2010)y Pequeño tratado de los grandes vicios (2011). En la dedicatoria de El bucle prodigioso, José Antonio Marina escribió: «A Jorge Herralde, que asistió al nacimiento del elefante y lo acogió».
¿Ética e inteligencia de la mano? El argumento podría concretarse de la siguiente manera: la inteligencia no es un conjunto de certezas individuales, sino un compendio social e histórico de supuestos sobre el mundo. Una sociedad x considera inteligente al individuo capaz de discernir entre la buena semilla para sembrar y una sociedad y hace lo propio con quien realiza ecuaciones matemáticas mentalmente en tiempo récord, pero esto no depende tanto de la inteligencia por sí misma, sino de los atributos del grupo en el que se desenvuelve. Tal como las fábulas promueven valores y actitudes sociales, el concepto inteligencia es utilizado por los individuos para jerarquizar prioridades y establecer pautas benéficas para la comunidad en general; nuestro concepto de ella refleja los principios morales del mundo en que vivimos. Ética e inteligencia se vinculan así en una sola dinámica de desarrollo conjunto, otro ejemplo del bucle prodigioso.
En este libro aparecen los principales postulados del pensador, sometidos al escrutinio sagaz de la entrevistadora, quien pone en entredicho sus fundamentos para aclarar los puntos débiles de la argumentación sin dejar de subrayar los portentosos hallazgos de ésta. Una y otra vez, Rodríguez de Castro obliga al autor a enfrentarse con sus prejuicios, a plantear ejemplos de la vida cotidiana para aclarar sus postulados, lo cual tiene la doble virtud de iluminar nuevas aristas, así como de permitir al lector entenderlos no sólo de manera teórica, sino también práctica. «¿Y todo esto cómo lo sabes?», cuestiona ella, y el escritor reconoce en esta pregunta la base para una ciudadanía participativa: «La única forma de controlar al poder es que la ciudadanía sea crítica» —le oí decir aquel lunes.
*
El bucle prodigioso constituye la mejor introducción a la obra de José Antonio Marina, así como una completa panorámica para enlazar las distintas partes de este enorme y elefantino proyecto.
El bucle prodigioso. Veinte años después de «Elogio y refutación del ingenio», de José Antonio Marina y María Teresa Rodríguez de Castro. Anagrama, Barcelona, 2012.