«cuando te sientas solo y triste
sólo piensa en el niño acento»
dice el meme que alguien
acaba de subir para que yo
escriba este poema
y consiste en una foto
cenital de unos cuarenta
y ocho creyentes acostados
en el piso para dar forma
a las letras de la frase:
«te amo jesús»
todos están acompañados
en grupos de cuatro, de cinco,
y hasta de seis camaradas
para hacer la letra M, todos
son parte de una primera comunión
antes de integrar esa más grande
que retrata la foto como prueba
de su amor a un dios
que observará conmovido desde el cielo
la obra de un rebaño tan fiel,
incluso,
en su devenir ortográfico
pues es claro,
¡mentira que todos estén acompañados!
nada
en la historia de la humanidad,
en las dos mil temporadas que lleva
esta serie de amor
entre un pastor y sus ovejas
puede ser más elocuente
sobre la fe de los hombres que ese niño
tirado solo, a la intemperie,
alejado del soporte de sus pares,
los bracitos pegados al cuerpo,
obediente, como muerto,
de unos tres o cuatro años,
que con una inclinacion perfecta
de cuarenta y cinco grados
encarna la tilde de la Ú
para que el nombre de Dios hecho carne
sea tan agudo como el desamparo
que un instante antes de morir
en la cruz sintió al mirar el cielo
y plañir luego: Padre mío,
¿por qué me has abandonado?
nada como la entrega
inmóvil de ese niño en el meme
para saber de inmediato la respuesta
de Aquél para quien el tiempo no es una secuencia
y más que seguro ya tenía preparado
el milagro de Internet:
«para hacerte mártir, Hijo mío,
igual que el niño acento»