(Tacna, 1952). Una de sus publicaciones más recientes es la novela Toda la culpa la tiene Mario (Planeta, 2016).
Yo pido spaghetti él y ella risotto con langostinos comemos con ganas y nos entusiasma una botella de vino tinto hablamos del trabajo, de los viajes, del Perú, de Tacna y de pronto no sé cómo del azar. Si yo no hubiera ido a tu casa esa noche, empieza él. Esa noche, agrega ella, yo no sé por qué estuve en tu casa hasta tan tarde. Era tarde, pero yo creí, dice él, que ella vivía en tu casa. Pasaba por ahí y toqué el timbre, sin pensar no estaríamos acá los tres. Ella y él no se habrían casado. Si esa tarde yo no hubiera pasado por la calle Zela en el preciso momento en el que tú caminabas por la vereda izquierda, no nos habríamos encontrado, no viviríamos en esa casa donde él, años después, fue a buscarla una noche. ¿Es así la vida? Me pregunto qué hubiera tenido que pasar para que no me dejaras. Si yo, si yo... no sé qué ahora estaríamos acá los cuatro comiendo spaghetti y bebiendo vino hablando del azar. Pero no. Algo pasó y ya no estás. Tal vez tú y ella esta misma noche están hablando de cómo pasó todo. Yo fui sin ganas a esa fiesta, dirá ella, y cuando llegué te estabas yendo. Si me hubiera demorado un minuto, medio minuto... Y tú tal vez dirás dirás que esa noche fuiste sólo porque ella (yo) no, no dirás nada. Nada tuvo que ver el azar con lo que pasó entre nosotros: si no hubiera sido ayer habría sido hoy o mañana de día o de noche.