Diario de la ceniza

Alessio Brandolini

(Frascati, 1958). Su último libro publicado es el poemario Città in miniatura (Edizioni Fili d’Aquilone, 2021).

¡Oh cielo, cielo, te veré en mis sueños! Jamás te volverás una tiniebla ni el día brillará como hoja en blanco: ¡sólo serán un poco de humo y de ceniza!

Ósip Mandelshtam

1 
Meses hablando de la paz y aún sabemos 
muy poco. Entre espinas, hierba alta, hormigas 
y un bosque en llamas. El hecho de haber 
dormido mal me deja expuesto a ideas
peligrosas. Descuido los colores de las hojas 
y del atardecer, el vuelo alegre de las golondrinas. 


2 
Llevamos horas caminando y todo este espacio 
ensancha la vista, nos lava por dentro. El pasado 
fluye en el río, queda la forma de un día 
que nunca nacerá porque se escapa de un puñado 
de estrellas. Puedo aferrarme a tu mirada 
y luego, de un lago de cenizas, extraer el azul. 


3 
Hace años medito en lo que piensas y sé muy 
poco. Las palabras son caprichos de otro tiempo 
pero resisto pegado a la piel de la costumbre 
por terror al vacío, al precipicio. Quisiera 
que me regalaras un secreto, cualquier cosa pero 
no esta fría sonrisa que me mantiene a raya. 


4 
Con la cabeza gacha por calles torcidas, desiertas 
por escaleras oblicuas que alcanzan 
las estrellas y allá arriba paseamos y la hierba 
de las nubes los pies nos acaricia. Las manos 
son hojas con el olor del alba cuando 
se tiende con calma sobre cumbres nevadas. 


5 
Espero que se encienda la noche y que me embista 
la nostalgia de ti que repartes alegría en el aire. 
Busco la paz y el alboroto rompe las paredes. 
¿Dar sentido a las piedras que echa un loco 
en el pozo de la memoria? Sale el sol: 
es magnífico observarlo como la primera vez. 


6 
¿Puede un mal antiguo reparar las heridas? 
Trabajas duro y nadie se entera: 
aligera el peso o te hundirás en el pantano. 
Si uno se pierde encuentra en el espejo un niño 
triste, lleno de arrugas. El sueño es un viaje 
debajo de un volcán, un precipicio donde zambullirse. 


7 
El primitivo río fluye entre pilares, abate 
barreras. Levantaré por ti una viña, un huerto, 
una casa. Arde la angustia bajo la corteza, 
el sol me guiña un ojo y me sorprende 
la atención que me dispensa. El viento alienta 
a la audacia, esparce el polvo de estos días. 


8 
¿Hacer algo? Un brillo cegador 
y el viola oscuro de la montaña con la casa 
bajo el pueblo en el que hemos vivido instantes 
que duraban meses. Ahora nos acosa 
una avalancha, desde hace días no salimos 
y nos decimos lo estrictamente necesario. 


9 
Sobre el volcán columnas de nubes cargadas 
de ceniza, por eso estamos atrincherados 
en la casa. Suena el teléfono: —Hola, ¿qué tal? 
—No tan mal, un poco contrariado, ¿y tú? 
—Bien, he terminado mi novela. ¿Y tú? 
—Borro bastante lo que escribo. 


10 
Escampa y es hermoso contar con la sonrisa del sol. 
Un pedazo de dicha completamente nuestra donde plantar 
árboles, verlos florecer. Gorjea el petirrojo 
parece un desafío, ¿quién empuja las rejas? 
Espera: sí, palabra difícil de pronunciar 
porque hace mucho sabemos que nunca tendrá fin. 


11 
Si río es porque he llorado toda la noche 
y el día tiene su parte de locura. Los pájaros 
no fallan una nota si les prestas atención, su 
canto es perfecto y saludable aunque, a veces, 
aburrido. Resistir era la meta principal 
ahora afrontamos somnolientos la ceniza, el humo. 


12 
Entre nosotros un muro de sombras para cruzar 
a nado y solos, una brazada tras 
otra y entonces escribo este diario para no 
quebrarme y desaparecer. De ningún modo quieres 
hablar de esto y frente al volcán en erupción 
avanzamos (encerrados en casa) como si nada ocurriera. 

Versión del italiano de Marisa Martínez Pérsico.

Diario della cenere

O cielo, cielo, ti vedrò nei sogni.

Non sarà mai che tu divenga tenebra

e il giorno avvampi come un bianco foglio:

soltanto un po’ di fumo e un po’ di cenere!

Osip Mandel’štam

1

Da mesi a parlare di pace e ne sappiamo / ben poco. Tra spine, l’erba alta, formiche / e un bosco in fiamme. Il fatto di aver / dormito male mi rende esposto a idee / pericolose. Trascuro i colori delle foglie / e del tramonto, l’allegro volo delle rondini.

2

Camminiamo da ore e tutto questo spazio / allarga la vista, lava all’interno. Il passato / scorre nel fiume, resta la forma di un giorno / che mai sorgerà perché in fuga da un pugno / di stelle. Posso afferrarmi al tuo sguardo / e poi, da un lago di cenere, estrarre l’azzurro.

3

Da anni medito su ciò che pensi e ne so ben / poco. Le parole sono un vezzo d’altri tempi / ma resisto incollato alla scorza dell’abitudine / al terrore del vuoto, del baratro. Vorrei / che mi regalassi un segreto, qualsiasi cosa ma /non questo freddo sorriso che tiene a distanza. 

4

A testa bassa per strade torte, deserte / per oblique scalinate che raggiungono / le stelle e lassù passeggiamo e l’erba / delle nuvole ci carezza i piedi. Le mani / sono foglie con l’odore dell’alba quando / con calma si distende su creste innevate.

5

Aspetto che avvampi il buio e mi assale / la nostalgia di te che getti gioia nell’aria. / Cerco la pace e il chiasso sfonda le pareti. / Dare un senso alle pietre che un folle tira / nel pozzo della memoria? Spunta il sole: /magnifico osservarlo come la prima volta.

6

Un male antico può risanare le ferite? / Lavori duro e nessuno se ne accorge: / sgrava il peso o sprofonderai nella palude. / Ci si perde e allo specchio c’è un bambino / triste, pieno di rughe. Il sogno è un viaggio / sotto un vulcano, un precipizio dove tuffarsi.

7

Il primitivo fiume scorre tra pilastri, abbatte / barriere. Tirerò su per te una vigna un orto / una casa. Sotto la corteccia arde l’angoscia / il sole strizza un occhio e resto colpito / dall’attenzione che mi riserva. Il vento sprona / al coraggio, disperde la polvere di questi giorni.

8

Fare qualcosa? Un’accecante luminosità / e il viola scuro della montagna con la casa / sotto il paese dove abbiamo vissuto attimi / che duravano mesi. Ora siamo braccati / da una valanga, non usciamo da giorni / e ci diciamo soltanto lo stretto necessario.

9

Sul vulcano colonne di nuvole cariche / di cenere, per questo restiamo barricati / in casa. Trilla il telefono: —Ciao come va? / —Non così male, un po’ all’indietro e tu? / —Bene, ho finito il mio romanzo. E tu? / —Cancello parecchio di ciò che ho scritto.

10

Spiove ed è bello contare sul sorriso del sole. / Un pezzo di gioia tutta nostra dove piantare / alberi, vederli fiorire. Gorgheggia il pettirosso / sembra una sfida, chi spintona verso il recinto? / Attesa: sì, parola difficile da pronunciare / perché da decenni sappiamo che mai avrà fine.

11

Se rido è perché ho pianto tutta la notte / e il giorno ha la sua parte di follia. Gli uccelli / non sbagliano una nota se li ascolti, il loro / canto è perfetto e salutare sebbene, talvolta, / noioso. Resistere era lo scopo prioritario / ora insonnoliti affrontiamo la cenere, il fumo.

12

Tra noi un muro di ombre da attraversare / a nuoto e in solitaria, una bracciata dietro / l’altra e allora scrivo questo diario per non / spezzarmi e svanire. In nessuno modo vuoi / parlarne e davanti al vulcano in eruzione / avanziamo (chiusi in casa) come se nulla fosse.

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