Diálogo con Ángel

Silvia Eugenia Castillero

(Ciudad de México, 1963). Acaba de publicar Tiempo germinado, casi flor. Poesía reunida (Universidad de Guadalajara / Rayuela, 2021).

El   agua   hirviendo,   el    agua    helada.   El   río   lleva   los   barcos   de   carga   a   rumbos   desconocidos mientras alguien escribe   con   un   gis   el   conocimiento   del   universo   y   otros   se   están   muriendo   junto   a   la   ventana,   inesperadamente.   En   forma   de   animal   o   de   mujer   impúdica,   es   / el diablo: / sus manos de muñeca mordida / por un cerdo, / las pezuñas / que asoman apenas / un quirúrgico instante, / las lindas zapatillas de cristal… La gente se muere sin que lo sospechemos. No es la ruta más corta / entre principio y fin / pero tal vez debieras / respetar / la mala suerte que agujera / los dados / entre ensayo y error. Después el muro, el silencio, la nostalgia, el sinsentido, el alambre para caminar sobre un abismo desconocido, algo intacto, virgen …un día más / en el Paraíso / y cada escupitajo mientras barres la calle / es un niño sonriente: un manual / de civismo. Pasar por ahí si se quiere continuar. Pasar por ahí, después de haber mirado lo negro, o lo blanco, lo llano, lo inexpresivo. Ni un sonido, ni un decir, sin voces ni gestos. Todas las cosas bailan: / el techo del Infierno / con canciones de cuna en el papel / tapiz… Llanura, transparencia, una línea incolora entre la vida y la muerte; una línea entre la nada y la tormentosa ola de significados que tras la muerte se arremolina como tsunami…¿Quién crearía todo el mundo / sólo para matarte? / Florecerán tus vísceras al viento. Tras de lo que hay, tras de lo que hacemos y decimos, como un tren que a toda velocidad se vuelve ciego y sigue sus rieles, si algo se atraviesa lo arrasa, lo desmantela, lo demuele. Existe, y su naturaleza es extenderse, / una conspiración vegetal. Un / manotazo inepto / frente a su uniforme indiferencia.

El agua hirviendo me hiere, recomienzo la tentativa de subir y decir una sílaba, un vocablo …No repita que se está muriendo. / Sería (usted lo sabe) / la inoportuna moraleja. Una queja es el inicio, un decir atormentado o jubiloso, un decir …Soy un curioso artrópodo, / las vueltas de campana / con que dormito y ruego / se asordinan / y luego el rosedal / se cierra como un frasco. Desde ese terreno áureo de las sílabasSonidos raros, luces, tarántulas que crispan en las / manos / La cabeza de Dios (que es modernista), / las sandalias / de hule. // Tú eres / una cosa. // Que no: / Nada // El radio está en Argel. / El baño es turco. / Y la voz canta: // Nada. En ese tararear los sentidos se perfilan, se enfocan para que el aire tome un lugar en las palabras y comience el canto. Ese día fui a la clínica / en medio de empellones / y de gestos indignos / con que contuve el llanto para verme peor. // Juré que moriría y me verían / reencarnar en perrito faldero // para morder feroz e inútilmente // sus risueños tobillos. // En el final feliz, en realidad, / suelo lamer sus manos. A pesar de la muerte, del muro; a pesar del dolor y la queja.

Los textos en negritas son versos del libro

Boa, de Ángel Ortuño (Mantis Editores, 2009).

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