Preparatoria 7 / 2013B
¿Lo reconocerías? Él camina sin pesares, con esa mirada oscura, a la vez que ardiente y helada, te corrompe el alma, te traspasa, te ataca; no, no te ocasiona ninguna herida física. ¡Cuidado, te va a sujetar! No te confíes, pequeña, él no es un hombre amigable con las de tu tipo, pretende sentir placer con tu dolor y sufrimiento. Tus lágrimas son su licor, tu dulce mirada su alegría reprimida en su infancia, y por más tierna que sea, a él no lo conmueve.
Despertó, se levantó sudando, su mano derecha temblaba y el recuerdo de la jovencita no lo abandonó. El agua pronto hirvió, el olor a café mañanero se esparció por toda la casa, dándole un ligero toque de sencillez a su vida, haciéndolo sentir como una persona común. Estar en casa no era la mejor opción, así que decidió sentarse en una linda banquita del parque, bajo la amplia sombra del frondoso árbol con flores naranja.
Después de dormitar por unos minutos, una leve brisa en su severo rostro lo despertó, pero sólo para evocarle la imagen de la jovencita. La sangre lo recorrió de izquierda a derecha, de norte a sur, la mirada asesina no se hizo esperar, en él era señal de que su corazón se secaba, aunque cada segundo latía con más fuerza y rapidez.
Precisamente en ese momento y como capricho del destino la vio pasar delante de él, su caminar tranquilo y su mirada sin perversiones lo excitaban, lo seducían, el cuerpo varonil temblaba, las pupilas dilatadas denotaban su espera y búsqueda de placer, del éxtasis que el dolor ajeno le provocaba. La siguió a una distancia prudente, no se puede esperar menos de un hombre inteligente, que no levanta sospecha de criminal sexual. Antes la había visto sólo dos veces, las suficientes para provocar sus instintos.
Esta ocasión no es el momento adecuado para actuar, tengo que esperar, francamente esperar es algo que me ayuda; ¿me ayuda?, en realidad no mucho… ¡carajo! Es perfecta, perfecta como las otras, las anteriores, las que… hoy me siento feliz, sí, vaya que me siento feliz, creo que no dormiré, pero no importa, soy feliz, y no lloro, no, no lloro como solía hacerlo en mi infancia. ¡Mami, mami!… ¿Por qué lloras?, ¿puedo secar tus lágrimas con mi suéter? Vaya que este suéter me gusta, mi mami me lo dio el invierno pasado cuando cumplí cinco… Mi mandolina, tardo un poco en afinar mi mandolina, el único recuerdo decente de mi padre; no entiendo cómo es que mi padre tocaba con ese coro, en ese templo, ¿en un templo?, simplemente no lo comprendo.
Justo como él lo predijo, en toda la noche no consiguió dormir. Debo mencionar que a pesar de no hacerlo, su rostro permanece incorrupto, quién fuera él. No es joven, bueno, tampoco es un anciano ni un chico, en fin, esta mañana es ¿normal? No lo sé, no sé qué es lo normal y lo anormal, eso es meramente subjetivo, para él es igual, pareciera que olvidó todo el día anterior, pareciera, pero no. Yo no quiero presenciar otra escena como con las otras, las anteriores, las que…
Este hombre es un seductor, no entiendo cómo es que puede acercarse con tanta facilidad a una jovencita como ella, a quien observa, logra hacerla sonreír, sonrojarla… Debo admitir que no es feo, ¡pero tampoco es apuesto! Quién fuera él, de seguro la citó para mañana, de seguro la citó en el parque; claro, primero en un lugar público. De verdad que lo admiro, bueno, sólo admiro su habilidad e inteligencia pues el tipo es un patán.