Con una habitación no basta [fragmento]

Sultán Alamimi

(Emiratos Árabes Unidos, 1974). Ka’in azraq… aw rubbama (Criatura azul, o quizás…) es uno de sus libros más recientes (Dar Al Saqi, Londres, 2021).

a la memoria de la poeta Moza Almuhairi, que escribiera:

De noche, mi alma peregrina como un pájaro.

Qué noble se sentía revoloteando por el arenal.

Pórtico

En una habitación pequeña de cualquier parte, una persona observaba a escondidas por el ojo de la cerradura a otra persona que observaba a escondidas a alguien por el ojo de la cerradura de la puerta de la habitación contigua. Todos se observaban a escondidas los unos a los otros, sin interrupción. No hacían más que eso.

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Me despierto y me sorprendo de estar solo en una habitación que no es la mía y que no reconozco.

Miro a la derecha y encuentro un teléfono negro sobre una mesilla sin cajones al lado de una cama grande con una colcha azul sobre la que estoy tendido ahora. Me incorporo. Al lado del teléfono, veo un libro gris sin imagen ni diseño en la cubierta, lleva por título Opciones únicas y mi nombre está escrito debajo.

No conozco este libro ni he oído hablar de él. Mis textos no han pasado de tentativas de relatos que me avergüenza publicar. ¿Y ahora encuentro mi nombre en la cubierta de una obra, como su autor? ¿Cómo es posible?

No me atrevo a hojearlo. Dentro de mí hay una voz que dice: «Ignóralo. Mantente alejado de él».

Sobre la mesita, a la derecha de la cama, hay un interruptor que, al ser pulsado, hace que la habitación caiga en la oscuridad más absoluta. Al pulsarlo de nuevo, aparece una luz de neón en el techo, justo en el centro de la habitación.

Las paredes son de color azul cielo. Es mi color preferido. Me siento muy tranquilo y bien conmigo mismo y, aunque es invierno, la temperatura de la habitación es templada.

En la pared de enfrente hay un cuadro con una imagen de un sombrero negro y una corbata del mismo color, decorado con unos cuervos rojos que salen de la corbata, echan a volar y se tornan negros.

Recuerdo que tengo un móvil. ¿Dónde está? Se supone que en mi bolsillo.

Extiendo la mano para agarrarlo, pero no lo encuentro en el extraño pijama que llevo puesto, hecho de una sola pieza y con un solo bolsillo en la parte izquierda, en cuyo interior hay un bolígrafo de tinta roja seca. ¡Qué raro!

Lo saco y lo pongo al lado del libro.

Levanto el auricular del teléfono, que emite ese tono que indica que hay conexión.

Intento llamarme al móvil, pero la línea se corta al tercer número que marco.

¿Será una línea de habitación de hotel?

Al presionar el botón del nueve, como en el caso del servicio telefónico del hotel, me permite hacer una llamada externa, pero la línea se interrumpe de inmediato.

Presiono el botón del cero esperando contactar con la centralita, pero mi conexión sigue suspendida. Vuelvo a poner el auricular en su soporte.

Me pregunto dónde habré dejado el móvil, dónde estoy yo, cuándo he llegado aquí, quién me ha traído, qué estaba haciendo antes de aparecer en este lugar…

Trato de recordar. Estaba caminando en mitad de la noche por una calle en las traseras del hotel en el que pasaba todos los años las vacaciones. Luego… ¡No me acuerdo de qué pasó luego!

Me concentro un poco más y trato de recordar, pero la memoria me traiciona. Intento averiguar si siento algo extraño. ¿Me han golpeado en la parte posterior de la cabeza para dejarme inconsciente y luego me han traído aquí como pasa en las películas? Me palpo la nuca, pero no encuentro ningún signo de violencia.

¿Me he desmayado por alguna razón y alguien me ha traído aquí? ¿Me han anestesiado? ¡No lo sé!

Bien. Tengo que levantarme. Lo intento, pero siento muy cargados los músculos, como con agujetas y rígidos después de hacer ejercicio tras un periodo largo sin hacerlo. Me pongo de pie. El suelo de la habitación está muy frío. Me fijo en que tengo los pies descalzos, pero no veo mis zapatos alrededor.

Camino hacia la puerta de la habitación, a la derecha de la cama. Giro el pomo para abrirla, pero está bloqueada. Me asusto.

Observo que la cerradura tiene un orificio que permite ver lo que hay detrás. No he visto una cerradura como ésa y no he usado esas llaves largas de dientes largos desde hace años, tal vez desde que nos mudamos de nuestra antigua casa.

¿Qué hay detrás de la puerta?

Me inclino hacia el ojo de la cerradura para ver qué hay detrás. Hay otra habitación y en ella hay otra persona. Está de pie colocando un libro en la estantería de un librero parecido al mío.

De pronto se ha girado hacia el lugar desde donde lo miraban mis ojos. Eso ha hecho antes de sentarse.

Me he fijado atentamente en sus facciones.

¡Esa persona soy yo!

Traducción del árabe de Nabil Mansour y equipo de la Escuela de Traductores de Toledo.

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