Se hablaba de crisis en la creación de arte contemporáneo en España frente a sus teóricos, comisarios, directores e investigadores. En el circuito internacional son ya reconocidos los aportes de los especialistas españoles a la definición, el estudio y la formulación de nuevos métodos y técnicas curatoriales, museográficas y de registro. Manuel Borja Villel, con su nueva y visionaria propuesta en la dirección del Museo Reina Sofía desde 2008, quizá representó la consagración de esta apuesta que reconoce a ese país más por sus estudios que por su creación.
Así que parecería difícil mencionar artistas españoles cuando se hace el recuento del arte contemporáneo internacional. Pero quizá lo que llega al Instituto Cultural Cabañas en ocasión de la presencia de Castilla y León en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, la exposición La fuerza de la palabra (selección de la colección del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León), abra el panorama, al menos en México, para la difusión y reflexión del arte actual de la Península Ibérica.
La fuerza de la palabra reúne 33 artistas y más de 50 piezas en el museo más importante de Guadalajara, aunque su actividad no haga honor al título. Los curadores —«comisarios» en castellano ibérico— Agustín Pérez Rubio y María Inés Rodríguez seleccionaron, entre las más de mil piezas del acervo del museo de León (diseñado por los madrileños Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla y ganador del Premio Mies Van der Rohe de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea en 2007), a artistas visuales dedicados a la palabra, a su ausencia, presencia, significado, aspecto y reflexión. El lenguaje como punto central en las artes visuales y sus intensas conexiones después de Marcel Duchamp (recordemos la teoría de Octavio Paz al notar que la obra del genio francés descendía de lo verbal) y que significó la gran ruptura que amplió indefinida y permanentemente los límites del arte. La tan famosa «muerte del arte» no fue su decadencia, fue su extensión.
Será interesante para los lectores reunidos en la fil contemplar artistas visuales de alrededor del planeta dedicados a la palabra: buen tema (¿qué tan difícil habrá sido la elección?). Los desafíos entonces se centrarán en el recorrido que obligará al espectador a replantearse y meditar sobre los procesos y expresiones en torno a la presencia del lenguaje en material visual, aunque ya tengamos práctica al intentar descifrar esos códigos extraños de la fichita debajo de una pieza. Esta colectiva preguntará, desde el barcelonés Ignasi Aballí, que recorta del periódico las «unidades de tiempo», cómo es que sumamos víctimas mediante gentilicios; cómo la palabra fea cobra otro sentido frente al espejo mágico de la sevillana Pilar Albarracín; el significado del discurso en las manifestaciones multitudinarias, con las pancartas en blanco de la alicantina Mira Bernabeu, o la influencia del «cliché lingüístico» en lengua japonesa, desde el video de la sudafricana Candice Breitz.
Habrá que responder cuestiones íntimas a un par de labios colorados en la pantalla de video del dúo Diller + Scofidio (Polonia y Estados Unidos); contemplar la existencia creada a partir de lo virtual en el personaje que el francés Pierre Huyghe compró a una compañía japonesa; el discurso «a lo Hitler» de la giennense Cristina Luca; la intensa lucha verbal del colectivo Mujeres Creando de Bolivia; los personajes que platican con el espectador, de los austriacos Muntean & Roseblum; el terrible juicio misógino recreado por la iraní Shirin Neshat, o la versión oscura de Dorian Gray del inglés Yinka Shonibare, más dos de las estrellas españolas internacionales: Santiago Sierra, criado creativamente en México, y uno de los más importantes apasionados de la instalación por estos tiempos, y Eulalia Valldosera y sus maravillas en letras.
Habrá que tomar en cuenta la teoría de los estudiosos castellanos para recorrer La fuerza de la palabra y quizá tomar nota, enlistar para memorizar, algunos nombres de jóvenes creadores españoles que la exposición bien difunde. La palabra se observará desde el 24 de noviembre hasta el 30 de enero de 2011 en el Cabañas, y esta vez las que hablarán mucho, casi gritando, serán las salas del museo.