Cheetos en la torta / Carlos

Preparatoria Regional de Tequila / 2011 B

Hace mucho tiempo existió un chef llamado Monodeist. Se trataba de un chef muy reconocido que gozaba de una excelente reputación gracias a su trabajo en el restaurant gourmet de tacos de suadero.
      A Monodeist siempre le gustó experimentar cosas nuevas, como sus tacos de Dálmata, Schnauzer o Pit bull. Un día, mientras comía una torta, por casualidad y obra divina, tuvo la maravillosa idea de ponerle cheetos y en el mismo instante que la probó se dio cuenta de lo delicioso que era este platillo celestial, y le vino a la mente una repentina idea: “Voy a montar un puesto de ‘cheetos en la torta’.”
      Y así lo hizo Monodeist. Con el dinero de su puesto de tacos comenzó a vender “cheetos en la torta”, pero al pasar algunos días se percató de que a la gente ignorante y presuntuosa su creación le resultaba tonta o repulsiva, y por consiguiente el puesto se fue a la quiebra.
Monodeist se sentía frustrado, enojado y a la vez triste por la ignorancia de las personas a su alrededor, por lo que comenzó a comer “cheetos en la torta” todo el tiempo hasta llegar a pesar unos quinientos kilogramos, de modo que ya ni siquiera podía salir de su casa. Aún así siguió comiendo, hasta que un día, ya sea por tanta grasa, colesterol o sales acumuladas, sufrió un paro cardiaco.
      Monodeist murió un doce de mayo del año dos mil once, pero, sin importar qué, los cheetos en la torta son eternos y representan el legado de Monodeist, que seguirá vigente en los pocos que degustaron alguna vez los cheetos en la torta.

 

 

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