CUCSH-2015B
Hoy en día las palabras no me ajustan. Después de largos ratos de fe, discerní que la empatía es un espejismo. No quiero ver el triunfo de las pesadillas, prefiero seguir durmiendo con los ojos abiertos como ha sido hasta aquí ¿O será que despierto con los ojos cerrados? Estoy cansado de preguntar porque las verdades vienen en vagones que siguen rutas distintas. Tal vez nunca podré ver el tren pasar. Me hago muchas preguntas, quizás porque quisiera cambiar la verdad. No puedo vivir contando las casillas desde aquí hasta el final. No tengo la mano ni los dados adecuados. Poseo el golpe, pero no la suerte.
Sé por qué rompemos en llanto cuando llueve afuera y las ventanas se vuelven borrosas. Sé por qué se extrañan los desconocidos más de lo que se extrañan aquellos que compartirán por siempre. Sé de qué están hechos los cimientos de los edificios donde la gente guarda sus relatos más profundos; las granadas cuyo seguro es quitado con el odio y que son lanzadas con la lengua; los besos que se usan como armaduras, y que a menudo pesan más que los besos que se usan como arma, como tiempo o como cortesía.
Qué simple se vuelve entenderlo y qué difícil transmitirlo. Desde mi pequeña parcela transmito en el idioma de los errantes, para aquellos que todavía lo consideran. Toda esperanza morirá. De hecho, todo morirá. Yo no tengo nada que decirles para apaciguarlos. Todos somos cómplices y el mundo va en decadencia, dejémonos crecer la barba y digamos que ya lo habíamos dicho, que ya se había vivido, que ya se había solucionado. Hagamos un círculo sobre otro y borremos las líneas antiguas porque la rectitud no ha convencido a nadie. O podemos estar firmes hasta que la ironía más grande nos aplaste.