Blackwater / Luis Alberto Arellano

     Es por eso que pregunto
     si sabes descifrar los sueños.
     Espero tu respuesta pronta, amable, afirmativa.
     O es que los sueños,
     aquella actividad craneana que se despliega en estado rem y nos limpia poro a poro,
     decía, los sueños están condenados
     a terminar en el arroyo continuo de la nada.
     El olvido viene en pliegues.
     Es por eso que pregunto.
     Todo comenzó como un domingo cualquiera, habían caído las bombas: no internet, no gobiernos, sólo tribus y astucia. El tipo de pueblo que te gustaría conocer.
     Vino uno que se llama
     como cualquiera de los apóstoles
     y me pidió acompañarlo con otro que vende medicamentos.
     Es decir, que antes de las bombas y la fuga eléctrica administró farmacia
     y tiene bajo su custodia (armas y fuego permanente)
     grandes pociones que alivian
     las membranas sutiles del cuerpo.
     Siempre he dicho que lo cutáneo es un estuche de terciopelo.
     Dentro encontrarás bisutería que algunos ahora comen golosos por falta de cabra.
     Éste, el bíblico, tenía auto que aún funcionaba.
     En la cajuela cargaba un zombie que intentó morderme.
     Lo guardaba ahí porque el zombie olía
     perfecto el combustible para el auto.
     Como un zombie varita de zahorí, pero para hidrocarburos refinados.
     Llegamos al otro, el de los narcóticos y los niños jugaban con cabras montañesas, evidentemente radiactivas, su pelaje cubría hasta las pezuñas y su cornamenta se cruzaba por su frente en una X muy glamourosa. Muy alfa centauri. Cómo dices que se llama
     a eso: glosolalia, oráculo o esquizofrenia.
     Oligofrénico me decían en las calles.
     Los tipos del mendicamento, pareja, querían a cambio el zombie zahorí.
     Lo dejamos, lo comieron.
     Así de simple el mercado cuando no hay leyes.
     Trataron de venderme un niño de los de la calle.
     Pero tú sabes que ya tengo hijos, uno.
     Para qué más reveses argumentales,
     para qué la retórica del yo lo digo.
     Entonces los niños empezaron un juego que les divertía mucho.
     Tomaron a una cabra, la mayor,
     le rompieron las piernas con una barra de hierro
     y luego azuzaban al animal para que los embistiera.
     Entre gemidos de dolor y furia la cabra lanzaba cabezadas que eran débiles empujones para los niños.
     Qué crees que signifique.
     Significa algo, seguro.
     Como los temblores de tierra, que significan acomodo de las placas tectónicas. Liberación de energía. Puntos para el planeta.
     Como los ovnis que significan nunca estuvimos solos.
     Como los árboles secos que significan destierro.
     Somos un ciclo de caballos batiendo la estepa sin mucha certeza de sus límites.
     Por eso las estrellas permanecen mudas, porque no saben hablar como nosotros.
    
     *
     Sé que no has respondido.
     Tus razones tienes: horror, olvido o ignorancia.
     Todo es válido ahora que la vida flota
     como a capas entre los humos de los cadáveres.
     No sueño frecuentemente.
     Por eso me pregunto qué significan.
     Los egipcios lo tomaban en serio.
     El faraón soñaba peste y ¡paff!,
     caían las langostas a volver noche el día.
     Los griegos no andaban muy lejos.
     También tenían que interpretar los sueños.
     Además había truco.
     Los durmientes podían comunicarse con los muertos.
     Aesclepio fundó una práctica de sanación
     basada en el sueño.
     El asunto era sencillo.
     Llegabas, como podías, a cualquiera de sus templos,
     dormías esa noche en el piso
     y el dios médico brujo te visitaba,
     auscultaba y receteba en sueños.
     Al amanecer procedía pagar el hospedaje de esa noche única. O sea que el sueño era una avenida de ida y vuelta.
     Pero nosotros ni la gracia de Moctezuma que soñó su caída. Porque hemos
     perdido la claridad onírica.
     Soñamos en idiomas extranjeros,
     con vicios extranjeros.
     Normal para esta decadencia.
     Pero seguro tú sabes qué significan.
     Los has estudiado.
     Seguro tú reconoces sus bordes.
     Te molesto con esa certeza.
     Vino otro sueño.
     Dos días después del primero.
     Yo cuidaba un flanco de un fuerte militar.
     Estábamos armados y entrenados.
     Y vino una granada a volar la puerta en la que me apoyaba. Perdí un ojo y la mandíbula colgaba.
     No sentía dolor, sino presión en el ojo.
     Como cuando tienes un ojo flojo: ambliopía.
     Síndrome del ojo perezoso.
     Algo de eso se esconde en mis dioptrías cotidianas.
     Y yo hablaba y hablaba con la gente,
     pedía instrucciones, recibía y transmitía órdenes,
     pero nadie se atrevía a decirme que todo era un sonido gutural y que mi mandíbula colgaba del lado izquierdo,
     unida por el tendón al cráneo,
     pero que el lado derecho había caído
     y estaba y no estaba.
     Nadie me advertía que no hablaba más,
     sino gemía muy mamífero,
     pero que la comunicación oral había pasado sin dejar muchas huellas.
     Aparecía en el sueño el mismo del nombre bíblico
     y con cara de asco unía mi mandíbula
     al lado derecho del cráneo, pero no se ajustaba.
     Los sonidos eran peores en su definición.
     Hice lo único sensato en ese momento y tiré con fuerza del lado izquierdo para desprenderla toda.
     Qué crees que signifique esto.
     Las cabras radiactivas y la mandíbula suelta tendrán relación entre sí.
     Te mando saludos.
     Espero que tu familia encuentre sosiego pronto.
     Todos por acá estamos contigo y los tuyos en este momento.
     Espero tu respuesta pronta, amable, afirmativa.

 

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