A propósito de la poesía de José Régio / Mijail Lamas

La Literatura portuguesa goza hoy en día de una patente notoriedad en nuestro país, debido sobre todo al auge de algunos excelentes narradores como António Lobo Antunes, José Saramago y Miguel Torga. A su vez, en los últimos treinta años, la figura del portento que encarnan Fernando Pessoa y su pléyade de heterónimos ha impreso una marca indeleble en las mentes de innumerables lectores. La literatura de Portugal es, pues, indispensable para entender un aspecto de Europa que hasta hace no poco había estado oculto para muchos.
    Sin embargo, hay todavía un gran número de escritores lusitanos que se hallan ausentes de las librerías. De la poesía de Portugal, que durante el siglo XX ha sido brillantísima, se edita muy poco en nuestro país, salvo por las valiosas traducciones hechas por escritores mexicanos —uno de los más notables es, sin duda, Francisco Cervantes. Hay que recordar que a este período se le considera el Siglo de Oro portugués. En España, vecino incómodo de Portugal, la cosa no es distinta. Si bien han existido esfuerzos por traducir a poetas notabilísimos —como es el caso de Luís Vaz de Camões, un equivalente portugués de Cervantes que también escribió en español—, las ediciones de poetas portugueses del siglo XX no son numerosas.
    En este universo de poetas, la figura de José Régio es fundamental y cautivadora. Poeta esencial, lo es también desde la perspectiva crítica, en la que incursionó de manera contundente y directa. Régio es tal vez el escritor más representantivo del segundo modernismo portugués, que tuvo como escaparate creativo a la revista Presença, de la cual también fue fundador el ensayista João Gaspar Simões.
    Críticos como Silva Carvalho consideran al segundo modernismo portugués un retroceso estilístico respecto del primer modernismo, que tuvo como mayor exponente a Fernando Pessoa. La razón de este juicio, un tanto severo, se debe a la recuperación que los poetas de Presença hacen de algunas de las más destacadas figuras del simbolismo portugués, como es el caso de Florbela Espanca, escritora dilecta de Régio.
    La indagación del segundo modernismo no se interesa del todo por la asimilación de los aspectos más experimentales del primero (hallados esencialmente en Sá-Carneiro y Álvaro de Campos), si acaso observamos la utilización del verso libre, pero en el mayor de los casos se conservan el metro y la rima. En el caso particular de José Régio se enfatiza sobre todo la búsqueda de un estilo individual que recupera de sus antecesores inmediatos las reflexiones teóricas sobre el sensacionismo, las cuales plantean un cambio en la interiorización del poema, una percepción no intelectualizada de las sensaciones, ejerciendo así un cambio considerable en el tratamiento del poema. En este aspecto encontraremos la verdadera experimentación del segundo modernismo, dado que no desatiende los sentimientos más complejos del alma humana por la incorporación experimental que se plantean las vanguardias en el nivel lingüístico.
    Específicamente, la poesía de Régio se debate entre los opuestos, el mundo interior contra el exterior, la salvación y la condenación, la crítica acerba de la sociedad y la piedad cristiana; y finalmente la lucha y convivencia del bien y el mal, por las que él mismo se considera engendrado: «pero yo, que nunca principio ni concluyo / nací del amor que hay entre Dios y el Diablo».
    Los poemas que aquí se traducen pertenecen al primer libro de José Régio, Poemas de Deus e do Diabo, acontecimiento literario que en su primera edición pasó inadvertido, pero que en ediciones subsecuentes logró perturbar algunas conciencias conservadoras. De naturaleza combativa, los poemas expresan la resistencia que opone el artista ante la vida común y fácil, atendiendo al llamado superior del arte.
    En las posteriores ediciones de Poemas de Deus e do Diabo el autor incluyó un postfacio en que reflexiona sobre su vida y su obra. En él polemiza sólidamente con diferentes autores y movimientos literarios a lo largo de la historia contemporánea de su país.

CÂNTICO NEGRO
José Régio

«Vem por aqui» — dizem-me alguns com olhos doces,
Estendendo-me os braços, e seguros
De que seria bom que eu os ouvisse
Quando me dizem: «vem por aqui»!
Eu olho-os com olhos lassos,
(Há, nos meus olhos, ironias e cansaços)
E cruzo os braços,
E nunca vou por ali…

A minha glória é esta:
Criar desumanidade!
Não acompanhar ninguém.
— Que eu vivo com o mesmo sem-vontade
Com que rasguei o ventre a minha Mãe.

Não, não vou por aí! Só vou por onde
Me levam meus próprios passos…
Se ao que busco saber nenhum de vós responde,
Porque me repetis: «vem por aqui»?
Prefiro escorregar nos becos lamacentos,
Redemoinhar aos ventos,
Como farrapos, arrastar os pés sangrentos,
A ir por aí…

Se vim ao mundo, foi
Só para desflorar florestas virgens,
E desenhar meus próprios pés na areia inexplorada!
O mais que faço não vale nada.

Como, pois, sereis vós
Que me dareis impulsos, ferramentas, e coragem
Para eu derrubar os meus obstáculos?…
Corre, nas vossas veias, sangue velho dos avós,
E vós amais o que é fácil!
Eu amo o Longe e a Miragem,
Amo os abismos, as torrentes, os desertos…

Ide! tendes estradas,
Tendes jardins, tendes canteiros,
Tendes pátrias, tendes tectos,
E tendes regras, e tratados, e filósofos, e sabios.
Eu tenho a minha Loucura!
Levanto-a, como urn facho, a arder na noite escura,
E sinto espuma, e sangue, e cânticos nos lábios…

Deus e o Diabo é que me guiam, mais ninguém.
Todos tiveram pai, todos tiveram mãe;
Mas eu, que nunca principio nem acabo,
Nasci do amor que há entre Deus e o Diabo.

Ah, que ninguém me dê piedosas intenções!
Ninguém me peca definições!
Ninguém me diga: «vem por aqui»!
A minha vida é um vendaval que se soltou.
É uma onda que se alevantou.
É um átomo a mais que se animou…
Não sei por onde vou,
Não sei para onde vou,
— Sei que não vou por aí!

CÁNTICO NEGRO
Versión de Mijail Lamas

¡«Ven por aquí», me dicen algunos con ojos dulces,
y me extienden sus brazos, seguros
de que sería bueno que yo les oyese
cuando me dicen «Ven por aquí»!
Yo los miro con ojos extenuados
(hay, en mis ojos, ironías y cansancios)
y cruzo los brazos
y nunca voy por allí…

Mi gloria es ésta:
¡crear deshumanidad!
No acompañar a ninguno.
—Que yo vivo con la misma indiferencia
con que rasgué el vientre de mi madre.

¡No, no voy por ahí! Sólo voy por donde
me llevan mis propios pasos…
Si lo que busco saber ninguno de ustedes me responde,
¿por qué me repiten «Ven por aquí»?
Prefiero deslizarme por callejones cenagosos,
remover los vientos
como harapos, arrastrar los pies ensangrentados,
a ir por ahí…

¡Si vine al mundo, fue
para desflorar florestas vírgenes
y dibujar mis propios pies en la arena inexplorada!
No vale nada lo demás que hago.

¿Cómo, pues, serán ustedes
los que me den impulsos, herramientas y coraje
para derrumbar mis obstáculos?…
¡Corre en sus venas antigua sangre de abuelos
y aman las cosas fáciles!
Yo amo el Espejismo y lo Distante,
amo los abismos, los torrentes, los desiertos…

¡Vayan! Ustedes tienen calles,
tienen jardines, tienen macetas,
tienen patrias, tienen techos,
y tienen reglas y tratados y sabios y filósofos.
¡Yo tengo mi Locura!
La levanto, como una antorcha, la dejo arder en la noche sombría,
y siento sangre y espuma y cánticos en los labios…

Dios y el Diablo son quienes me guían, nadie más.
Todos tuvieron padre, todos tuvieron madre,
pero yo, que nunca principio ni concluyo,
nací del amor que hay entre Dios y el Diablo.

¡Ah, que nadie me obsequie intenciones piadosas!
¡Nadie me pida definiciones!
¡Nadie me diga «Ven por aquí»!
Mi vida es un vendaval que se soltó.
Es una ola que se ha levantado.
Y un átomo más que se anima…
No sé por dónde voy,
no sé a dónde voy,
—¡Sé que no voy por allí!

 

RONDA DOS BRAÇOS QUEBRADOS
José Régio

I

Minh’alma vai à frente, eu rojo atrás dela:
Porque eu sou feio e triste,
Mas a minh’alma é bela…

Sim, a minh’alma sabe essas palavras ébrias
Que nos atiram para o Infinito.
Quando a minh’alma fala, a sua voz é um grito,
Grito de oiro que vara a solidão do espato,
E Deus acolhe no seu regaço.
Que pena que a minh’alma
Só pela fala do meu corpo fale!
Que a fala do meu corpo é intolerável,
Mas a minh’alma é bela,
E eu ou hei-de pedir-lhe que se cale,
Ou hei-de dar-lhe a voz da minha lingua miserável!

II

— «Onde há urna doutrina
«Que possa pôr de acordo
«Toda a minha grandeza
«Com a minha desgraça?

«Que Deus humano me dirá essa parábola divina?

«Quem me fará esse milagre?
«Quem me abrirá essa porta?

«Seja quem for,
«(Deus ou Satã, pouco importa)
«Quero chamar-lhe meu senhor,
«Acolher-me a seus pés como urn escravo!»

Mas em vão
Eu atiro ao silêncio o meu pregão,
Eu o atiro à multidão que passa:

— «Onde há uma doutrina
«Que possa pôr de acordo
«Toda a minha grandeza
«Com a minha desgraça?»

III

Terra do chão, tapa-me a boca!
— Terra do chão que piso aos pés…

Areias do deserto,
Areias que subis no ar, turbilhonando,
Cegai-me!

Prostrai-me,
Ventos que ides passando assobiando…

Ondas do mar que desabais,
(Ah, o mar…!)
Levai-me!

Estou fartinho de lutar,
Não posso mais.

(Mas não quería enlanguescer na minha enxerga…) 

 

RONDA DE LOS BRAZOS QUEBRADOS
Versión de Mijail Lamas

I

Al frente va mi alma, yo me arrastro tras de ella:
porque yo soy feo y triste,
pero mi alma es muy bella…

Sí, mi alma sabe esas palabras ebrias
que nos arrojan al infinito.
Cuando mi alma habla, su voz es un grito.
Grito de oro que bate la soledad del espacio,
y que Dios toma en su regazo.
¡Qué pena que mi alma
sólo con su habla de mi cuerpo hable!
¡Que el habla de mi cuerpo es intolerable,
pero mi alma es bella,
y yo he de pedirle que se calle,
he de darle la voz de mi lengua miserable!

II

—«¿Dónde hay una doctrina
que pueda poner de acuerdo
toda mi propia grandeza
con toda mi desgracia?

¿Qué Dios humano me dirá esa parábola divina?

¿Quién me hará ese milagro?
¿Quién me abrirá esa puerta?

¡Sea quien fuere,
(Dios o Satán, poco importa)
quiero llamarle mi señor,
abrazarme a sus pies como un esclavo!»

Pero en vano
lanzo al silencio mi pregón,
lo arrojo a la multitud que pasa:

—«¿Dónde hay una doctrina
que pueda poner de acuerdo
toda mi propia grandeza
con toda mi desgracia?»

III

¡Tierra del suelo, tapa mi boca!
—Tierra del suelo que piso a mis pies…

Arenas del desierto,
arenas que suben por el aire en torbellino,
¡ciéguenme!

Póstrenme,
vientos que pasan silbando…

Olas del mar que se derrumban
(¡ah el mar…!),
¡llévenme!

Estoy harto de luchar,
ya no puedo.

(Mas no querría languidecer en mi camastro…)
 

 

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