(Guadalajara, 1965). Entre sus libros de poemas más recientes se encuentra Jack Boner & The Rebellion (Almadía, 2014).
empecé a leer nombre de fantasía de alejandra arreola con la ansiedad de sorprenderme y encontrar detonantes que magnifiquen los fluidos cerebrales que provocan desvergues de serotonina y encontrar inteligencia y frescura y de pronto me topo con estos versos: reconocer la tristeza / en plantas y flores / es fundamental desde hace rato me agrada lo que escribe alejandra arreola por una contradicción conceptual constante que aparece entre la brevedad del texto y la multiplicidad de significados que ofrece: esa combinación donde lo no escrito se muestra latente y perturba y ocupa escenarios de un nihilismo romántico (una danza / que debo emprender / sola): me gusta también en la poesía de alejandra arreola el compromiso con su época: el poeta escribe la historia lejos de la corruptela y el egocentrismo de la tiranía generando la veracidad del transcurso del tiempo: y me entusiasma que suceda en la poesía de alejandra arreola porque la mayoría de los poetas escriben monumentos arcaicos que nacen caducados: y en ese momento de lectura se me antoja mandarle un whats a una amiga para contarle sobre los poemas que estoy leyendo y ella me responde que había tenido muy malos meses desde que perdió el empleo pero precisamente la tarde anterior se topó con un cliente de su extrabajo y se lo cogió: ella estaba muy excitada porque el tipo es 32 años más joven que ella y para ella esa acción era algo nuevo pero que se sentía saturada: me dijo que el tipo se la metió durísimo pero nunca le susurró nada y eso me hizo recordar otra estrofa del libro de alejandra arreola: (las mujeres / están enamoradas de la vida / los hombres de los hombres) y es extraño encontrar algo nuevo en el mundo donde el reggaetón ya tiene más de 20 años estando de moda: cito el libro (te ofrezco el truco de la cama: / donde entramos famosos / y salimos desconocidos) le pregunté si había escrito algo porque yo estaría mil por hora pero ella me dijo que nada porque estaba nublada encima de las nubes: entre el libro de alejandra arreola y el relato de mi amiga recordé que mis enemigos me fastidian porque me ha emblanquecido la barba y dicen que tengo más sal que pimienta más coca que foco que parece panocha de milf: pero yo como mi amiga de grande quiero ser cougar: el presente un instrumento que todo lo que toca lo hace volar y el mundo está lleno de pájaros: y el primer requisito para ser un rabo verde es la edad: hay momentos en los que el individuo puede ser interesante útil o quizá hasta apuesto: pero a cierta edad (en esa cuando uno provoca asco) se convierte en rabo verde y la sociedad se fija tanto en ese detalle de la edad que los viejos no tienen permitido coger: mucho menos encularse: el amor siempre ha sido la utopía y aunque algunos se la han ingeniado para salirse con la suya el mundo no quiere ancianos desorbitados oliendo a sexo en el metro ni dando la vida por amor: la humanidad no se va a permitir ese ridículo: a cada segundo los viejos se convierten en un delito moral: la juventud es un castigo que crece al desaparecer: como dice el poema de alejandra arreola: (un día fuiste punk / llegaste aquí / y señalabas lo deforme / y ahora, eres tú / quien se queja / de la participación de los nuevos / los jóvenes / que borrarán tu aburrido nombre /: a mí me gusta la poesía que caga el palo: que molesta y hace que los que me odian o les caigo mal se retuerzan de infelicidad ante los versos: me divierte casi igual que un poemilla ponga de malas a alguien o provoque que se la mame a alguien: el poema es un objeto peligroso y la poesía mucho más: mientras caminaba me di cuenta que es poca la ciudad para tanta poesía: aun así entré a un bar porque no soportaba las ganas de mear: en la barra dos mujeres hincadas sobre unas bolsas piratas gucci se la mamaban a dos tipos que conversaban y que al acercarme me percaté que también estaban armados: la música sonaba buenísima a un alto volumen y pedí una cerveza y fui al baño donde recordé otra línea de alejandra arreola (qué agua vas a llevar / a la vasija de tus oídos //) y al regresar uno de los tipos armados le decía al otro:
—los premios y editoriales de poesía privilegian la seriedad y la solemnidad de los libros antes que el desenfado la locura la ira la rabia o el humor que busca el lector:
y una de la mujeres deja de mamar y comenta:
—como si fueran guardaespaldas del aburrimiento: hay urgencia de promover el panfleto vendiéndolo con etiqueta de rebeldía furia o enojo:
—sí: me aterra leer la ancianidad prematura de la juventud — respondió el tipo armado mientras cacheteaba suavemente con el tronco y el glande la mejilla de la mujer y añadió: —y más me aterra que la aplaudan.
—es la nueva moda de la juventud geriátrica —prosiguió el otro tipo armado— el poema regularmente termina sosteniéndose en una forma y no en la destrucción formal:
y la mujer que se la mamaba dejó de hacerlo y gritando pidió una cerveza y luego comentó sosteniendo la verga del tipo armado:
—los temas son sometidos a una poética de facilismo y de ideas preconcebidas y el texto se convierte en algo masticable digerible de amplia aceptación que no detona humor ni ironía y nutre ese permanente victimismo que ha acompañado a nuestra poesía por siempre:
—no estarás haciendo una metáfora de mi verga —exclamó el hombre al ver la mano de ella sosteniéndola:
—sí —respondió ella— al igual que la nueva poesía también me parece antigua:
y en eso se me resbala el libro que al caer al piso lleno de barro colillas y aserrín brilló como tumor en radiografía y su portada de espejo me permitió observar a la mujer sosteniendo la verga del pistolero que me miraba en la portada y ahí noté que tenía un poco de irritación en las mejillas como si se acabara de afeitar la barba y ella me dijo: yo también tengo ese libro lo compré por facebook en la página de herring publishers méxico y es un caso distinto de poesía en este país y tomó el libro del suelo y me lo dio y nos miramos cómplices y el pistolero con un ágil movimiento guardó su verga aguada y con un grito nos interrumpió:
—yo maté a los embolsados de tonalá: esa frase me mata —me aseguró— y a ti cuál te mata —me preguntó asomando su pistola— o es una estrofa completa —volvió a insistir—: y cagado de miedo miré las punteras de sus botas y recité de memoria engolando la voz:
—no tiene género / tiene / alfombra mágica / y nombre de fantasía