(Ica, 1976). En México se publicó su antología Sombras en demolición 2002-2018 (Mantra, 2018). Este texto forma parte de Sisma, poema documental que será publicado en Lima por la editorial Pesopluma.
Todos los garcilacistas discrepan en algo, discrepan entre ellos. Y en ese discrepar, discrepan, por ejemplo, en la importancia del nombre: si es Gómez Suárez de Figueroa o si es Garcilaso de la Vega o si es Inca Garcilaso de la Vega, en todo ello encuentran una afirmación de identidad. Cómo decirle Gómez Suárez de Figueroa a Gómez Suárez de Figueroa, Garcilaso de la Vega a Garcilaso de la Vega, Inca al Inca y no nombrar la rata.
Todos los garcilacistas discrepan en algo, discrepan entre ellos. Y en ese discrepar, discrepan, por ejemplo, en si es el príncipe de los escritores del Nuevo Mundo o si es el primer mestizo de personalidad y ascendencia universales que parió América o si es un escritor del Renacimiento o si es un cronista postoledano o si es un simple plagiario. Pero Garcilaso es la historia oficial del Perú. Ser garcilasista es un buen negocio.
Todos los garcilacistas discrepan en algo, discrepan entre ellos. Y en ese discrepar, discrepan, por ejemplo, en la ascendencia de sus padres y en lo que eso significa. Si era hijo de la ñusta Isabel Chimpu Ocllo (nieta del Inka Tupak Yupanqui y sobrina del Inka Huayna Capac) y del conquistador español, capitán Sebastián Garcilaso de la Vega, noble extremeño (sobrino del célebre poeta Garcilaso de la Vega del Siglo de Oro español. ¡Y olé!).
Todos los garcilacistas discrepan en algo, disputan entre ellos. Y en ese disputar, disputan, por ejemplo, si el Inca se cultivó en sus primeras letras con Juan de Alcobaza, y que estuvo al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, o si mamó de la cosmovisión indígena al lado de Paullu Inca y Tito Auqui, hijos de Huayna Capac, o si fue formado para ser leal por tres horas y cambiar de parecer, o si fue moldeado para ser un plagiario que actuaría conforme a la censura oficial. ¿Travestismo amestizado? ¿Garcilaso era una mula o un burdégano?
¿Reinaba o vasallaba?
Todos los garcilacistas discrepan en algo, disputan entre ellos. Y en ese disputar, disputan, por ejemplo, cuando Porras dice que la escritura de Garcilaso «es la justificación de la conquista española, la exaltación de los beneficios de la fe y de la cultura, la defensa de la obra heroica y empeñosa de los conquistadores», porque «la conquista española salvó a la cultura incaica de perecer». Cambios de pareceres cuando la nao de Garcilaso casi encalla en la isla de Gorgona, y luego un marinero portugués le salvó la vida antes de llegar a Lisboa.
Todos los garcilacistas discrepan en algo, disputan entre ellos. Y en ese disputar, disputan, por ejemplo, cuando Emilio Choy avala la actitud del Inca de considerar a Bartolomé de las Casas como subversivo, incluso medio siglo después de muerto, representa un callo para el sistema. En ese disentir y en ese acomodo la historia oficial oficia en que se desplaza al indígena (runa) y se centra la identidad en el mestizo. El mestizaje como una forma de dominar al otro desde la escuela, el gobierno, los símbolos. Siempre contando flores que no eran.
Todos los garcilacistas discrepan en algo, se encabritan entre ellos. Y en ese encabritar, encabritan, pero no todo es en balde, Fernando Bobbio desde la cárcel escribe: «Lo que hizo este digno hijo de un capitán español y sobrino de unos incas cobardes y traidores cuyas enseñanzas alimentaron su niñez y su temprana juventud, fue elaborar y dejar establecido el paradigma de dominación que, en pleno siglo xxi, todavía es un eficaz ins- trumento para mantener en este país el espíritu de sumisión». Sumisos y explotados los bigotillos del cronista amestizado.
Todos los garcilacistas discrepan en algo, se encabritan entre ellos. Y en ese encabritar, se encabritan, por ejemplo, cuando José Durand escribe: «El mismo Garcilaso en los Diálogos de amor usa siempre la forma Pirú; pero llega un momento en que… resuelve que la forma que debe ser es Perú, y empieza a usarla desde La florida del Inca, y la usa siempre, y por su influjo, a mi juicio… queda oficializada y fijada hasta hoy la forma Perú…». Avalar mentiras desde la nao. Olvidar más amestizados misturados y engaños que no nos dejan recuperar la lengua.
Todos los garcilacistas discrepan en algo, discrepan entre ellos. Y en ese discrepar, discrepan, por ejemplo, en si tuvo relaciones comerciales con el poeta esfera imagen Luis de Góngora y Cogote, y si en Montilla se reunió con el Manco del Espanto, Miguel de Cervantes, quien era un recaudador de impuestos para la corona española. Y si Cervantes conocía las obras de este dicho Garcilaso, por lo menos había leído la traducción de los Diálogos de amor de León Hebreo. O incluso alguien afirma que el relato sobre el náufrago Pedro Serrano inspiró el Robinson Crusoe.
Todos los garcilacistas discrepan en algo, discrepan entre ellos. Y en ese discrepar, discrepan, por ejemplo, cuando la peruanista italiana Laura Laurencich terminó su exposición en Lima sólo recibió señales de indiferencia: «Lo más curioso es que recibí una esquela con una amenaza de muerte por atentar contra Guamán Poma de Ayala y el Inca Garcilaso. En esos días pensé que se trataba de algún loquito, pero ahora entiendo que la amenaza se cumplió y fui “muerta en vida” como peruanista». La escuela mestiza (criolla y blanquita) de Garcilaso no admite que duden de sus fuentes.
Todos los garcilacistas discrepan en algo, discrepan entre ellos. Y en ese discrepar, discrepan, por ejemplo — como lo hace Laurencich—, en que en el Exsul Inmeritus Blas Valera Populo Suo se acusa de plagiario al Inca Garcilaso de la Vega y de haber desvirtuado en Los Comentarios Reales de los Incas la información brindada por Blas Valera, para adecuarse a la censura oficial. El jesuita chachapoyano revela que el Inca Garcilaso no sólo lo citó mal, sino que desvirtuó toda la información relacionada con los quipus como escritura, minimizándola a una simple cualidad contable.
Todos los garcilacistas discrepan en algo, se encrespan entre ellos. Y en ese encrespar, encrespan, por ejemplo, el estudioso de principios del siglo xx, Manuel González de La Rosa, dio en el blanco postulando que los Comentarios Reales de Garcilaso de la Vega eran un plagio total de la obra de Blas Valera. Y se hizo crespo González de la Rosa, porque lo condenaron al olvido, y hoy en día nadie lo cita y su nombre representa locura, ilogicismo, laguna, lodo. En ese decir la mistura de lo mixto en la trastienda. Otra escuela que habla junto al río sucio y hablador.
Todos los garcilacistas discrepan en algo, se encrespan entre ellos. Y en ese encrespar, encrespa Garcilaso:
«Pedro Serrano salió a nado a aquella isla desierta que antes de él no tenía nombre, la cual, como él decía, tenía dos leguas en contorno; casi lo mismo dice la carta de marear, porque pinta tres islas muy pequeñas, con muchos bajíos a la redonda, y la misma figura le da a la que llaman Serranilla, que son cinco isletas pequeñas con muchos más bajíos que la Serrana, y en todo aquel paraje los hay, por lo cual huyen los navíos de ellos, por no caer en peligro».
Pedro Serrano otro náufrago más como tantos otros y nosotros pobres peruanitos seguimos naufragando...