CATEGORíA LUVINA JOVEN
Escuela Preparatoria Regional de Etzatlán
Te fuiste no sé a dónde.
Te espera tu cuarto.
Mi mamá, Juan y Jorge
te estamos esperando.
Nos han dado abrazos
de condolencia, y recibimos
cartas, telegramas, noticias
de que te enterramos,
pero tu nieta más pequeña
te busca en el cuarto,
y todos, sin decirlo,
te estamos esperando.
Jaime Sabines, Algo sobre la muerte del Mayor Sabines
¿Cuál es el sentido de la muerte? ¿Es que solo la tenemos presente en situaciones extremas? Pueden ser preguntas que más de alguno ya se habrá planteado para sus adentros, pues si bien se sabe, la muerte se dirige al término de la vida y completar el ciclo al que está sujeta de manera inevitable, es por ello justamente que resulta esencial comprenderla para alcanzar la paz con su aceptación. Sin embargo, se abren grandes incógnitas que desvían el pensamiento de su comprensión hacia el apego sobre las cosas terrenales que se adquieren a lo largo de la vida, retrasando así la liberación del alma y la mente.
Todos deben morir (algún día),y esto al ser algo ineludible, lleva a pensar en el significado de la mortalidad en la vida de una persona, que hace recordar a Frankl que escribe: “Si el hombre fuese inmortal, podría con razón demorar cada uno de sus actos hasta el infinito, no tendría el menor interés en realizarlos precisamente ahora (…) En cambio, viviendo como vivimos en presencia de la muerte como el límite infranqueable de nuestro futuro y la inexorable limitación de todas nuestras posibilidades, nos vemos obligados a aprovechar el tiempo de vida limitado de que disponemos (…) Por tanto, la finitud, la temporalidad, no sólo es una característica esencial de la vida humana, sino que es, además, un factor constitutivo del sentido mismo de la vida.” (Frankl, 2008, pp.103). Llegando a la idea de que al ser inmortales ¿se le daría el mismo valor a la existencia humana? ¿Acaso es que solo se tiene presente a la muerte cuando está cerca? de esta manera la muerte resulta ser el sentido de la vida y la motivación para realizar ciertas actividades esenciales para completar su esencia y conservarla el mayor tiempo posible. Por lo que, la muerte no debería de olvidarse mientras se viva, sino tenerla presente en todo momento sin ninguna mortificación, al fin y al cabo, mientras se viva, la muerte no estará.
No se puede pensar en la muerte como una salida del sufrimiento humano cuando se pase por momentos difíciles, ya que el sufrimiento resulta ser benéfico para la vida, al marcarla y produciendo el deseo de algo, el poner metas, junto con el abandono de lo material, pues al igual que la muerte, el sufrimiento no puede evitarse mientras se viva, sino que se debe aprender de él, tal como los antiguos griegos pensaban: el conocimiento madura a través del sufrimiento, y como parte de la vida no es algo que se pueda afrontar muriendo, y de ser así se demostraría la derrota ante él porque algo que no existe, no puede sufrir para crecer.
Ahora bien, ¿cómo es que se sobrelleva una vida, pensando en la muerte y sufriendo? La mayoría de las personas al pasar el tiempo alguna vez habrán detenido a pensar “No quiero crecer más” o “¿Qué es lo que me sucederá cuando muera?” el manejo de semejantes preguntas puede solamente resolverse dentro de sí mismo, con un acompañamiento que nos ayudará en su comprensión, sabiendo siempre que cada persona lo asimilará e integrará a su vida de manera distinta, ya que lo que le sucede a la mente, al sentir y al pensamiento cuando se va de la tierra, sigue sin poder decirse con certeza.
De igual manera, se debe de saber que la llegada de las preguntas sobre el fin de la vida no significa nada más que la conciencia sobre la muerte, que podrá completarse al responderlas racionalmente y asimilando dichas respuestas, esto no significa que toda la vida trate de pensar en la muerte, no obstante, al hacerlo cada vez más, parecerá tan normal que se terminará reflexionando sobre ella con el mayor placer, dando mayor sentido a la existencia. Una vez que se ha podido aceptar la muerte por completo, pero una persona cercano se encuentra en etapa de duelo por la pérdida de un ser querido y no sabe cómo enfrentarlo por la ausencia de situaciones que lo acercaran a dichos pensamientos, ¿cómo podría ayudársele? Se debe de saber que no es bueno tratar de evadir ni ignorar las emociones por más fuertes que sean, sino todo lo contrario, el desahogo y la apertura total a ellas resultará esencial para liberar el alma y pensamiento, al igual que aceptar que la persona ya no está más con él o ella, acostumbrándose a su ausencia. De esta manera es como podrá comenzar su comprensión sobre la muerte, ya se esté hablando de la propia o la de un ser querido.
Llegando a la idea de que, en sí, se vive para morir y se muere por vivir, y la vida en toda su extensión es una preparación para la muerte; por lo que mientras más personas comprendan su sentido y se despojen de las cosas materiales, más paz se podrá encontrar en el entorno, como también sabiduría y conocimiento, pues pensar en la muerte no debe de significar miedo por ella. Por supuesto, no apresure o presione en presencia de las dudas sobre la muerte, las respuestas son complejas y se requiere de casi toda la vida para digerirlas.
Así es como se puede regresar a la idea inicial de este escrito… “conocer la muerte
–propia, ajena– implica juntamente descubrir lo que cada cual tiene de único (su vida irrepetible) y lo que todos tenemos en común, la genérica muerte: ambas cosas están inextricablemente unidas, porque lo que enfatiza nuestra peculiaridad personal es la seguridad de que se trata de una ocasión momentánea, destinada a extinguirse sin remedio ni retorno y por eso mismo fieramente preciosa” (Savater, 2019). Y solo con este pensamiento (la aceptación y conciencia de la muerte), la persona podrá disfrutar en la mayor medida su vida y la de todos aquellos que la rodean, completando su camino en este mundo con las cosas inmateriales que le sean esenciales, como el ampliar su conocimiento y sabiduría para ser compartido con los demás, y recordado por muchos otros, ayudando a las siguientes generaciones con la comprensión de aquello que parece incomprensible, aportando de esta manera algo significativo al sentido de la existencia de los demás y completando bastamente el ciclo de su vida.
La muerte puede ser fuente de conocimiento y sabiduría (si se llega a su máxima comprensión), así como la razón principal para vivir. Teniendo siempre en mente que es aquello que junto con el sufrimiento permitirá a su vez comprender el sentido de la vida misma y disfrutar de ella, por lo que el dejar de temer al final de la vida solo por ser desconocido y tomarlo como la liberación del alma ayudará a la liberación parcial de la mente durante la vida, pues la negación solo aplazaría la paz durante la misma. Se debería reflexionar sobre ella hasta hacerla cotidiana, hasta ayudar a otros a comprenderla, hasta que su conciencia sobre ella ayude a disfrutar totalmente de su vida, incluso hasta que muera, ya que solo así se puede alcanzar la comprensión de la vida y la muerte.
Bibliografía
Frankl, V. E. (2008). El hombre en busca del sentido último (p. 240). Barcelona: Herder.
Savater, F. (2019). “La vida a la luz de la muerte”, Claridades, núm. 20.