Taller Luvinaria (CUCEA)
Cuerpo es mujer, hombre y desnuda mariposa. Un capullo que además de entrañas aguarda vida.
Máquina perfecta, dosificada para cualquier función, desde el más simple respirar hasta la construcción de sus similares. Fortificable en su coraza o computadora, con pesas o libros. Puede entrenarse para ser poeta, novelista, plomera o arquitecta. Pero, pese a su perfecta construcción, o casi perfecta, cae en la tentación de especular, el vicio del imaginante. El error de creer y no investigar.
Irónicamente, en muchas ocasiones esta tendencia especulativa causa bellas obras artísticas, no sobra mencionar que el arte es la única producción humana que realmente vale la pena, así sea rebuscando o imaginando, es el mero reflejo de la verdadera identidad humana, ya que está diseñada para llenar la máxima necesidad humana: la dependencia por la estética.
Y como el cuerpo es vida, se convierte en muerte. Él vive para dejar de hacerlo, su fin es terminar. Corre una carrera que por cinta de meta tiene un féretro. Y como cuerpo ignorante (porque es de afirmarse que la capacidad por saber de un cuerpo es infinita, pero los datos que se pueden conocer superan a la infinidad) concluyo con afirmar que nuestra meta magna es una ceniza incapaz de esclarecer el porvenir.