(Guadalajara, 1990). Autor de La extraña incandescencia azul de los ácaros (2021): acarida.diegoespiritu.com
el cuerpo duele y las palabras dicen exactamente lo que no quiero : no todo en la lengua es nuestro ni nos pertenece por ejemplo : quiero decir «rojo» sin que las rodillas me tiemblen no puedo el lenguaje es una cosa breve y yo una contradictoria intento sortear la incongruencia a expensas de la derrota que es toda escritura clavo cuchillos al pecho y por un momento deja de llover sangre (preguntar ¿quién eres tú? es preguntar ¿dónde te duele?) cuiden sus cuerpos decía mi madre, pero de vez en cuando le pasaba una navaja para nacer en cada gota : mirar de cerca el color que no debía verse confundí una mano con la otra : nadie me dijo que el mundo no gira en dirección contraria a la muerte ni que las nubes son lagartijas cargadas con un montón de gemas, piedras marinas, estalactitas —a Saussure poco le importa si en doce tonos se parte el temperamento —: entre más subas el cielo todo se vuelve completamente negro; trepé árboles y mi madre decía por favor, no te sueltes igual tropecé sobre mi brazo y de pronto me convertí en algo tan endeble: entendí lo frágil que pueden ser los colores, pues ahí donde el llanto —o lo que sea— se lleva los soles que aparecen al parpadeo, no hay ya sonido alguno ¿para qué, entonces, gritar mi nombre? y yo no sé dónde buscan los huérfanos a sus madres o si miran desde las mismas ventanas los mismos árboles o si quieren salvar al mundo con superpoderes pero me pregunto si sólo en la distancia podemos nombrar ciertas cosas —qué cansado es decirle al mundo ¡despierta eres mundo! — porque el oro por más amarillento que sea no deja de ser una mancha tras los ojos del ciego el tiempo es este ahora : el ritmo que dictan las cosas artificiales intento mostrar mi cara sin revelar un rostro ajeno —ya los nervios se encargarán de enraizar a las macetas mi esqueleto— las heridas nunca se reparan o se reparan de a poco cómo duele no saber dónde poner las manos: ¿qué dentro del cuerpo soy que no sea el cuerpo mismo? y si puedo señalar algún orificio entre las palabras y las cosas es porque ahora pienso el daño que puede ocasionar el lenguaje —no pienso tanto— veo, el daño que puedo ocasionar con mi lenguaje y veo mi sangre tan espesa y tan roja, pero ¿no es siempre así el dolor ajeno? saber quién soy es saber qué parte de mí duele