(Buenos Aires, 1982). Su último libro es Después (Ediciones Liliputienses, 2019).
Salimos del amor
Las langostas son pequeñas pero de repente por algo que no se explica crecen tanto que tienen que cambiar el caparazón que las cubre. Entonces se esconden unos días debajo de una roca hasta que su cuerpo produce un caparazón nuevo para poder volver a la arena con otro envoltorio. Y eso que les ocurre es tan natural que lo realizan varias veces en su vida. Así está mi corazón hoy ensanchándose debajo de la roca.
Punto ballena
Como la ballena que pudo salir del océano pero decidió volver vuelvo hacia dentro de mí. Este exceso de realidad me confunde. Distribuir la energía es un arte, como todo. Dejo en suspenso lo que estaba haciendo. Por más elástico que sea el corazón no es un músculo voluntario. No se puede bailar con el corazón roto. Dejar atrás el Paraná es una experiencia abrumadora algo se expande pero mi pensamiento urbano lo reduce. ¿dónde queda la serenidad? Como a la ballena que de tan pesada le cuesta avanzar me muevo despacio. Todo lo que veo parece pertenecer a otro lugar, a otro orden. Todavía no me acostumbro a las cosas moviéndose mas rápido que yo. Siempre fue al revés iba mas rápido que los demás. Trataba de tener un punto de referencia estable desde el cual organizarme. Acá, todavía, hoy, estoy en el lugar de mayor inercia del cuerpo pero hasta dónde puede un cuerpo hasta dónde un corazón.
La vara
Insisto en que el jazmín se trepe a la vara y crezca usándola de apoyo. Pero necio como toda planta trepadora se suelta y ya invadió el cedrón, la cretona y el palo borracho. Delicadamente los separo con cuidado de que no se rompan pero es inútil soy lenta para aprender las penas de las plantas.
Begonia del aire
¿Florecerá el brote que le di y plantó en la isla? ¿El bulbo se hará flor? ¿Lo veremos desaparecer juntos cada otoño para después volver con más fuerza? ¿Creeremos en algo que nos exceda? ¿Tendremos fe paciencia para mirar la tierra el vacío donde parece que todo está por terminar y aun así?