X Concurso Literario Luvina Joven
Segundo lugar
Con el tema de la repetición, el autor nos ofrece un retrato íntimo, melancólico y virulento del desencanto de la juventud, esa etapa donde el ser humano toma primera conciencia de su finitud a las puertas de las obligaciones que impone la edad adulta y en el trance del duelo por la pérdida irremediable de la infancia. El ensayo es una pregunta dolorosa y abierta sobre el sentido de la vida frente a la rutina del trabajo. Su ritmo gira obsesivamente entre la rueda dentada de la fábrica chaplinesca y la obediente monotonía vesperal de Bernardo Soares que se desgasta lentamente mirando la misma curva en el círculo de la vida.
Las inconveniencias del círculo
Ricardo Ventura
Licenciatura en Historia, CUCSH
Y al poner el pie,
oh sorprendente don:
¡el suelo
otra vez!
Tomas Segovia
O coração,
se pudesse pensar,
pararía (1)
Fernando Pessoa
I
Dos actos concretos: un esperma se engendra en el óvulo. En un tercer momento está el ataúd, el entierro y una deuda en tercera persona por el espacio de tierra donde ahora descansa el cadáver.
¿Qué hay en medio?
La Repetición, la madre de los castigos.
Aprendemos la palabra por necesidad, por no morimos, por eso mamá, por eso agua. Lo demás es el intento absurdo de señalar. En Macondo olvidaron el nombre de las cosas por falta de uso, pero eso no lo cuenta Márquez, nadie quiere olvidar, por eso repetir las mismas calles, hacia el mismo lugar.
Para Anse, en Mientras Agonizo, los caminos fueron creados para andar de un sitio a otro, así como los caballos y carretas /o las víboras/ fueron para moverse, y por ello son alargados, a diferencia de los hombres y los árboles, hechos de abajo hacia arriba /eso dice Faulkner/. La sentencia es coexistir con las mismas palabras que repetimos, intentando día con día mirar diferente el horizonte, y por supuesto fracasando.
Después la infancia.
Una plana en el cuaderno, en escalerita /hacia un vacío que todavía no sabemos nombrar/ prueba y error, prueba y error, pero en escalerita por seguridad. Esa es la infancia, no hay más.
Ser adulto
Con cajeros automáticos que no fallan, claves bancarias secretas, idénticas a la fecha de nacimiento, la sensación de estar perdido si el autobús toma la vía alterna, o si gira 30 centímetros antes de lo acordado en el contrato que nadie firmó, pero que todos admitimos. Soñar con el semáforo, soñar con el sábado que parece domingo y huele a lunes, soñar que Bernardo Soares sale siempre a las seis, y un día salió a las cinco, y tuvo que regresar a la oficina, porqué esa hora no estaba planeada en los días del desasosiego. Ser adulto y soñar, o no soñar, o repetir el sueño. Despertar y es lunes otra vez.
II
Primero te dicen que eres importante para ellos, y que si das un millón de vueltas en el mismo círculo diminuto, tal vez te suban el sueldo. Luego te regalan una camisa impecable de color amarillo/azul/rojo. Es importante repetir el color con todos los compañeros, porqué somos una familia (aunque hay hermanos que desparecen a los dos días, y otros que nacieron hacen 50 años). Las prendas se tiñen con el color de tu esfuerzo. Y como tu esfuerzo es un chiste que se refleja en la nómina, se van deteriorando. El trabajo es simple. Acomodas una caja/libro/vaso que alguien más ha desacomodado. Las reglas también son simples:
1 Firma una hoja, pero no la leas, es de mal gusto dudar en público.
2 Viste tu camisa, fajada y limpia, los seis días de la semana en tu horario de ocho horas.
3 Carga tu roca hasta el monte y lánzala, recógela y vuélvela a cargar.
4 No te canses. Nunca te canses* (2)
5 Repite las 3 penúltimas y olvida la primera.
¿Verdad que ahora tú también quieres dar un millón de vueltas en el diminuto círculo?
III
Fernando trabaja en una librería de prestigio, de esas que te consiguen las traducciones en Alemán de Charles Cuauhtémoc Coellar, un asiático chistosísimo, que además de decirte la rutina del hombre hiperexitosomillonarioquemadruga, jurarías es idéntico a Jackie Chan. A Fernando le gusta su trabajo.
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Fernando trabaja en una librería de prestigio. Son ocho horas al día. Lo bueno de trabajar en una librería es que te puedes cultivar, y tal vez algún día seas presidente. Lo malo es que los libros están cerrados, como los presidentes.
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Fernando trabaja en una librería de prestigio. Su trabajo es sencillo; el cliente desordena un libro que él previamente había ordenado, luego lo ordena y espera a que un nuevo cliente lo desordene. Así por ocho horas, menos una de comida, porque los Sísifo también tiene hora de comida /eso no lo dice la mitología griega/ Matemáticas simples.
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Fernando trabaja en una librería de prestigio. Ha nacido su primer hijo. Le bastaron 23 años para ver carne de su carne. El papá de Fernando tenía 23 años cuando su hijo llegó al mundo, también tenía el sueldo mínimo, y tampoco le ajustaba. Matemáticas simples.
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Hernán gira de treinta a cuarenta carnes por día, en un cubículo que mide de treinta a cuarenta pulgadas. Hernán asegura que por cada carne ha perdido un cabello. Por supuesto no ha tenido tiempo de calcular los cabellos que pierde, y existen otras dos cosas que Hernán no puede calcular: la fuerza empleada en la muñeca derecha en cuarenta años de trabajo, y porque en la repetición del acto no aprendió nunca a hacer otra cosa.
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CV. Hernán Herminio Hernández. 60 años de edad. Habilidades: voltear carnes de hamburguesa. Idiomas: Ninguno. Otros: Repetir el mismo acto por cuarenta años.
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Hernán llenó al menos 8 solicitudes de empleo, con los mismos datos, y con la misma tinta. Hernán piensa en un 8, y que recostado es un símbolo infinito. Hernán sabe voltear carnes y sabe que los infinitos son dos círculos juntos que recorres y que cambian de color, para dar la sensación de que no has estado antes ahí.
IV
La serpiente muda de piel y se arrastra al vacío. Todo el trayecto sólo piensa en la vieja piel, en la que ya conocía. Nuestro presente se cimentó sobre las primeras pieles de serpiente.
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La becasina vuela once mil kilómetros de Alaska a Nueva Zelanda para no morir de frío. Sus fronteras se marcan en grados centígrados. Una becasina de corazón pensante /a petición Pessoniana/ ha decidido no repetir este año la hazaña. Su cuerpo yace congelado en algún lugar inexplorado de Alaska.
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Se llama María /aquí todas se llaman María, o no se llaman/ y acogió una periquita azul que llamó Lluvia. María se siente orgullosa de haberle enseñado a hablar. Lluvia vive en una jaula, lejos de su fauna y está condenada a repetir lo que María le enseña a cambio de unas semillas.
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Una gota de lluvia que cae en una cornisa empapada no es una gota muy importante.
V
La repetición es la cura para el miedo a estar perdido, a su vez el veneno para la capacidad de asombro. No existe sino el suplicio disfrazado de tranquilidad, de mirar la misma curva en el círculo de la vida.