Fetos (1)
Ni muertos ni vivos
para mí eran
un equipaje
nocturno
casi humanos en el agua gris,
anudados
a la matriz
sin fuerzas para nadar
entre
los huesos ablandados
de la pelvis.
Náuseas, angustias,
una turbia carga
que hice mía
y llegué a amar.
Exilio
No duele
la noche de la carne ni el cardo
en las heridas.
Duele en los tendones el saber
que no hay
adonde regresar.
No hay cuerpo que aguante esa distancia.
Picana
la noche desnuda que retrocede
el aliento de los que ya no están, sus besos en la nuca
las correas de tus perros en la nieve,
en las sienes, la lengua quieta de los alacranes
los nudillos del Ángel que me aferra las manos, sus plumas
como algodones en la boca cuando los electrodos
se instalan en la cabeza
con su luz de nevera,
el frío azul
de las pérdidas.
para que todos la oigan
Raymond Carver