Amadeo Salvatierra
en el Impala hacia Sonora
Amadeo Salvatierra raudo
en un Impala hacia Sonora
no era lo mismo
que seis cuates orinando
en un sombrero
o una gorda con elefantiasis
fregando ropa
en los pabellones de Lota Bajo
Era esto sin lugar a dudas
un espejismo que no se agotaba
en su propio caldo
Habían dicho que seríamos
treinta y ocho voces
bajo un tenue cielo
con reminiscencias californianas
y testigos sin rostro
contando historias
de persecuciones imaginarias
Como en la Segunda Guerra
cuando Gertrude Stein
ayudó a un grupo de paralíticos
mientras Amadeo
y su novia se divertían
por los corredores
de Villaviciosa en el año 1951
No era difícil reconocerlo
en pelotas declamando sus versos
decían sus amigos
Tampoco a Tinaja que bailaba
toda de negro
en el bar la Cuzqueña
en el mismo instante
que un grupo de policías
a sólo pasos de allí
irrumpía desaforadamente
en la ceremonia
oficial del Rómulo Gallegos
para secuestrar
al parecer
por muy buenas
razones
a un escritor desconocido
Diario de Lauren Bacall
Esta mañana te observé dormir
hasta tarde querido
Tu cráneo mojado revelaba
los surcos
de nuestra edad
Creo que es mi responsabilidad
proporcionarte
las hormonas
necesarias
para mantenerte alerta
Nuestros niños tendrán que esperar
los próximos desbordes
así podré
medir
sin contratiempos el estado
de tus jugos
Esta mañana te quedaste quieto
por una eternidad
y pensé
que tus párpados
se mantendrían pegados
para siempre
Tal como 32 años después
se mantendrían pegados
para siempre
los ojos
de tu diminuta amiga Baby Jane
Ya no estoy segura que pueda
contar
contigo
para el próximo film
Ya no estoy segura de cuál
será la última
imagen
que guarde de ti
Creo que la carcoma una vez pasado
este invierno del 57
ya no volverá
a disponer
del mismo entusiasmo
con que te ha atacado hoy
Creo que estas
páginas correspondientes al mes
de enero
que ahora estoy escribiendo
serán definitivas
Probablemente después de esta última
conversación
con mi diario
ya no volverás a mirar los sauces
querido
como si supieras llorar