leche de gárgola / Karen Wild

Él me dijo:

Todo nacimiento es el triunfo de la voluntad de nacer

Yo escuchaba

 

Él me dijo:
No hay nada muerto
Todo lo muerto es una forma de vida

Yo escuchaba

Nos quedamos un momento después

¿Dónde vamos a despertar?
Yo evitaba la respuesta

 

Venía a visitarme al país donde cada habitación es un bosque
de pequeños pozos húmedos trenzados sobre sí
Empollábamos insectos y huevos de ñandú
Sin embargo
nuestra cama era una goma caliente y el corazón se lavaba en aguarrás
la excitación del plexo ovacionado en un batir de regla
una flor ardiente y voraz queriendo derramar su leche en ganglios
Esa fuerza anónima y oscura
que hace parir mil monstruos después de coger

¿Por qué no soy todo?, decía
¿Por qué no somos libres?

 

Yo adelgazaba de tanto sudar
Parecía un fantasma con dolor de pecho

Le hablaba de semillas y hojas y bichos
De la mezcla de todas las frutas y jugos
De la danza orgiástica y elemental

Él escuchaba

Nos travestíamos
Él quería ser hombre y ser mujer
Yo no quería ser mujer ni hombre

Él me decía hembra
Yo le decía bruja

 

Nos borrábamos del mundo por dos días
Dos días sin dejar de coger
Deseábamos con mucha intensidad

Creamos las fuerzas, luego se imponen
Necesitábamos sentir

Pero a la mañana el sol me irritaba los ojos
Entonces volvía a mis doce cuartos
bajo tierra
Y cerraba todos mis orificios

 

Él anotaba la cifra
de mis desapariciones
en un cuadernito que escondía tras la almohada
Ponía una cruz cada vez que me veía con otro hombre

Yo ponía una sábana sobre otra sábana
Así cubría mi delgadez
e intentaba tapar el olor de los cuerpos

Tenía mal aliento
y culpa y rencor

Las férulas son ángeles petrificados
Yo era mi propia gárgola

Escribía mis faltas en el cuadernito de escribir
La columna lumbar

Pensaba en Kant
Si pudiera olvidar a Kant…

 

Ahora necesito salir
Necesito irme lejos
Donde ya no seas más mi Hijo

Comparte este texto: