La caída del muro
Con la disciplina de un samurái
   me preparo el desayuno.
Del otro lado
   el vecino reconstruye el muro
   que recién derribó.
Dividirse,
   luego juntarse.
Levantar muros
   por el placer
   de verlos caer.
El sabor amargo de los días
El sabor amargo de los días,
   la derrota que te lastima
   como un beso en la boca.
Tenés unos años más
   que hace unos años.
Allá abajo,
   unas calles después de la 45,
   el paisaje del otoño
   te recuerda
   que no naciste aquí.
Desde arriba,
   tu cuerpo mojado por las hojas
   parece un nacimiento.