Poemas / Jane Duran

Renacuajos
Me tendí sobre mi estómago y atrapé renacuajos
con las manos abiertas para que así
pudieran escapar por todas partes.

La larga sombra del granero en lo alto
de la colina se precipitó
en cuatro patas hacia el agua.

El sol se quedó hasta tarde.
Cuando rocé la maleza
renacuajos moteados se aflojaron en el lodo

y nadaron en todas direcciones
aunque no podían ir muy lejos.
Esta noche habrá una lámpara encendida

en cada cuarto, el pelo de mi abuela
sujeto con un moño, mientras se mueve
de un cuarto a otro, arrastrando la luz con ella,

y corriendo nos dispersaremos
sobre la amplia tarima de roble con los pies descalzos.

 

Cabo Marsopa
      para Dorothy
¿Son aquéllas las mismas islas
que vimos, o sólo rocas

o matices de rocas
donde nadie puede caminar?

Incluso el punto más remoto
es un pensamiento arrojado muy lejos

ahora casi desaparecido.
¿Qué ha pasado entre nosotros?

Tal vez nada — cada proyección
un error y un daño, una herida escarpada.

O quizá no había daño, sólo
una impresión equivocada y años

de silencio en un paisaje creíble
donde cada lugar y cada cosa

son justo lo que han sido siempre.

 

La cancha de básquetbol en Central Park
De inmediato mi hijo salió de la banca y corrió
hacia el aro más lejano. Ahora podía ver,
podía estar ahí, era verano

y la luz no se iría en un largo rato.
Pensé en mi propia infancia en Manhattan,
incluso en los patines metálicos

que solía atar a mis zapatos —
una variedad de imágenes agradables, parciales
en un vector demasiado tranquilo para ver más allá

condujeron a esta banca en Central Park.
Cuando llegó el atardecer los jugadores más viejos
perdieron el rumbo —su juego, los saltos

y gritos habían sido amigables y buenos.
Mi hijo tuvo un último tiro a la canasta
hizo una bandeja con su mano izquierda

y el balón se detuvo en el aire —paró
sólo un poco más arriba que el aro, ligeramente
a un costado, y permaneció ahí, quieto.

Versiones del inglés de Luis Eduardo García

Tadpoles
I lay on my stomach and caught tadpoles / in my open hands so there was / everywhere for them to escape from. // The long shadow of the barn at the top / of the hill scrambled down / on all fours to the water. // The sun stayed up late. / Speckled tadpoles loosened over some mud / and weeds I barely touched // and swam off in all directions / though there was nowhere far to go. / Tonight there would be a lamp lit // in each room, my grandmother’s hair / caught up in a bun, as she moved / from room to room, pulling the light with her, // and we would run and scatter over the wide / oak floorboards in our bare feet.

Cape Porpoise
for Dorothy
Are those the same islands / we saw, or just rocks // or the tones of rocks / where no one can tread? // Even the outermost dot / is a thought blown so far out // now it is almost gone. / What happened between us? // Perhaps nothing — each imagined / a fault and a hurt, a jagged hurt. // Or maybe there was no hurt, just / a mistaken impression and years // of silence in a believable landscape / where everything and everywhere // is just as it always was.

The Basketball Court in Central Park
At once my boy slid off the bench and ran / to the far hoop. Now I could watch, / I could be there, it was summer // and the light would not go for a long time. / I thought of my own childhood in Manhattan, / even the metal roller skates // I used to strap to my shoes — / an assortment of partial, benign images / in a vector I was too peaceful to see beyond // all leading to this bench in Central Park. / When dusk came in the older players / wandered off — their game, the leaping // and shouts had been wholesome and friendly. / My boy took a last shot at the basket — / he did a layup with his left hand // and the ball held still in the air — it stopped / just higher than the hoop, slightly / to one side, and stayed there permanently.

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