Conejas
Ahora mi amiga y yo
nos ponemos unos ojos nuevos para mirar la vida.
Es emocionante como volvernos dos conejas
que se sueltan a correr a campo traviesa.
El amor como una carrera feliz a cielo abierto,
entre pastos altos y jardines de hinojo.
Monitos
Cuánto crecimos desde entonces,
como me dijo aquel poeta:
cuánta prosperidad
(contemplaba los campos de soja arrasadores).
Éramos unos huesos sin futuro,
unos monitos colgados de la noche,
¡cómo luchamos en la guerra del tiempo,
cómo luchamos a brazo partido!
Lástima no haber aprendido en la matanza,
la enfermedad, la soledad, la muerte,
lástima no haber aprendido casi nada
de los monitos trepados a las ramas,
los animales esos que le aullaban
felices a la luna
enamorados del hermoso planeta.
Aunque a veces tuviéramos
un poco de miedo.