Chelt
Chingaquedito el tiempo. No lo percibes en su ritmo lento 
   Picando suave. Como gotera sobre tu cabeza ¡Qué lindo! (cosquillitas)  
   Mientras te sostienes 
   Sonriendo a todo mundo, ¡tan a gusto!
   Y la gotita de agua en su tarea
   Y la sonrisa continuada
   Y la vida que se convierte en grieta
   Y luego en surco
   Y luego en nada. 
Orange Eldrige
Jalando su carreta: ahí va, la anciana en su armadura.
   Por entre los autos libra otra batalla simple al día (no hay derrotas).
En embate va ofreciendo sus dulces o frituras.
   Extiende su mano mientras su voz neciabundamente aflora.
Entre la caravana de seres que por la línea de autos desesperan
   bajo sus enaguas sucias su corazón y su cuerpo avanzan.
Su gorra de beisbolista le oculta de los otros la mirada, pero avanza.
   Por entre los vehículos tras la mano que se extiende
Va una vieja vende dulces. Pues la vida
   La astuta vida no da tregua.
Latido y flujo
Setenta y dos latidos por minuto
   contención y flujo: diez mil litros
   encerrados en la estructura de mi cuerpo.
Vía acotada soy. En ese ciclo que me expulsa
   y en millones de secretos intercambios 
   desde una gota de mi sangre me devuelve.
Al paso del aire me percibo.
   De su reflujo expandido me alimento.
Lo  rojo en su imperfecto contenido
   voluble se acentúa en su vorágine
En ese ciclo sinuoso indomable
   que me expulsa
   y en ocho décimas de un segundo 
   ante el mundo me devuelve.