Oh madre / Anat Levin

      1
     Hubo varios métodos:
     cintarazos en el dorso de las manos si llegabas tarde a casa,
     cintarazos en la espalda si reñías con tus hermanas,
     cintarazos en cualquier parte del cuerpo (de repente, en una fracción de segundo),
     si olvidabas sacudir la sala de estar los jueves, justo antes de ir a la escuela,
     si una de las tazas anaranjadas que habían traído de «ese lugar» estaba rota,
     si te sorprendían soñando despierta mientras te vestías en la mañana,
     cuando leías un libro (Angelique se revela, una y otra vez) en la penumbra del pasillo,
     después de la hora de dormir.
     (Denunciar siempre fue alentado.
     La hermana-delatora recibía un caramelo, una blusa nueva, una caricia apenas insinuada).
     La bofetada era lo peor, dividía el aire súbitamente, hería la distancia
     entre la rigidez de la palma y la suavidad de la mejilla.
     Esto no requería de un motivo especial.
    
    
     2
     Y se dijo:
     honra a tu padre y a tu madre
     y te honrarán con una tunda doble
     y con dos golpazos en la espalda
     para que tus días sean largos
     y placenteros sobre la tierra
     y dolorosos debajo de las cobijas; permanece inmóvil
     para que las estrellas no
     atormenten tus heridas.
    
     7
     Son personas inflexibles, dijiste años más tarde.
     Tú permaneciste blanda:
     el cuerpo,
     la piel,
     la nuca,
     el cabello,
     la cabeza,
     el rostro,
     las palmas,
     la sangre,
     los vasos sanguíneos,
     las aurículas del corazón,
     los ventrículos del corazón,
     el corazón,
     los ojos,
     las pestañas,
     los párpados,
     las orejas,
     las lágrimas
    
     8
     A los dieciocho años llegó el momento de contraer matrimonio.
     Se encontró un novio, se hizo un vestido
     (Un poco apretado. La costurera dijo:
     Aletea los brazos como un pájaro —se ensanchará).
     Rentaron un salón y contrataron un conjunto musical, tocaron Aris San
     y bailaste, agitaste los brazos hacia arriba, hacia abajo
     y en todas direcciones. Pero no sirvió de nada.
     Parecías un pollo.
    
    
     Versiones de Luis Panini,
     a partir de las versiones del hebreo al inglés de Anat Levin (poemas 1, 2 y 7)
     y Vivian Eden (poema 8)

 

 

Comparte este texto: